100 AÑOS DE LA FER

Una mirada a la historia del rugby español en el centenario de la Federación

No existe unanimidad en torno a una fecha concretar: algunos afirman que la FER se creó en 1922 y otros la sitúan un año más tarde

Un partido de rugby celebrado en España en la primera mitad del siglo XX.

Un partido de rugby celebrado en España en la primera mitad del siglo XX. / EPE

Un siglo después de que comenzara a forjarse la leyenda de que en 1823 William Webb Ellis osara coger un balón con sus manos en el Public School de Rugby y comenzara a correr “en desprecio a las reglas del fútbol”, se fundó la Federación Española de Rugby (FER). O no. La verdad es que no existe unanimidad en torno a una fecha concreta. Algunos afirman que se creó en 1922, y otros precisan que se hizo un año más tarde. En las hemerotecas aparecen con cuentagotas algunas alusiones al tema sobre un deporte “fuerte” y “vigoroso” que, sin embargo, no conseguía hacer sombra al fútbol que ya empezaba a convertirse en un fenómeno de masas durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera.

Un estudio del profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, Xavier Torrebadella-Flix, apunta a que algo parecido al rugby se empezó a practicar entre 1875 y 1887 por influencia anglosajona en el Real Colegio de San Albano de Valladolid, también conocido como el Colegio de los ingleses, “dentro de varios juegos de sport, entre los cuales se encontraba uno de muy popular llamado foot-ball, pero que tanto podría ser el juego de puntapiés o aquel que también permitía jugar con las manos, el rugby”.

Desde 1925

La primera referencia en papel sobre la práctica de esta modalidad a orillas del Pisuerga data, no obstante, del 29 de mayo de 1925. Ese día, El Diario Regional narró los eventos de un “gran” festival celebrado en la plaza de toros entre los que desatacaba un partido “movido” e “interesante” que se jugó con la pelota “picuda”.

La historia del rugby en España da para una tesis doctoral. Y si no que se lo pregunten a Marià Pasarello, que acaba de presentar la suya en la universidad de Vic- Universitat Central de Catalunya con el título de “Els Catalans i el Rugby: Una historia social i cultural del rugby a Catalunya”. Para tener una idea aproximada de cómo llegó el rugby a España, antes conviene echar un vistazo a lo ocurrido en los países vecinos.

En Francia, por ejemplo, llegó fruto de las relaciones comerciales con el Reino Unido. Los marineros que atracaban en puertos con mayor actividad como el de Burdeos (sur) o La Rochelle (Nueva Aquitania) fueron los primeros en practicar rugby en suelo francés. En la ciudad de Le Havre, que tiene el puerto de mar más próximo a Inglaterra a través del paso de Calais, fue donde en 1872 se fundó el primer club. De allí surgieron otros en dirección siempre a París. Sin embargo, el rugby cuajó más en el sur.

Una frontera en medio de Francia

La línea imaginaria que va desde La Rochelle hasta Bourges, una localidad situada en el centro el país, era una especie de frontera que dividía la Francia tradicional de la industrial o, lo que es lo mismo, la Francia sureña de la resistencia contra la Francia centralizadora. Pasarello afirma que en los años veinte apenas había un centenar de clubes por encima de la línea “por los más de quinientos” que ya existían en el sur: “El rugby se integra bien en la cultura local porque en aquella había muchos campesinos que se identificaban con la cultura del trabajo, sacrificio, lucha y entrega, además de que hablamos de una gente con una morfología tosca y fuerte”.

En Portugal existe constancia de que fueron unos estudiantes británicos los que introdujeron el rugby a finales del siglo XIX. El primer partido, disputado en 1903 entre un equipo de marineros de las islas y el Lisbon Football Club, tuvo como testigo de excepción al rey Alfonso XIII, que tan sólo un año antes, y sin cumplir la mayoría de edad, ya había asumido las funciones constitucionales de Jefe del Estado.

