RUGBY

Crónica reposada del 6 Naciones 2024 (3ª jornada): La Calcuta se empadrona en Edimburgo y palo a Francia

Cuarto triunfo consecutivo de los escoceses sobre Inglaterra con tres ensayos de Van der Merwe

Irlanda sigue su camino hacia el Grand Slam y ganó a Gales con bonus ofensivo en la última jugada

Una patada con el tiempo cumplido al palo impidió a Italia ganar en Franncia

James Robson, doctor de la seleccion de rugby de Escocia con la Calcutta

James Robson, doctor de la seleccion de rugby de Escocia con la Calcutta / Scottish Rugby

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Este fin de semana se disputó la 3ª jornada del 6 Naciones. Una fecha que tenía en el Escocia-Inglaterra el plato fuerte, con nueva victoria escocesa en la Calcuta. Además, Italia empató con Francia, quedándose a las puertas de una victoria histórica; e Irlanda reforzó su condición de favorita ante Gales y ya es la única selección con pleno de victorias.

ESCOCIA-INGLATERRA

En la vida uno suele recoger lo que siembra. El sábado en Murrayfield tuvimos dos ejemplos, el del doctor James Robson y el Duhan van der Merwe. Empecemos por el galeno. Robson ha sido el doctor de la selección escocesa de rugby durante los últimos 30 años, el ángel de la guarda de cientos de jugadores a los que ha curado, recuperado y hasta resucitado para seguir haciendo lo que más les gusta: jugar el rugby. Este año ha anunciado que se despide y ayer los jugadores quisieron ponerle en el centro del foco para agradecer todo lo que ha hecho por ellos en estas tres décadas. Así que cuando fueron a posar en el césped con la Calcuta, el titánico Pierre Schoeman lo subió sobre sus hombros y lo levantó con la Copa ante la algarabía de sus compañeros. Robson, si se me permite el brindis a los nuestros, viene a ser lo que en el vestuario de los Leones son el entrañable Ángel de Lanuza, la doctora Carmen León o el gran Roberto Murias. Hoy Robson aparece en las portadas de periódicos de medio mundo.

El segundo caso es el de Duhan van der Merwe, el exterminador de Inglaterra en el partido de ayer con tres ensayos, lo que nunca había conseguido un escocés en la Calcuta. Van der Merwe es un sudafricano que llegó a Escocia maltrecho y con los ánimos por los suelos. Nada que ver con nacionalizaciones rutilantes anunciadas a bombo y platillo en este rugby global. Al chico, que en 2014 tenía 17 años, le vimos salir del banquillo en la final del Mundial Júnior de Auckland, cuando la Inglaterra capitaneada por Maro Itoje ganó (21-20) a la Sudáfrica de Handré Pollard. Luego Pollard se vengaría de Itoje en la final de la Copa del Mundo absoluta cinco años después. El técnico sudafricano Jack White lo reclutó para el Montpellier más bokke que se ha conocido en 2016 y Duhan se animó a vivir la aventura francesa. Pero en 2017 llegó a Edimburgo en mal estado. El equipo escocés le hizo una oferta pese a sufrir una lesión de cadera con cirugía incluida. Una lesión que le impidió superar la revisión médica. Y aUn así, el técnico Richard Cockerill apostó por él y le firmaron un contrato. “Tengo una gran deuda con Richard. Edimburgo pasó mucho tiempo trabajando conmigo para que me recuperase. Sólo quería tener el balón en mis manos y correr, y cuando dejé atrás mis problemas de lesiones, todo empezó a ir bien”, recuerda. Fue tan bien la cosa que estuvo cuatro años jugando al pie de su majestuoso castillo, hasta que en 2021 se marchó a probar en la Premier con Worcester. La experiencia tampoco fue bien y Edimburgo volvió a aparecer en su auxilio. En este caso el entrenador era Mike Blair, quien le consoló en los momentos difíciles. Blair trajo a Van der Merwe de vuelta a la capital en octubre 2022 tras el colapso financiero de Worcester y le dio permiso para tener más tiempo libre para marcharse a Sudáfrica a casarse con Nika, su esposa. “Poder ver a la familia y casarme fue algo realmente bueno para mí. Me sentí renovado al regresar. Me ayudó mucho porque, como dije, estaba luchando”, confiesa Duhan.

