Por Fermín de la Calle

Hacía mucho tiempo que el Seis Naciones, que arranca este sábado, no despertaba tanto interés. Y no solo porque sea año de Mundial, con las consiguientes conclusiones que se extraerán de cara a la cita de septiembre y octubre en Francia. Interesa especialmente esta edición por el baile de seleccionadores que se ha producido en los banquillos del otro lado del Canal, a escasamente ocho meses de la Copa del Mundo, movimientos más propios de los códigos futbolísticos que de los rugbísticos.

Los relevos en los banquillos de Inglaterra y Gales, con Borthwick tomando el lugar del irritante Eddie Jones y Gatland retornando a los 'dragones' por Pivac, generan mucha incertidumbre en un torneo en el que Francia es señalada como favorita. Permitirán a servidor advertir sus sospechas con los del gallo, que llegan pasados de rosca y con la enfermería llena, mientras Irlanda se asoma con mejor punto de forma. Sumen a eso que los franceses deberán asaltar los fortines de Dublín y Londres. Descartadas por motivos obvios Inglaterra, que será juez y no parte, y una Gales en construcción, apetece más ver a Italia, que ya se cobra piezas de caza mayor como Gales o Australia, que a esta impredecible Escocia que sigue a la deriva.

Como cada Seis Naciones en año mundialista, será un torneo desenfadado donde veremos probaturas, caras nuevas y jugadores tratando de ganarse un puesto para estar en Francia. El rugby actual apuesta por el pragmatismo que castiga más los errores rivales y prioriza la territorialidad (jugar siempre en campo rival) a la posesión. Mucho pateo, defensas de pie sin perder el sitio, células de delanteros monopolizando la pelota… Sin embargo, en ese contexto aparecen selecciones inspiradoras como Francia, Irlanda, por momentos Italia o Escocia si sus ‘toreros’ tienen la tarde. Quinces que atacan con la pelota en las manos y leyendo lo que tienen delante. Si le sumamos que los últimos cuatro torneos en año mundialista arrojaron campeones diferentes y solo uno logró el Grand Slam, Gales en 2019, podemos esperar un torneo divertido en el que pasen cosas. Así que llenen la nevera de cervezas, que se vienen dos meses de tercer tiempo.

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Steve Borthwick fue cinco años ayudante de Eddie Jones, lo cual invita a pensar que comparten filosofía. El que fuera ‘jacobo’ de Inglaterra y Bath es el pragmatismo hecho rugby. Un estajanovista del set-piece: catecismo del rugby inglés, capítulo 1. Y será a partir del dominio de esos básicos en las fases estáticas, dominar la melé y generar ventaja desde la touch, cuando los ingleses relanzarán su juego con una línea más fiable que exuberante. Se espera un juego cerrado, sin decisiones estrambóticas y metiendo mucha presión a los rivales.

“Los jugadores necesitan claridad sobre cómo van a jugar. Necesitan tener el coraje de jugar con sus puntos fuertes en el campo y luchar en cada competencia. Haremos algún cambio y mejoraremos tácticamente en un período corto de tiempo”, advirtió en su presentación.

El capitán será Owen Farrell, con quien coincidió jugando en los Saracens cuando Owen tenía 17 años y él le doblaba. Arranca como 10 Marcus Smith, pero cuando George Ford se recupere, el exapertura en los Tigers con Borthwick durante dos temporadas, puede ganar la camiseta de titular porque en un 10 de juego clásico muy del gusto del seleccionador.

También hay que estar pendiente del juego de ataque de los de la rosa, del que se hará cargo el kiwi Nick Evans, que tiene apenas dos meses, lo que dura el torneo, para hacer notar su mano en el equipo.

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Todo debería ser optimismo en Francia si no fuera por el caos que rodea a su federación. Con el presidente, el inefable Bernard Laporte, huido del cargo tras un escándalo fraudulento, la sombra del escándalo sobrevolando a los organizadores del Mundial y medio equipo lesionado, solo faltaba un calendario con visitas a Dublín y Londres para complicarlo. Un contexto duro para una selección que ha deslumbrado en el ciclo intermundialista y a la que todos señalaban como candidata, si no favorita, para conquistar la Copa Webb Ellis en su Mundial, dentro de ocho meses.

Galthie tiene bajas importantes: Cameron Woki, Peato Mauvaka, Maxime Lucu, Baptiste Couilloud o Jonathan Danty... De ahí que haya convocado a jóvenes promesas como el centro de Pau Emilien Gailleton o Louis Bielle-Biarrey. Aunque el contratiempo más notable lo tiene en la charniere, donde las bajas de Locu y Couilloud, dejan solo a Toto Dupont, al que acompañarán Léo Coly y Nolann Le Garrec. No serán los únicos rostros nuevos, ya que Paul Boudehent, Julien Delbouis, Romain Buros y Ethan Dumortier, máximo anotador de ensayos del Top-14, se suman a la lista.