Años más tarde, en 1929, acudió al Estadio Olímpico de Montjuic para presenciar el debut de la selección española frente a Italia. La rivalidad con los lusos tiene su origen en el primer partido donde ambas selecciones se enfrentaron el 13 de abril de 1935 en el estadio lisboeta de Amoreiras que se saldó con victoria española por 6-3.

Influencia francesa

Pasarello sostiene que la influencia francesa fue clave para la llegada del rugby a España a través de Cataluña. “Aquí, no sé muy bien por qué, la comunidad inglesa nunca estuvo vinculada al rugby”, indica. Así, en 1901 se celebra un tocata (partido sin placajes) después de un encuentro de fútbol entre el Barcelona y el Catalá Rugby Club. Entre los jóvenes que a principios de siglo disputaron tocatas en Cataluña se encontraba un chaval de 16 años que había militado en el Rancing Club de París. Se llamaba Alfonso Albéniz, hijo del compositor Isaac Albéniz.

Otro, mucho más conocido, fue Joan Gamper, que años más se convirtió en presidente del F. C. Barcelona. También está la versión cómica que ubica el germen del rugby en el municipio madrileño de Villaconejos, célebre por sus melones. Una crónica satírica de 1931 relata que los mozos del pueblo organizaban batidas por las plantaciones “en busca de la codiciada fruta” y que cuando se encontraba una en buenas condiciones “se desarrollaban verdaderas batallas campales” hasta que “el más ágil” y “el más fuerte” se hacía con un melón. “Y así nació el rugby”, concluía el ocurrente cronista.

Al margen de la divertida historia de Villaconejos, lo cierto es que principios de siglo también se disputaron simulacros de partidos en lugares tan lejanos a Cataluña como Vilagarcía de Arousa, donde en 1907 se enfrentaron las tripulaciones de dos barcos británicos. Cuatro años más tarde, en A Coruña, midieron sus fuerzas las tripulaciones de los buques “Gloucester” y “Liverpool” en el parque de Monelos.

Fue Barcelona, sin embargo, la ciudad que acogió el primer encuentro formal en el estadio del Espanyol. Y lo hizo con la particularidad de que el equipo catalán estaba formado por jugadores autóctonos. Sus adversarios eran franceses de la Société Patrie, una especie de academia que tenía por objeto la educación física y la preparación militar. Jugaron en total tres partidos. Fue un éxito, aunque la llegada del verano y el hecho de que los jugadores fueran en su mayoría futbolistas que empezaban a profesionalizarse, provocó que el tema fuera decayendo.

La Primera Guerra Mundial

A ello contribuyó también el estallido de la I Guerra Mundial. Muchos franceses regresaron a su país para defenderlo del asedio alemán. Mientras, en el País Vasco el rugby tampoco acaba de cuajar, y eso que al otro lado de los Pirineos pasaba por ser el deporte más popular. El 31 de julio de 1913, coincidiendo con la festividad de San Ignacio de Loyola, las juventudes del PNV organizaron en las campas de Jolaseta en Getxo (Vizcaya) varias actividades de ámbito festivo y litúrgico entre las que se encontraba un partido de rugby entre en Aviron Bayonnais y la Côte Basque (un combinado de jugadores vascofranceses).

El siguiente intento de implantar el rugby al otro lado del Bidasoa fue un partido disputado un año más tarde en el estadio de Atotxa de San Sebastián con escasa presencia de público en las gradas. Nueve años más tarde a los responsables de inaugurar el estadio de Berazubi, donde juega el Tolosa, se les ocurrió la idea de realizar otra exhibición entre los equipos de Baiona, Boucau, Biarritz y Hendaia. Otro pinchazo en hueso.

Hasta 1921 el rugby en Cataluña siguió en el ostracismo. Todo cambió cuando la Union Sportive Perpignanais (USP), el actual USAP de Perpiñán, ganó por segunda vez la liga francesa. Pasarello explica que aquel triunfo supuso una exaltación de la catalanidad, sobre todo en la prensa más catalanista como La veu de Catalunya. La ocasión era pintiparada para que el cónsul francés invitara al USP y al Narbonne a jugar un partido en Barcelona con la excusa de recaudar fondos para los mutilados de la guerra. El encuentro se celebró en el campo del Español por ser el único que cumplía las medidas reglamentarias y porque, además, era de hierba. La iniciativa cuajó y provocó una especie de bola de nieve para el nacimiento de nuevos clubes.