Los tres ensayos del sábado ante Inglaterra, como los dos de la edición del año pasado en Twickenham, "solo son mi forma de agradecer a Escocia y a Edimburgo lo que han hecho por mÍ en los momentos complicados. Soy lo que soy como jugador en gran parte gracias a ellos. Me siento muy honrado y orgulloso de vestir esta camiseta con la que, obviamente, me siento muy identificado", declaraba en Murrayfield el sábado tras ser designado Man of the Match. Una historia con final feliz en la que se confirma que cada uno tenemos un lugar en el mundo, y el de Duhan es Escocia.

La última vez que Inglaterra ganó en Escocia reinaba Isabel II de Inglaterra. La del sábado fue la cuarta Calcuta consecutiva para los del cardo que desde que llegó Gregor Townsend arrasan en el duelo a sus archienemigos. Un solo triunfo en los últimos siete años de los de la rosa comienza a pesarles y generar bromas en las islas. Escribía Robert Kitson, el cronista de The Guardian, que “a este paso, los escoceses guardarán la Calcuta en una vitrina en Edimburgo y tirarán la llave”. Y es que desde que 'Don Gregorio' dirige a las hordas de William Wallace el balance es esplendoroso. Escocia no había vencido en 10 años a Inglaterra cuando se hizo cargo de los caledonios en su primera Calcuta en 2018, y desde entonces solo ha perdido una de las siete disputadas. Lo cual contrasta con su miserable historial como jugador escocés ante Inglaterra: sólo una victoria en 10 partidos. Pero ahora se está desquitando.

El partido comenzó con una Escocia perezosa y con Furbank justificando el cambio de libreto de Borthwick al ensayar a los cinco minutos en un eléctrico despliegue de la línea visitante. Al cuarto de hora el marcador era (0-10). Y entonces cambió todo. En la contención Inglaterra proponía una novedosa defensa bleetz para cerrar los pasillos al mediocampo local. Se notaba la mano de Félix Jones, su técnico de defensa. Pero todo cambió en una jugada. A los 19 minutos Ben White se saltó a Finn Russell para poner la pelota en las manos de Tuipulotu con los dos pies sobre la línea de mediocampo y en el eje. La línea de defensa inglesa subió plana a cazar a los centros escoceses, y el portador aguantó el choque para estamparse con el rocoso Ollie Lawrence mientras Huw Jones llegaba como una exhalación. Y al rugby, como a la vida, se juega mirando lo que uno tiene delante, por lo que en el momento preciso Tuli, con los ingleses encima, aguantó dos décimas la pelota, lo justo para que la defensa se pasase de frenada y colgó la pelota a la espalda de estos, donde entró Huw como un cuchillo en mantequilla ganando la ventaja y recorriendo 30 metros antes de ser placado. Desde el suelo descargó para un Duhan van der Merwe que acudió a converger como un búfalo para ensayar el primer posado local. Diez minutos después Ford ponía la pelota a su espalda, donde aparecía de nuevo Furbank, pero el pase salió alto y fuerte, rebotando en la cabeza del zaguero. La pelota fue recuperada por un atento Huw Jones que descargó sobre Van der Merwe, quien recorrió 60 metros dejando atrás a Tommy Freeman y al propio Furbank antes de posar su segundo ensayo. El tercero llegó en el minuto 44, con una patada cruzada de un Russell en estado de gracia que recogió plácidamente Van der Merwe en su carril para poner el (24-13) en el marcador. Tres ensayos en 25 minutos retrataban a una Inglaterra que obsesionada con cerrar las puertas al mediocampo escocés se dejaba abiertas las ventanas por fuera.

