ENTREVISTA

Steven Lee Myers: “Putin no es un comunista, más bien un conservador”

Entrevista con el excorresponsal en Moscú y autor del libro El nuevo zar, auge y reinado de Vladímir Putin

El presidente ruso Vladímir Putin durante un discurso

El presidente ruso Vladímir Putin durante un discurso / /Kremlin/dpa

Mario Saavedra

Mario Saavedra

En sus primeros años como presidente, Vladímir Putin lideraba el país con dureza, aunque sin ideología clara. Pero desde 2012, cuando volvió a la presidencia tras cuatro años como primer ministro, empezó a promover una componenda ideológica que le permitiera justificar su permanencia como máximo líder: una mezcla de conservadurismo (promoción de la familia y legislaciones anti-LGTBi), creencias religiosas ortodoxas y una visión paranoica de Occidente. Así ve al hombre que tiene al mundo en vilo el periodista estadounidense Steven Lee Myers. Fue corresponsal en Moscú del New York Times entre 2002 y 2007, en los primeros años de Putin; y luego entre 2013 y 2014, cuando inició la guerra del Donbás. Sus experiencias le llevaron a escribir la biografía El nuevo zar, auge y reinado de Vladímir Putin. Lee Myers trata de desmontar la caricatura que se hace del líder ruso como un supervillano hollywoodiense. Atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por videoconferencia desde Seúl.

Conociendo a Putin como lo conoce, ¿fue una sorpresa para usted la invasión o le encaja en la idea que tiene de él?

Ha sido un shock para mí, como para todo el mundo. No esperaba una invasión total sobre un país europeo. Pero si miramos hacia atrás, la semilla de lo que ocurre ahora siempre ha estado ahí. Estuve en Moscú cubriendo las reacciones a la primera convulsión política en Ucrania, la revolución naranja de 2014. Hubo protestas masivas en Kiev y finalmente el Tribunal Supremo ucraniano anuló la segunda vuelta de las presidenciales [en las que había ganado el líder prorruso Yanukóvich] y ordenó una nueva votación. La reacción de Putin fue un punto y aparte en su liderazgo. Estaba furioso.

Aquellos años fueron el origen de la guerra que vivimos hoy…

Ucrania siempre ha sido una obsesión para Putin. Creció con la idea de que Ucrania era parte de la hermandad soviética. Su luna de miel la pasó allí. Con el tiempo su visión fue deviniendo menos en una de hermandad soviética y más en una de mística unidad de Rusia y Ucrania. Lo dijo en su discurso antes de la invasión: Ucrania era en realidad una parte eterna de Rusia. Eso ya se lo había dicho a George Bush en 2007. 

¿Cree que está loco, que el aislamiento del covid le ha afectado para mal?

No soy médico, ni tampoco lo son quienes dicen que está loco. La cuestión no es si Putin es inestable mentalmente. Opera dentro de una lógica que para él tiene sentido. Es muy paranoico con Occidente y la OTAN como enemigo número uno. Creció así. Ese pensamiento está muy metido en su cabeza. Para nosotros puede parecer irracional o loco, pero para él todo tiene sentido. Nosotros no creemos que la OTAN vaya a atacar Rusia, pero él sí. 

Entender si nos enfrentamos a un actor racional o uno irracional es importante, por ejemplo, para saber si va a usar armas nucleares tácticas o no. Si actúa de forma racional, no tendría sentido. Pero si es irracional, no podemos anticipar cómo reaccionar.

Sí, la pregunta es relevante. Estoy seguro de que hay gente en las agencias de inteligencia tratando de analizar esa misma cuestión para saber qué hacer y qué no. La doctrina rusa sobre el uso de armas nucleares en realidad siempre ha sido un poco loca. Se habla de MAD (loco, en inglés) que son las siglas de Destrucción Mutua Asegurada. 

Esta semana, el principal asesor económico de Putin, Anatoli Chubais, ha dimitido de su cargo y ha salido de Rusia. ¿Cree que será el primero de muchos? ¿Contempla la posibilidad de que le abandonen sus aliados más cercanos?

En realidad, Chubais ha estado siempre en la periferia del círculo de Putin. Fue una figura importante en su momento para la evolución económica de Rusia tras el colapso de la URSS. Pero no es un asesor central o del círculo más cercano. Parece que hay recelos contra la guerra, pero no veo una oleada de dimisiones en el engranaje político creado por Putin. Se especula con que puede haber un golpe de Estado. Puede ocurrir, pero es difícil de imaginar que haya gente preparando una rebelión contra un líder que ha consolidado su poder durante años. 