Para entonces la Unió Sportiva Santboiana ya había empezado a dar sus primeros pasos. Poco después surgieron otros equipos como el Natación Barcelona o el Natación Athletic. El primer partido oficial enfrentó el 13 de noviembre de 1921 a la Unión Sportiva Santboiana y el Club Natació Atlètic en El Camp del Riu, próximo a Sant Boi de Llobregat, con un resultado de 3-9 a favor de los visitantes.

Jaime Camino

Ya en 1922 aparecen otros tres nuevos equipos (Club Natació Barcelona, Cataluña Sporting Club y más tarde el Universitary Rugby Club) y entre ellos crean el torneo de la copa de la Real Sociedad de Carreras de Caballos. Esa misma primavera hay constancia documental de que el 13 abril de 1922 se creó la Federación Española de Rugby, con sede en Barcelona, fruto del acuerdo entre cinco clubes catalanes. Su primer presidente fue Jaime Camino, del Club Natació Atlètic.

Es a finales de año cuando propusieron crear el primer Campeonato de España que arrancaría el 23 de enero de 1923 con la participación de siete equipos catalanes (Santboiana, Club Natació Atlètic, Club Natació Barcelona, Olimpic Rugby Club, Catalunya Atlétic Club, Rugby Club Sant Andreu y CADCI). El primer ganador, tal y como relata Pasarello, fue la Santboiana que derrotó 13-3 al Catalunya Atlètic Club aunque a día de hoy su título no está reconocido. Ese mismo año, el 11 de febrero, alumbra también la primera Federación Catalana de Fútbol- Rugby. Es en ese ambiente de tensión política previo al golpe de Estado auspiciado meses más tarde por Primo de Rivera, apoyado entre otros por buena parte de la burguesía catalana, el motivo de las primeras discrepancias Madrid-Barcelona.

El rugby había sido deporte olímpico en París (1900), Londres (1908) y Amberes (1920). Faltaba solo un año para la cita olímpica que iba a celebrarse de nuevo en la capital gala y los jugadores españoles, la mayoría de ellos catalanes, querían participar. El Comité Olímpico Internacional (COI) nunca ha permitido modalidades deportivas que no estuviera representadas por su correspondiente federación estatal.

Dado que se quería enviar a París una representación exclusivamente catalana, la única forma de participar en el evento es que se constituyera una federación de ámbito estatal, o sea, la FER. Así que ambas federaciones se vieron obligadas a cohabitar sin sobresaltos. La catalana era la encargada de gestionar el día a día de los clubes de su ámbito territorial y a la española le tocaba la parte institucional.

Toledo, Valencia, Alicante...

Al margen de Barcelona, el rugby dio sus primeros pasos de forma mucho menos organizada en la Escuela Central de Gimnasia de Toledo o en otras ciudades como Valencia o Alicante. En la primavera de 1920, según el Diario de Alicante, llegó la primera pelota de rugby “estímulo que sirvió para que los jóvenes socios del Club Natación Alicante ensayaran el juego en el campo del Portazgo”. La noticia decía que se había “acogido con entusiasmo esta rama del deporte, que al parecer, tiene muchos adeptos en nuestra ciudad”.

En 1923 también se podía leer en la prensa madrileña algún anuncio donde se decía que “siguiendo el ejemplo de Cataluña y Valencia” se iban a organizar encuentros de “football-rugby” para formar equipos en otoño. Los interesados debían dirigirse a un tal Joaquín Álvarez Puebla que residía en el número 26 de la calle Mendizabal de Madrid. La afición al rugby iba creciendo en la capital de España. Por eso no es raro que el 20 de mayo de ese mismo año acogiera su primer encuentro oficial.