Inglaterra fue superada en todos los ámbitos de juego y su novedosa propuesta se vio manchada por una ejecución deficiente. Las estadísticas eran concluyentes (22 pérdidas de balón y 24 errores de manejo), pero más lo era la cara de un Borthwick que ahora se encuentra en una encrucijada. Le resta medirse a Francia e Irlanda y debe decidir si recupera los básicos para minimizar los daños o mantiene su apuesta expansiva y se arriesga a ser trasquilado en ambos. Eso significaría que el XV de la rosa encadena su cuarto Seis Naciones consecutivo con sólo dos victorias en cinco partidos. Pudo meterse en el partido Inglaterra tras el ensayo de Feyi-Waboso, pero la conversión del joven Finn Smith se topó con el palo y se quedaron en la orilla (a nueve puntos), que luego Finn estiró con un par de golpes.

Advertía lacónico Borthwick en la sala de prensa: “Sus 10, 12 y 13 han sido titulares juntos una docena de veces. Esta es la primera vez que nuestros 10, 12 y 13 comienzan juntos...”. Es el particular Triángulo de las Bermudas inglés desde hace décadas. ¿Qué pensarán Will Carling y Jeremy Guscott? Honor a Jamie George, que jugó después de enterrar esta misma semana a su madre tras una larga lucha con el cáncer. Por eso la imagen final de este partido merece ser ese sentido abrazo que el doctor James Robson daba al talonador de los Saracens en el pasillo final.

Caelan Doris en un partido entre Irlanda y Gales del Seis Naciones de Rugby

Caelan Doris en un partido entre Irlanda y Gales del Seis Naciones de Rugby / AP/La Presse/Lap

IRLANDA-GALES

Irlanda es un sentimiento no una selección. Tiene una forma de jugar al rugby que trasciende a la pizarra. El sábado en el primer ensayo de los verdes su maul entró en la zona de ensayo galesa empujado por ¡TRECE jugadores! Solo quedaron fuera el ala Calvin Nash y el zaguero Ciaran Frawley, en espera de cualquier contingencia. Además de los delanteros, el ala Lowe, los centros Aki y Henshaw, el apertura Crowley y hasta el medio melé Gibson-Park prestaron sus riñones a la causa y 'shoulder to shoulder' arrasaron a la plataforma galesa para posar el primer ensayo.

Gales se mostró orgullosa y metió el hombro, cosa que hace como nadie. Los jóvenes 'dragones' de Gatland defendieron con ahínco y coraje su zona de ensayo. Pero como no se puede vencer al que no sabe rendirse, los de verde parecen impulsados por una fuerza superlativa y el depósito rebosante de Guinness. Por eso esta Irlanda, en la que Andy Farrell no dejar de sumar efectivos, sigue asfaltando el camino hacia su segundo Grand Slam consecutivo, algo que les igualará a Gales (en 1908 y 1909), Inglaterra (1913 y 1914, 1923 y 1924, 1991 y 1992) y Francia (1997 y 1998). Sería el quinto pleno de los del trébol, con cuatro de ellos (de conseguirlo), en este siglo XXI. Lo que habla claro del salto cualitativo que ha dado el equipo hibernio desde aquel triunfo en París con los tres ensayos de Brian O'Driscoll, punto de inflexión de la historia oval irlandesa.

Irlanda sumó el bonus ofensivo en la última jugada ante los bravos galeses con una agónica concatenación de fases en la que Tad Beirne logró romper la cortina defensiva de los del puerro. Gales, una vez más, volvió a ser un equipo con dos caras, una por cada parte. En la primera se fue al vestuario (17-0) abajo y en la segunda logró un meritorio (14-7) de parcial. Nunca tuvo oportunidad de luchar por el triunfo, pero lejos de bajar los brazos honró la camiseta y murió defendiendo su zona de ensayo con el alma. Este joven equipo debe hornearse y Gatland es el artesano. Ahora los de verde visitarán Twickers el 9 de marzo para demoler a una Inglaterra en ruinas que siempre responde en las grandes batallas, y recibiendo a la afilada Escocia el día antes de San Patricio, con la intención de arrancar una fiesta que se extienda durante todo el fin de semana.