En Europa hay cierto debate: ¿es Putin un comunista, un conservador, o ninguna de las dos cosas? 

Definitivamente no es comunista. No creo que fuera un comunista muy leal ni siquiera cuando era un agente de la KGB y miembro del Partido Comunista. No creo que piense en esos términos. Probablemente sea más bien un conservador. Aunque en esto ha evolucionado. Siempre pensé que es más bien un tecnócrata al que se le daban muy bien los detalles, conocía los recursos del país o los detalles de los contratos de gas. Es visto como un buen director, y eso fue clave en su éxito inicial. Cuando volvió tras dejar la presidencia y ejercer como primer ministro durante cuatro años [2008-2012], lo hizo con una veta más ideológica, para justificar la prolongación de su mandato. Fue entonces cuando encontró esa voz conservadora, cuando emprendió la ola antigay e impulsó los valores familiares. Eso no lo veías en la primera época. Algunos especulan si estuvo siempre ahí, porque es un creyente ortodoxo firme. Su madre lo bautizó en secreto cuando era pequeño, y él conserva la cruz que ella le dio. Se presenta con un aura de zar, no de líder electo, con una visión milenaria de que está protegiendo a Rusia de un occidente decadente. 

¿Qué hay de su fortuna? Es muy difícil saber cómo de rico es.

Hay varias cifras que provienen de las fuentes de inteligencia de diversos países. Pero no sé si me creo esa visión propia de un cómic de que es un dictador que cuenta por las noches sus montañas de oro, o los extractos de su cuenta secreta suiza. Está claro que la gente de su alrededor, sus amigos y sus familiares han amasado unas fortunas increíbles y muchos activos. No creo que le interesen los yates ni que tenga una fortuna amasada en algún lugar porque, ¿cómo va a usarla? La gente conectada con él ha hecho fortunas, eso está claro. Su compañero de judo es uno de los hombres más ricos de Rusia en estos momentos.

¿Alguna experiencia que le marcara especialmente y que le llevara a escribir una biografía sobre Putin?

Veía que se le trataba como una caricatura, un villano de Hollywood o de James Bond, y eso me parecía una forma muy simplista de verlo. Creció en un apartamento comunitario en San Petersburgo tras la guerra (su familia sobrevivió al sitio del entonces Leningrado), en la pobreza comunista. Sin embargo, él lo recuerda con cariño. Se hizo parte de la KGB porque le inspiró una película. Tenía esta visión romántica de servir a una causa mayor. Pero no era una persona ambiciosa. Otras figuras políticas se involucraron en el avance y las reformas del país cuando cayó la URSS. Él no. Él era un apparátchik (un funcionario profesional), no un líder ambicioso. Muchos no están de acuerdo, pero yo creo que fue presidente por accidente. Nadie creyó que fuera a sobrevivir más de unos meses cuando fue elegido. De alguna forma consiguió el trabajo, se consolidó y 22 años después sigue, liderando el país de forma desastrosa, pero como líder único e incontestado. 

¿Cómo va a terminar todo esto? ¿Hay una salida “digna” para él?

Es difícil de imaginar cómo puede terminar bien esta situación para Putin. Creo que no ha calculado correctamente la resistencia de los ucranianos. Se ha equivocado por ideología y por ese desprecio casi racista que tiene contra ellos. Piensa que no tienen identidad nacional. Tampoco calculó bien cómo iba a reaccionar Occidente. Cuando se quedó con Crimea [en 2014], sobrevivió a las sanciones duras que le pusieron entonces. En la invasión de Ucrania creyó, primero, que ganaría la guerra fácilmente; y, segundo, que iba a sobrevivir a la reacción de Occidente. La unidad de Occidente y de países de Asia, como Japón, Corea del Sur o Singapur parecen haberle pillado por sorpresa. Y ahora tiene el país totalmente aislado y sufriendo consecuencias catastróficas. Probablemente está analizando la mejor forma de acabar con esto. Pero cuando habla, no da muestras de dar marcha atrás. Creo que esto va a terminar con el Ejército ruso exhausto, sin poder alcanzar sus objetivos. Si tuviera que apostar, diría que terminará como en el Donbás hace ocho años: una línea roja de alto el fuego. Rusia a un lado, Ucrania al otro, y el conflicto congelado. Similar a las dos Coreas o a Armenia y Azerbayán.