La excusa era publicitar el recién inaugurado Stadium Metroplitano, un campo de hierba con capacidad para 10.000 espectadores, incluido el rey Alfonso XIII, que disfrutó junto al resto del público allí congregado de las habilidades de los jugadores franceses del Biarritz Olympique y del Stadoceste Tarbais. Por cierto, el partido fue arbitrado por el presidente de la FER.

A pesar de que en 1925 se creó ya la federación centro y de su posterior ingreso en la FER, lo cierto es que muchos clubes empezaron a desaparecer. Y eso que un año más tarde se creó de forma oficial a nivel estatal el Campeonato de España de Rugby, la actual Copa del Rey, el único campeonato entre clubes porque la puesta en marcha de una liga nacional no se planteó hasta la década de los cincuenta. En esta competición tomaron parte varios equipos de la región centro, donde estaba incluida la provincia de Toledo. Fue su equipo de la Academia Militar el que ganó el torneo organizado por la federación castellana, lo que le valió para disputar la final del Campeonato de España con una dolorosa derrota frente al Barcelona.

Copa Ràfols

Aquí gana firmeza la teoría de Pasarello de que el primer Campeonato de España de Rugby se había celebrado tres años antes. En concreto, el 18 de febrero de 1923 en un partido que enfrentó a Unió Esportiva Santboiana y al Cataluña Athètic Club. El decano del rugby español se adjudicó la entonces denominada Copa Ràfols, en homenaje al comerciante y político, Enric Ràfols.

Es cierto que en dicha competición, en formato de liguilla de dos grupos, solo tomaron parte siete clubes catalanes, como también lo es el hecho de que la federación catalana se había creado una semana antes de disputarse la final. Por lo tanto, eran ajenos a la organización de dicha competición que necesariamente recayó en la FER porque era la única federación que existía en aquellas fechas. Así que el equipo de Sant Boi de Llobregat puede ser considerado el primer campeón de España.

Al mismo tiempo fueron surgiendo poco a poco equipos de rugby en otras comunidades como Valencia o Andalucía que no competían a nivel oficial. El músculo competitivo lo tenía el rugby universitario porque era precisamente en los ambientes académicos de las principales ciudades de España donde ganaba más adeptos. Esa desorganización de las federaciones provocaba algunos desajustes, por decirlo de una forma suave. En 1927 Enrique Gutiérrez, miembro de la federación centro y que al mismo tiempo pertenecía a la Federación Francesa de Rugby, organizó un partido sin informar a la FER, que por aquel entonces aún mantenía su sede en Barcelona.

Una "tunda tremenda"

Desde la periferia desautorizaron en vano la iniciativa pero la federación centro se cerró en banda e hizo oídos sordos. Finalmente, un combinado de jugadores españoles se enfrentó al equipo A de Francia. “Recibieron una tunda tremenda”, recuerda Pasarello. Fue entonces cuando la federación castellana se revolvió contra la FER y creó la Rugby Unión Española (RUE), que mantuvo su vigencia hasta 1928, año en que se volvió a fusionar a la Federación Española de Rugby nada más trasladar su sede a Madrid.

Pese al aparente pacto de no agresión, los castellanos seguían a la gresca con la FER. En 1931 un combinado de la federación centro viajó al Marruecos francés para disputar el primero de tres partidos bajo el nombre de selección española. Carecían de cualquier tipo de permiso federativo para jugar en Rabat bajo esa denominación y, pese a todo, lo hicieron. El segundo encuentro se celebró en Madrid para conmemorar el primer año de la instauración de la República. La autodenominada selección española contaba con algunos jugadores catalanes y un francés llamado Roquelaure.

El Santiago Santos de la época, un tal Ordoñez, recibió tremendos palos por parte de la prensa por alinearlo. “Debería saber [Ordoñez] que Roquelaure es francés y que, pese a tratarse de un jugador excelente y que constituía una valiosa ayuda debía haberse prescindido de su colaboración cuando se quiere dar el nombre de la selección española”. Las famosas “F” de jugadores en formación llegaron bastantes años más tarde. El último partido de aquel combinado se celebró en diciembre de 1932 en Fez también con derrota del combinado hispano.