Junto a ellos el grueso de un equipo que ha deslumbrado con su juego expansivo y su competitividad en el suelo con una delantera feroz, especialmente en defensa. El Aviva, en la segunda jornada, y Twickers, en la cuarta, dictarán sentencia para los enfant de la patrie.

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No hay muchas novedades en Escocia, lo cual es habitual en una nación pequeña en la que se festeja la aparición de jugadores con cierta proyección. En esta hornada de 2023. Gregor Townsend probará al apertura de Munster Ben Healy, el ala de Bath Ruaridh McConnochie, el centro de Glasgow Stafford McDowall y al segunda de los Tigers Cameron Henderson. Busca aumentar el fondo de armario de una selección con un XV muy solvente que baja mucho con los cambios.

Arrancan los caledonios con la Calcutta en Twickenham y ese partido marcará su devenir en el torneo. Si ganan, lo cual sería una sorpresa notable, se dispararían sus expectativas. Si pierden, caerán en el limbo anodino por el que deambulan desde hace años. Regresan el titánico Zander Fagerson, Sean Maitland y Huw Jones, buenos refuerzos todos. Jaime Ritchie les capitaneará y es una incógnita que versión de Finn Russell y Stuart Hogg comparecerá. Talento tienen, jugadores los justos, ganas…

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Las derrotas ante Italia y Georgia sellaron el adiós de Pivac, retornando Gatland al cargo. Con el neozelandés de vuelta no habrá sorpresas y Gales recuperará el ‘Warrenball’. Es decir, ese juego cartesiano y abrasivo en delantera que mete el dedo en la llaga rival. Con Gatland poco o nada recordarán a aquellos patilludos de los 70 que deslumbraron al mundo encadenando pases como si fueran el Ballet Bolsoi. Pero con este kiwi Gales ya ganó cuatro Seis Naciones, tres Grand Slams, alcanzó dos semifinales del Mundial y hasta lideró durante unas semanas el ránking mundial.

Gatland aún cuenta con alguno de sus viejos soldados en el equipo (Dan Biggar, Alun Wyn Jones, Taulupe Faletau, Justin Tipuric o Ken Owens, nuevo capitán) y ahora tendrá que maridarlos con la nueva remesa de dragones que vienen empujando: Mason Grady, Keiran Williams, Rhys Davies, Teddy Williams… El seleccionador ha advertido que los quiere ver en acción, así que minutos para ir construyendo un XV rocoso de cara al mundial. Sin Shaun Edwards a su lado, Gatland ha reclutado para su staff a Alex King y Mike Forshaw, entrenadores de ataque y de defensa, a Jonathan Humphreys, para dirigir a los delanteros, y Neil Jenkins trabajará las skills.

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Andy Farrell, padre del apertura inglés Owen, dispone probablemente de la mejor selección irlandesa de las últimas décadas. Por nivel, por talento, por profundidad, por madurez… El equipo tiene tres centuriones (más de 100 caps) y un debutante que pide paso con fuerza, el centro Jamie Osborne (Leinster). Llama la atención la ausencia de Joe Carbery, relevo natural de Sexton, para dejar sitio a Ross Byrne. Sin embargo, todo apunta a que el seleccionador prefiere tener a Carbery sumando minutos en su club que calentando el banquillo verde. Quien regresa es Jackson Stockdale, ya recuperado del tobillo.

Los del trébol han incorporado al rugby industrial que producen los rottweilers de su pack un juego más elaborado con la almendra. Son versátiles y pueden competir en cualquier entorno de juego, sea físico o abierto. Puestos a buscar déficits, su talón de Aquiles está en el front five, donde Furlong y los segundas no tienen relevos de garantías, además de la eterna Sexton-dependencia, algo preocupante con alguien que se lesiona con facilidad. Reciben a Francia y a Inglaterra, último partido del torneo el día después de San Patricio, en el que a priori se jugarán el título. Vienen de ganar a todos y lideran el ránking mundial, un formalismo que sirve de poco, pero odian la etiqueta de favoritos..

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Por primera vez en mucho tiempo se atisba luz al final del túnel. Sus recientes victorias sobre Gales o Australia, sumadas a la evidente evolución del equipo tras la llegada de Kieran Crowley, invitan a pensar que no serán la comparsa habitual. El que fuera cinco temporadas entrenador de la Benetton le ha dado una identidad con un juego audaz y divertido que en la pasada ventana de otoño, ante Samoa, Australia y Sudáfrica, les permitió anotar casi cuatro ensayos por partido.

Para ver a su estrella hay que mirar por el retrovisor, porque desde el fondo ataca el zaguero Ange Capuozzo, una de las revelaciones del rugby internacional. La orquesta la dirige el hermano pequeño de Paolo Garbisi, Alessandro, medio melé que saca brillo al factor X de sus tres cuartos. Adelante, donde se echan en falta ball carriers poderosos, destacan el pilar Danilo Fischetti y el flanker Michele Lamaro, capitán de esta joven selección que prometen divertimento mientras construye un perfil consistente.

El Periódico de España

Texto: Fermín de la Calle
Formato: Nacho García