Guerra en el este de Europa

El Dniéper, la nueva 'línea Maginot' para las tropas del Kremlin

Rusos y ucranianos se miran de reojo y se bombardean, sin prisa pero sin pausa, desde ambas orillas del cauce fluvial más largo y caudaloso

Soldados del 128 Batallón de la Defensa Civil de Ucrania en un entrenamiento no lejos del río Dniéper.

Soldados del 128 Batallón de la Defensa Civil de Ucrania en un entrenamiento no lejos del río Dniéper. / ROMÁN SUMKO

Marc Marginedas

Es la guerra al ralentí. O lo que es lo mismo, la pugna bélica a cámara lenta, la acometida gota a gota o la erosión gradual y paulatina del enemigo, materializada, eso sí, gracias la artillería, el arma más mortífera y eficaz en esta guerra de desgaste en que se ha convertido la contienda de Ucrania

. Y ello, pese a que el terreno es plano como una balsa de aceite, sin colinas o posiciones defendibles, ni tampoco vegetación espesa, lo que en lenguaje militar equivale a espacio perfectamente propicio para cualquier avance relámpago de columnas de blindados, una práctica muy del gusto del Kremlin a la que las tropas rusas recurrieron, con escaso éxito, en la fase inicial de la invasión de Ucrania

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El responsable de que rusos y ucranianos mantengan desde noviembre, en el frente de Jersón, semejante actitud de verlas venir, mientras se observan obsesivamente de reojo desde sus posiciones, es el Dniéper, el cuarto río más largo del continente europeo. Con su caudaloso cauce de un kilómetro de ancho y su tupida red de pantanos y canales paralelos, se ha convertido en una especie de 'línea Maginot' para las tropas del Kremlin. También hace momentáneamente de nueva frontera -no reconocida por ningún estado del mundo- entre ambos países, en una demarcación, por el momento insalvable para ninguno de los dos contendientes, desde que a mediados del otoño pasado los mandos militares rusos ordenaran evacuar la orilla derecha del cauce fluvial, incluyendo la capital provincial homónima. "El río hace más difícil cualquier operación bélica", admite el sargento Pavlo Martseniuk, del 128 Batallón de la Defensa Territorial, en un punto indeterminado del frente de Jersón.

Artillería rusa

A decir de este veterano suboficial de artillería, las fuerzas rusas acumulan en la orilla izquierda baterías BM- 21 Grad y lanzacohetes BM-30 Smersh, entre otras piezas de artillería. Las primeras pueden alcanzar un objetivo "a 20 kilómetros" de distancia, mientras que las segundas tienen un radio de acción de "unas siete decenas de kilómetros", continúa. La diferencia de la intensidad de los combates artilleros que aquí tienen lugar con lo que sucede en estos momentos en los frentes bélicos del este es abismal. "Soy artillero, y considero que un bombardeo de artillería es intenso cuando caen miles de proyectiles diarios; aquí estamos hablando de decenas", concluye.

Su comandante, el coronel Oleksándr Positko, corrobora lo dicho por su suboficial y detalla cómo han diseñado las fuerzas rusas sus líneas de defensa en el margen contrario. "Junto a la orilla han cavado trincheras, donde han posicionado a soldados procedentes de la movilización, aunque al mando se se halla un comandante con gran experiencia; después, a una distancia de entre dos y 10 kilómetros, han desplegado la artillería" con la que bombardean cansinamente, según se deduce de sus palabras.

Tanto Martseniuk como Positko dudan que el Ejército ruso vuelva a intentar cruzar el río, y coinciden en afirmar que su retirada de noviembre fue un movimiento inteligente que evitó un descalabro mayor. "Solo tenían dos opciones, o retirarse o morir", coinciden ambos. Y como prueba de lo insostenible que era la situación de su enemigo hace unos pocos meses, de que la muerte les podía llover del cielo a los soldados del Kremlin en cualquier momento, el sargento Martseniuk señala una casa, destruida certeramente en medio de la aldea donde el 128 Batallón de la Defensa Territorial ha establecido su base. "Mire, allí se habían establecido chechenos durante la ocupación; con los HIMARS" -sistemas lanzamisiles capaces de alcanzar un objetivo a decenas de kilómetros de distancia con unos metros de margen de error- "el Ejército ucraniano destruyó el lugar sin provocar daños colaterales", continúa. Y mientras espera a que algo pase, -una operación anfibia, por ejemplo- el coronel Potseniuk se afana en preparar a sus hombres, un Ejército con escasa experiencia y formado por actoresjuristas o empresarios, para cualquier tentativa enemiga desde el otro lado del río: "tenemos que estar preparados para todo", concluye.