SUMISIÓN QUÍMICA

Aterrorizar a las mujeres, agresión sexual o robos: expertos investigan qué hay detrás de la oleada de pinchazos en fiestas

Sea cual sea el motivo, las expertas piden que se deje de poner el foco en la víctima y se comience a poner en el agresor

Sumisión química: Cómo se detecta y cuáles son los síntomas que deben alertarte

Sumisión química: Cómo se detecta y cuáles son los síntomas que deben alertarte / PORNSAWAN

Ágatha de Santos / Marian Rosado Gallardo

Las denuncias de pinchazos a mujeres en zonas de ocio no paran de aumentar en todo el país, lo que ha despertado alarma social ante una posible ola de casos de sumisión química. Pero ¿se corresponden con la sumisión química? ¿Qué móvil hay detrás de ellos? Algunos expertos apuntan a una humillación sobre la mujer, otros al abuso sexual y la Policía baraja que se pueda tratar de vandalismo. Pero en todo caso, las expertas piden que se deje de poner el foco en las precauciones que deben tener las mujeres y que se empiece a ponerlo sobre el agresor.

Jesús Cancelo, psicólogo clínico y director de Alborada, se inclina más por pensar que los casos que se están denunciando responden a otro tipo de finalidad. “Por el tipo de pinchazo que es, parece más un acto de poder sobre la mujer, de humillación, que de sumisión química”, afirma. No obstante, matiza que es necesario investigar cada caso para llegar al fondo del asunto. “El problema es que hay muchos tipos de sustancias tóxicas que no dejan rastro en el organismo, por lo que un ataque de sumisión química es muy difícil de demostrar”, comenta.

Respecto a esto, recuerda que un estudio europeo que analizó algo más de doscientas muestras de víctimas de sumisión química solo halló rastro de sustancias químicas en un 1%, bien porque se perdió el rastro de la sustancia al cabo de unas horas o bien porque no se inoculó ninguna. Para detectar las sustancias que se emplean en la sumisión química también es necesario contar con la tecnología adecuada, algo que lo que no cualquier laboratorio dispone, según Cancelo, lo que puede retrasar las pruebas y permitir que el rastro de la sustancia desaparezca, por lo que sería indetectable en el análisis toxicológico.

"Que el análisis dé una toxicología negativa no significa que no haya habido sumisión química"

— María Ibáñez, médica forense

Muy difícil de identificar

Lo que a este experto le hace sospechar también que tal vez no se trate de ataques de sumisión química es que este método delictivo tiene dos móviles: cometer una agresión sexual o un robo, y ninguna de las víctimas de pinchazos ha denunciado ninguno de estos delitos. Otro aspecto es el pinchazo en sí mismo. Explica que para inyectar una sustancia química se requiere una aguja de mayor calibre que la que parece que se está empleando en estas agresiones y también más tiempo para que se pueda introducir la cantidad suficiente de droga para anular la voluntad de la víctima

“Estos pinchazos son tan pequeños que se está pensando que se están realizando con algún instrumento punzante o con bolígrafos de insulina, que tienen microagujas, lo que no es suficiente para lograr una sumisión química”, opina. El especialista alerta de que esta práctica pueda tener un efecto de imitación y que aumente el número de víctimas, al mismo tiempo que teme que pueda distraer del verdadero modus operandi de la sumisión química, que es diluir una sustancia química en la bebida de la víctima.

La droga más corriente en esta práctica delictiva es el alcohol, que puede mezclarse con bezodiacepinas –calmantes y sedantes–, muy fáciles de conseguir y también de administrar, y que producen automatismo y amnesia”, explica. Por ello, recomienda no perder nunca de vista la consumición. En efecto varios estudios realizados en España, constatan que el alcohol está presente en un 80% de los delitos de sumisión química, y el 20% restante corresponde a las benzodiacepinas, el GHB o éxtasis líquido, la ketamina y, en menor medida, la burundanga.

Y es que, a pesar de la oleada de denuncias por pinchazos, las vías más rápidas y comunes para drogar a una persona son, tal y como advierten los expertos, a través de la bebida, esnifando o intravenosa. Además, tanto en casos de sumisión química como en otros de abusos y agresiones sexuales, en el 80% están implicados conocidos de la víctima en lugar de desconocidos con los que se han cruzado por casualidad.

Causar el pánico entre las mujeres

Por su parte, el catedrático de Medicina Legal por la Universidad de Granada, José Antonio Lorente, atribuye estos pinchazos a ganas de asustar a las mujeres. Este experto opina que “es muy difícil” que con la nueva vía del pinchazo pueda haberse generado una sustancia que no esté controlada en los análisis toxicológicos y advierte también de un posible efecto imitación para “originar pánico”.

Un señalamiento a la cultura de la violación que también hace Elena Rodríguez, miembro de Mujeres Abolicionista de Extremadura: "Es lo mismo de siempre. La misoginia que hay en la sociedad en la que vivimos y que impregna la cultura, la música, los videojuegos...", afirma. Para Rodríguez, los pinchazos son la última muestra de los "ritos de iniciación" en los que se involucran chicos jóvenes: "Es un ‘salir de caza’. No sé si es tanto por la sumisión como por hacernos estar siempre alerta y pasárselo bien a nuestra costa, porque pueden, porque es el privilegio que tienen", señala. "Con la sumisión química en la bebida no te da tiempo a reaccionar como sí te lo da el hecho de sentir un pinchazo. Creo que es una manera más de sembrar el terror en las mujeres, de lo que las feministas llamamos el terrorismo machista que nos obliga a estar siempre alerta", añade.

