ORIENTE PRÓXIMO

Gaza: morir y matar

La historia de Franja en el último siglo, desde 1948 hasta hoy, se cuenta como una sucesión de bloqueos, violencia, muerte y pobreza

Bomberos trabajan para sofocar un fuego tars un ataque de Israel sobre Gaza.

Bomberos trabajan para sofocar un fuego tars un ataque de Israel sobre Gaza. / EFE

Joan Cañete Bayle

El 1 de julio de 1994, Yasir Arafat aterrizó en un helipuerto de la franja de Gaza, besó el suelo, hizo el símbolo de la victoria con la mano y la locura y el caos se desataron entre las decenas de miles de palestinos que acudieron a dar la bienvenida al rais. Las imágenes de la quintaesencia del terrorista convertido en estadista y premio Nobel de la Paz en su regreso a tierra palestina fue retransmitida por centenares de periodistas convencidos, como todo el mundo entonces, de que aquel era un momento histórico y, sobre todo, irreversible, que por fin la paz entre palestinos e israelís era un hecho, y que empezaba en Gaza. 'Primero, Gaza' se llamaba la fase de aplicación de los acuerdos de Oslo por la cual el Ejército israelí se replegaba de la franja y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) asumía su administración. Entonces, a la ANP se la llamaba “embrión del futuro Estado palestino”. 

Diez años después, el 12 de noviembre de 2004, el cadáver de Arafat sobrevoló Gaza en helicóptero en su último viaje. Después de morir en un hospital de París y de recibir un funeral de Estado en El Cairo, Arafat regresaba a tierra palestina para ser enterrado en Ramala. Los habitantes de Gaza, bloqueados en la franja por el Ejército israelí, no estaban autorizados a acudir al funeral en Cisjordania. Como despedida, los pilotos egipcios efectuaron un vuelo rasante sobre Gaza. Decenas de gazatís se despidieron de Arafat en un cortejo fúnebre sin cadáver.

Entre una escena y otra, caben el colapso de los Acuerdos de Oslo y de la esperanza de paz, el desmoronamiento de la ANP y el auge imparable de Hamás. Para Gaza, los años de la segunda Intifada fueron de violencia y bloqueo, de muerte y miseria. Pero por muy duros que fueron, serían solo los prolegómenos de tiempos aún más críticos, los años de la guerra civil y el bloqueo internacional, que llegarían a partir de la victoria de Hamás en las últimas elecciones palestinas celebradas hasta la fecha, en el 2006. Porque la historia de Gaza en el último siglo, desde 1948 hasta hoy, se cuenta como una sucesión de bloqueos, violencia, muerte y pobreza.

"Me gustaría que Gaza se hundiese en el mar, pero eso no va a suceder, así que hay que encontrar una solución”, dijo en 1992 Yitzaak Rabin, primer ministro israelí, compañero en el premio Nobel de la Paz con Arafat, y asesinado por radicales judíos por su intento de firmar un acuerdo de paz con los palestinos. Ni Gaza se hundió en el mar ni Israel ha encontrado una solución, así que la franja se desangra. Eso sí, siempre que puede, hace sangrar a Israel.

El intento de Sharon

El último intento israelí de deshacerse de parte de los territorios ocupados en 1967 tuvo a Gaza como principal escenario. En agosto del 2005, el primer ministro, Ariel Sharon, dedicó toda su energía y capital políticos (enormes en ambos casos) a la tarea de establecer de forma unilateral las fronteras de Israel. Ordenó el desalojo de 9.000 colonos en Gaza y de un puñado de colonias de Cisjordania para quedarse con el resto.

El desalojo en Gaza fue un trauma nacional. La imagen de soldados y policías expulsando de sus casas a los colonos que el propio Estado había incentivado a instalarse en Gaza aún permanecen hoy en la psique israelí. Sólo una vez antes Israel había abandonado territorio conquistado (el Sinaí), y muchos lo consideraron como un síntoma de debilidad y una traición al ideario sionista. Fue la forma con la que Sharon intentó encontrar una solución para Gaza, después de no haber podido hundirla en el mar durante la segunda Intifada con sucesivas operaciones militares, bloqueos, cierres, toques de queda y asfixia económica y humanitaria. 

Fue el segundo desalojo de Gaza. El primero había sucedido cuando los soldados abandonaron las ciudades a causa de los acuerdos de Oslo. La periodista israelí Amira Haas describe esos días de forma magistral en su libro ‘Drinking the sea at Gaza’. Fue un breve momento de euforia que pronto se desvaneció por la pugna de Hamás con la ANP y los problemas insalvables con los que chocó el proceso de Oslo. Fue una brizna de optimismo en una tierra de ocupaciones.

Gazacíes abandonan el norte de Gaza

Gazacíes abandonan el norte de Gaza / Mohammed Talatene/dpa

En 1948, miles de refugiados palestinos expulsados de lo que hoy es Israel se asentaron en la franja. En 1967, Israel ocupó militarmente ese territorio junto a Cisjordania, Jerusalén Este y el Golán. En 1987, la insoportable relación entre ocupantes y ocupados dio lugar al estallido de la primera Intifada en uno de los campos de refugiados de Gaza, el de Jabalia.

En el 2006, cuando el plan de Sharon se hundió en el mar, empezó el bloqueo de Gaza. En el 2007, la guerra civil entre Hamás y Al Fatah larvada durante años, acabó con la victoria islamista. En 2008, 2012, 2014 y 2021, sucesivas operaciones militares israelís como respuesta a ataques de Hamás y la Yihad Islámica sembraron la destrucción y causaron la muerte de miles de personas, la mayoría civiles, muchos de ellos niños.  

Hoy, suele decirse que Gaza es “la mayor cárcel del mundo a cielo abierto”. Destruida, sin infraestructuras, dependiente de la ayuda internacional, bloqueada por Israel, en manos de Hamás, sumida en la miseria y la desesperanza. Y aun así, o tal vez a causa de ello, sigue teniendo la capacidad de morir matando.