Malestar social

La huelga de los ferroviarios colapsa una Alemania crispada por las protestas

Las estaciones de tren aparecían este miércoles vacías y con un servicio mínimo, tanto para los de largo recorrido como regionales o cercanías

Un pasajero camina por la plataforma de la principal estación de trenes de Hamburgo.

Un pasajero camina por la plataforma de la principal estación de trenes de Hamburgo. / EFE

Gemma Casadevall

Los maquinistas de la red de ferrocarriles alemanes --Deutsche Bahn, DB-- han iniciado una huelga nacional de tres días que, además de paralizar el tráfico ferroviario, acrecienta la crispación precipitada por la campaña de protestas de los agricultores. Las estaciones de tren aparecían este miércoles vacías y con un servicio mínimo --solo circularon uno de cada cinco ferrocarriles--, tanto para los de largo recorrido como regionales o cercanías. Es la tercera campaña de huelgas lanzada por el sindicato de los maquinistas, GDL, que representa a unos 10.000 afiliados y que ya en diciembre y noviembre pasados pararon durante varios días.

La dirección del GDL considera una "provocación" la última oferta de la patronal y ha convertido en su caballo de batalla la demanda de una reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales, sin recortes de salario, frente a las 38 actuales. Es la reivindicación principal del líder sindical, el mediático Klaus Weselsky, que ha logrado para su convocatoria un respaldo del 97% de los afiliados consultados. Es un colectivo minoritario dentro de la plantilla de los 221.000 empleados de la DB en Alemania, pero que hace valer la posición de fuerza propia de los maquinistas.

Los anteriores parones ferroviarios fueron asumidos con resignación por los ciudadanos, a los que la Deutsche Bahn ofrece el reembolso íntegro de los billetes adquiridos o el cambio sin costes para otra jornada. Pero la actual huelga coincide con los bloqueos de los tractoristas iniciados el pasado lunes, extendida por toda Alemania y que se prolongará previsiblemente hasta el próximo lunes. La confluencia de la huelga ferroviaria y del campo ha generado incidentes entre huelguistas y conductores que han tratado de romper los bloqueos.

La revuelta del campo alemán

El campo alemán inició sus movilizaciones el pasado diciembre, tras anunciar el Gobierno de Olaf Scholz el recorte en las subvenciones al diésel agrícola. Es una de las medidas decididas al cierre de 2023 por su tripartito entre socialdemócratas, verdes y liberales. El detonante era una sentencia del Tribunal Constitucional que bloqueó 60.000 millones de euros por considerar que vulneraban el freno a la deuda. Scholz se ha comprometido a respetar ese instrumento, presionado por sus socios liberales, para lo que serán necesarios recortes en sucesivos departamentos y especialmente en Protección del Clima. El campo alemán advierte que la supresión de beneficios fiscales a su actividad pone en peligro su subsistencia.

A las primeras movilizaciones de los tractoristas respondió Scholz rectificando algunas de las medidas anunciadas. Pero el campo pide más apoyo. En sus marchas se han mezclado formaciones de ultraderecha, ansiosas de capitalizar todo voto de protesta contra la coalición de Scholz, que se encuentra en caída libre en los sondeos. Ha habido amagos de escraches y abucheos masivos contra el ministro de Economía, Robert Habeck, y el de Agricultura, Cem Özdemir, ambos de los Verdes. El presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, ha advertido contra la creciente agresividad que se respira en las protestas y de los mensajes de odio incluidos en sus consignas. Las organizaciones de agricultores se han distanciado de los radicales que se mezclan en sus concentraciones, pero insistido en que defenderá sus intereses con o sin la presencia de esos infiltrados.