Francia e Italia en las 6 Naxiones

Francia e Italia en las 6 Naxiones / Six Nations

ITALIA-FRANCIA

Una patada, a priori accesible para el italiano Paul Garbisi, marcó el partido entre franceses e italianos. Los galos dominaron el primer tiempo pisando un número de veces incontable la 22 azzurri, pero unas veces la defensa italiana y otras la inoperancia gala terminó por desperdiciar esas opciones de posar ensayos. Galthie se consumía en la cabina viendo cómo Jalibert y sus tres cuartos desperdiciaban sus ataques. Y para remate una revisión en el búnker de un placaje alto de Danty en la última jugada de la primera mitad terminó con roja al centro francés, con toda la segunda parte por delante y un exiguo (10-3) en el marcador.

La continuación se tiñó de blanco, con una posesión italiana que se iba por encima del 60% por ciento, y los de Quesada movieron la almendra con tenacidad y paciencia hasta que consiguieron posar la pelota por medio de Capuozzo en el minuto 69. Un ensayo en el banderín que Garbisi clavó con su zurda en una posición complicada. Por eso cuando en la última jugada del partido Manuel Zuliani forzó un retenido a 30 metros de palos y relativamente centrado, todos los franceses se echaron las manos a la cabeza.

Pero la jugada estuvo rodeada de cosas extrañas desde el principio. Cuando restaban 20 segundos la pelota se escurrió del tee y Garbisi tuvo que improvisar para patear dentro del tiempo. Pero mientras esto ocurría los jugadores franceses no permanecieron inmóviles, y al ser un golpe de castigo, la patada tendría que haberse repetido 10 metros más adelante. Al menos eso reclamaron los italianos. Porque el desenlace, digno de una película de Hitchcock, terminó con la patada de Garbisi tropezando con el palo más alejado y todos los italianos arrodillados en el césped de Lille lamentando la oportunidad perdida. La primera de ganar a Francia en su casa en su historia.

Más allá de la emoción y el desenlace, el partido fue un ejercicio de impotencia de una Francia que con Lucu o Le Garrec a pie de melé y Jalibert de 10 no tiene nada que ver con la de Dupont y Ntamack. Las malas decisiones francesas, los 20 errores en el manejo de la pelota y los 18 balones perdidos confirman que al champagne no tiene burbujas. El juego a la mano ha pasado a mejor vida en esta selección que vive entre Sudáfrica y Polinesia y que desde el fiasco del Mundial, ante los vigentes bicampeones del mundo, los sudafricanos, no levanta cabeza. El equipo está bloqueado. Ni eran tan buenos como pensaban al empezar su Copa del Mundo, ni son tan malos como parecen ahora. Pero ante Italia hubo errores infantiles, pases de amateurs y fallos sonrojantes.

Italia, por contra, supo sufrir en la primera mitad, cuando la máquina francesa funcionaba a pleno rendimiento. Encajó un solo ensayo y llegó vivo a la segunda parte y con superioridad. Y del vestuario salió una Italia más audaz, a lo que contribuyó la aparición en el 9 del ‘galés’ Varney por el ‘francés’ Page-Relo. Le metió más ritmo y desgastó a los franceses, hasta encontrar una fisura en el ensayo de Capuozzo. Partido muy meritorio de los azzurri, que merecieron y merecen más. El equipo busca ese punto de inflexión que dé la vuelta a la tortilla y les meta en una dinámica ganadora. Y es cuestión de tiempo que ocurra. Pudo ser en Lille, pero el infortunio no lo permitió. Lo advertía Quesada: “El equipo merece más y va a llegar. Hoy no tuvimos suerte en esa jugada final, pero estoy muy satisfecho porque el grupo no deja de crecer”.