A su vez, la tensión Madrid-Cataluña también iba en aumento. Y es que mientras el poder seguía en la periferia (Barcelona), el centro (Madrid) aspiraba a retomarlo. Todo salta por los aires en 1934 cuando la federación catalana decide emanciparse. Como toda ruptura traumática, hubo un largo proceso de distanciamiento que desembocó en posturas irreconciliables. Así, entre los años 1931 y 1932 apenas se disputaron una veintena de partidos amistosos u oficiales en la capital de España por los 120 encuentros celebrados en tierras catalanas. Hasta el campeonato universitario estaba mejor organizado en Madrid, ya que en el ámbito federativo era bastante común que se suspendieran partidos por la ausencia del árbitro o por la falta de un campo.

Hubo en momento de distención en 1928 cuando ambas federaciones territoriales crearon la copa Lord Deward para hacer una preselección de los hombres que se enfrenarían días más tarde en Burdeos a Francia B. Ganaron los catalanes 17-0 y eso se dejó notar en la alineación inicial el combinado hispano compuesta por doce jugadores de Cataluña y otros tres madrileños. “Luego les invitaron a todos a París para ver un Francia Gales y hasta pudieron estar presentes en el tercer tiempo”, apunta Pasarello.

La llegada de la República coincidió con el momento más convulso del rugby a nivel federativo, al punto de que en 1933 hubo tres presidentes distintos de la FER, ubicada por entonces en la calle Los Madrazo número 15 de Madrid. La cosa estaba tan mal que a finales de ese mismo año dimitió en bloque todo el consejo directivo. Por tanto, en 1934 la cosa quedó así: Francisco Martínez Larrañaga, presidente; José Castañeda, secretario, y Cayetano Espinosa, tesorero. Junto a ellos también tenían representación tres federaciones: la madrileña, la valenciana y la catalana.

Ocho países

La creación en 1934 de la Federación Internacional de Rugby Amateur (FIRA), lo que hoy en día es Rugby Europe, fue la espoleta que activó la traumática ruptura entre la federación española y la catalana. El caso es que el nuevo organismo aceptó a Cataluña como fundadora junto a otros ocho países: Francia, Rumanía, Países Bajos, Portugal, Alemania, Checoslovaquia, Italia y Suecia. El motivo de su admisión es que, al igual que otros territorios como País de Gales o Escocia, los catalanes también tenían su lengua propia y su parlamento gracias a su Estatuto de Autonomía aprobado dos años antes.

La FER siempre se mostró beligerante con esta decisión, y eso que más tarde ingresaron en la FIRA como socio adherido gracias a Cataluña. La disputa se trasladó a la competición doméstica ya que los clubes catalanes fueron expulsados durante dos años y se vieron obligados a jugar su propio campeonato. Eso sí, también pudieron jugar con el nombre de Cataluña a nivel internacional.

El problema parecía irresoluble, sobre todo después de que la FIRA les conminara en 1935 a llegar a un acuerdo que jamás tuvo visos de alcanzarse. Fue entonces cuando el nuevo organismo dio un puñetazo en la mesa y les advirtió de que tomaría una decisión unilateral si seguían enquistadas las posiciones durante el congreso que se iba a celebrar en Berlín un año más tarde. En 1936, antes de comenzar la guerra civil, la capital alemana acogió un torneo preolímpico de rugby.

La FER declinó acudir, pero sí lo hicieron los catalanes a quienes convocaron incluso para disputar un torneo al año siguiente durante la exposición universal de París. Finalmente no acudieron debido a que en España ya había comenzado la contienda bélica. En 1940, la FER y algunas territoriales ya estaban de nuevo organizadas. Lo que ocurre es que en el archivo histórico de la Federación no existe constancia de su actividad hasta la temporada 1949-50 donde se contabilizan seis federaciones y 26 clubes: Catalana (11), Castellana (6), Valenciana (3), Gallega (2), Leonesa (2) y Vizcaína (2). 

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