En cualquier caso, el director de Alborada entiende que no hay que poner en duda ningún testimonio y que hay que adoptar las medidas necesarias para proteger a las mujeres hasta que se sepa exactamente qué ha pasado. Además, los juristas inciden en que Independientemente de si son por sumisión química o no, los pinchazos constituyen un delito leve de lesiones según el Código Penal.

Por su parte, los gobiernos de varias comunidades han puesto ya manos en el asunto. La Generalitat de Cataluña ha actualizado su protocolo sobre la sumisión química y Andalucía prepara uno. También el PP ha reclamado que el Ministerio de Sanidad cree un protocolo de respuesta “uniforme” ante el aumento de pinchazos en todo el país.

La Policía cree que responden a una ola de vandalismo

La Policía Nacional y la Guardia Civil llevan en alerta desde hace semanas ante las denuncias de pinchazos a mujeres con fines de sumisión química. El inicio de esta ola se registró en Pamplona durante los últimos Sanfermines, el mismo lugar y momento en el que se produjo la violación grupal más mediática, la de la Manada, y que supuso un punto de inflexión en el movimiento feminista.

Solo un caso, el de una niña de 13 años en Gijón, arrojó un resultado positivo en sustancias tóxicas, concretamente éxtasis (MDMA). La policía aún investiga cómo llegó el estupefaciente a su torrente sanguíneo. El caso está siendo investigado por la Policía Nacional, que centra las sospechas en un hombre de unos 45 años que pudo ser visto por varios testigos y la víctima cuando le pinchó a la altura del gemelo. En el resto de los casos denunciados, que se cifran ya en varias decenas, no se ha encontrado ni rastro de drogas. Tampoco esos picotazos se han visto seguidos de abusos o agresiones sexuales. Ni siquiera de intentos.

Sin embargo, la médica forense María Ibáñez aclara "Que el análisis dé una toxicología negativa no significa que no haya habido sumisión química" y que, en todo caso, la celeridad que es esencial para lograr detectar cualquier rastro de sustancia toxicológica que pueda quedar en el cuerpo de la víctima. Esta experta subraya que este fenómeno aún es «una cosa muy imprecisa y muy complicada» y señala que, a nivel científico, hay que esperar a tener una serie de casos para poder realizar un análisis completo.

Fuentes de ambos cuerpos policiales, que no dudan de la palabra de las chicas, sino del objetivo de los atacantes, coinciden en el análisis: temen que se trate de una moda propagada a través de algunas redes sociales en las que grupos de jóvenes, a veces para asustar a las mujeres y otras por un macabro y necio sentido del humor, estén agrediendo a chicas en lugares muy concurridos con objetos punzantes, sin llegar a inocular nada. Especialistas policiales en cibercrimen rastrean internet en busca de trofeos de esas hazañas en forma de fotos o vídeos, aunque sin éxito de momento.

"Es un ‘salir de caza’. No sé si es tanto por la sumisión como por hacernos estar siempre alerta y pasárselo bien a nuestra costa, porque pueden, porque es el privilegio que tienen"

Por esta falta de información más concreta es por la que, señala Ibáñez, no se puede saber aún con certeza si el pinchazo "es para inyectar algo o tiene más bien un efecto intimidatorio". Punto en el que concuerda Contreras: "Lo que se teme es que tengan como objetivo el sometimiento químico, pero tampoco sabemos si en algunos casos se trata de una broma macabra", deplora.  

Dejar de poner el foco en la víctima

Lo cierto es que, sea con el fin de intimidar, de causar pánico, de agredir sexualmente o de robar, las víctimas son en la grandísima mayoría de los casos mujeres. Y de nuevo, se está cometiendo el mismo error que durante muchos años hemos cometido con las violaciones: poner el foco en las víctimas en lugar de en los agresores. Que las mujeres salgan acompañadas, que tengan precaución, que no beban o que no salgan a fiestas y festivales han sido algunas recomendación que se ha hecho a las víctimas. Sin embargo, son pocos los que hablan de registrar a las personas antes de entrar a las discotecas, por ejemplo.

Y es en el foco en donde inciden cada vez más mujeres y organizaciones: "Nosotras ya estamos muy aleccionadas, ya sabemos que tenemos que tener cuidado con nuestro vaso, que tenemos que estar alerta si vamos solas. Ahora qué: ¿Salimos con un escudo? ¿Con un yelmo? Nos gustaría que se pusiera el foco en los agresores y que se eduque a los chicos", expone Pura Márquez, asesora jurídica de la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura (Adhex).

Márquez cree que se debe pasar a la acción y, de ser necesario, establecer controles de acceso y cacheos para vigilar qué entra en los locales: "También es fundamental que los protocolos que hay se pongan en funcionamiento de verdad", dice. La asesora jurídica lamenta además que las víctimas aún se sientan inseguras a la hora de denunciar porque se sienten juzgadas: "Se escrutina si iban borrachas, drogadas. Son doblemente víctimas mientras que al agresor no se le analiza". Márquez señala a la falta de una educación sexual y a la penetración del porno entre los chavales: "Se promueven relaciones con chicas sumisas, drogadas, inconscientes", expone.