TENSIÓN INTERNACIONAL

Los 'Donbases' de Rusia que podrían reclamar Finlandia, Japón, China o Turquía

Moscú cree que tiene derecho a "recuperar" lo que fue del Imperio Ruso y de la Unión Soviética sin hacer hincapié en que otros estados podrían usar esa misma lógica contra Rusia

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante una rueda de prensa en el Kremlin.

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante una rueda de prensa en el Kremlin. / KAY NIETFELD / DPA

La disolución de la URSS fue una catástrofe para la Rusia moderna. Además de los problemas sociales y económicos derivados, se perdieron muchos territorios que formaron parte del país durante siglos, y justamente por esa razón el Kremlin considera que tiene derecho sobre ellos. Es uno de los argumentos esgrimidos por el poder ruso para justificar su anexión de las provincias ucranianas, primero la de Crimea en 2014 y luego las de Donetsk, Lugansk, Zaporiya y Jersón en 2022. Aunque la dinámica de reconquistar territorios históricos es algo más típico de tiempos pasados que del siglo XXI, sigue muy vigente en la mente de los líderes rusos.

Sin embargo, eso es un arma de doble filo porque otros países cercanos a Rusia se podrían ver legitimados, siguiendo la lógica de Moscú, a reclamar territorios que les pertenecieron a ellos o a sus estados antecesores. Países como Finlandia, Mongolia, Turquía, Japón, China o Turquía podrían esgrimir tanto argumentos como el de protección de pueblos hermanos –como Moscú hizo en 2022 en el Donbás al hablar de parar el "genocidio de rusoparlantes"– y especialmente el de reclamaciones históricas para que se les devuelvan territorios.

Según recuerda el analista especializado en Rusia del 'think tank' Crysis Group Oleg Ignatov, "cualquier anexión es una violación fundamental de la ley internacional, del orden global y de la Carta de las Naciones Unidas". Es por ello que las anexiones de regiones ucranianas de 2014 y 2022 no están reconocidas por la comunidad internacional (únicamente por algunos pocos países afines a Rusia como Corea del Norte o Siria) y es el mayor elemento disuasorio para que otro país decida hacer lo mismo con territorios del país euroasiático o con cualquier otro estado. Él cree que "la guerra en Ucrania no afectará directamente a las Kuriles o Kaliningrado". Razona que para eso cambiara debería haber "un conflicto bélico, uno entre Rusia y la OTAN", algo que espera que no ocurra nunca.

Ecos de la Segunda Guerra Mundial

Aunque actualmente el legado alemán es principalmente arquitectónico e histórico, Kaliningrado fue durante siglos germano. Establecida como base de los cruzados contra los paganos bálticos, la entonces llamada Köningsberg fue habitada por alemanes hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Existió incluso un partido político que pedía convertirse en estado independiente, el Partido Republicano Báltico, aunque fue ilegalizado en 2005. Parodiando los referéndums de las regiones ucranianas de Donetsk, Jersón, Zaporiya y Lugansk, ciudadanos checos hicieron una votación para reclamar para sí el enclave, algo que no pasó de una mera broma. 

Justamente en las antípodas del planeta se encuentran las islas Kuriles, que fueron parte de Japón hasta 1945. La Unión Soviética se quedó con este archipélago del Pacífico tras la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo con los acuerdos de paz de San Francisco. Aún a día de hoy Tokio tiene reclamaciones sobre algunas de estas islas y sigue pidiendo a Moscú que las devuelva, argumentando que cuando se firmó la paz se cedieron los territorios que conquistó el imperio japonés durante su época más expansionista y parte de las islas formaban parte del país nipón antes de su deriva fascista en los años 30.

Tensión histórica

Incluso con países afines podrían existir dichas reclamaciones. Crimea, la joya de la corona de Rusia, recibida a bombo y platillo por el oficialismo, fue el territorio más al norte del imperio otomano. Además de estar, hasta el siglo XVII, controlada por Ankara, hay que tener en cuentra que la minoría nativa de esta región es la de los tártaros de Crimea, un pueblo túrquico. Algunos grupos pannacionalistas turcos quieren reunir el "Gran Turan", un mayor acercamiento entre los diferentes pueblos túrquicos y este podría ser un argumento para que se pidiera un regreso del territorio a Turquía, aunque el actual presidente, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado más de una vez que Crimea es de Ucrania.

El caso más llamativo y con menos posibilidades de resultar un peligro es el de Mongolia. Actualmente un pez pequeño en un estanque de gigantes entre Rusia y China, antaño los mongoles fueron los dueños de prácticamente casi toda Asia y buena parte de Europa. El imperio mongol logró en la Edad Media derrotar a la Rus de Kiev (antecesora de Rusia) y someterla. Además de las lejanas reclamaciones históricas, Ulan Baator podría esgrimir la protección de minorías de etnias mongoles como los buriatos o los tuvanos. Fundaciones como Free Buryatia –tildada de agente extranjero en Rusia– señala que en el frente ucraniano las unidades donde hay buriatos mobilizados hay un índice de mortalidad muy elevado.

La históricamente neutral Finlandia podría reclamar para sí Karelia, por ser parte de un pueblo hermanado con ellos. Al otro lado de Rusia está la región de Manchuria, que actualmente se reparten China y el país euroasiático, y que es la patria ancestral de los manchúes que unificaron el Gran Qing, uno de los antecesores de la República Popular de hoy en día. Ninguno de estos países, a parte de Japón por la vía diplomática, ha hecho públicas sus intenciones de hacer crecer sus fronteras a costa de Rusia, mientras políticos y propagandistas rusos piden más territorios que fueron parte de la URSS. El caso más reciente fue el expresidente Dmitri Medvedev, que presentó un mapa de cómo cree que debería ser Rusia, absorbiendo la mayor parte de lo que hoy en día es Ucrania.