AUMENTA LA VIOLENCIA DEL RÉGIMEN

Deportistas asesinados, torturados y sentenciados a muerte: el régimen de Irán extrema la represión

Ali Mozaffari, jugador de voleibol, fue asesinado con un disparo en la nuca por el estado que también mató al haltera Ehsan Ghasemifar y al portero de fútbol Mohammed Ghaemi

"Hay una campaña sistemática contra los atletas, conscientes de su poder de movilización", asegura Hadi Ghaemi, director ejecutivo del Centro por los Derechos Humanos de Irán

Ilustración con la que el Centro por los Derechos Humanos de Irán difunde el informe de represión.

Ilustración con la que el Centro por los Derechos Humanos de Irán difunde el informe de represión. / CDHI

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Anular a la disidencia es la principal misión del régimen iraní para frenar el impacto de la ola de protestas desatada por la muerte de Mahsa Amini. En esta cruel lucha contra su pueblo, el papel de los deportistas ha obsesionado al poder de la República Islámica. “Se está desarrollando una campaña sistemática contra los atletas, especialmente aquellos con grandes bases de seguidores en redes”, asegura Hadi Ghaemi, director ejecutivo del Centro por los Derechos Humanos de Irán (CDHI)

Las autoridades fiscalizan los movimientos de una comunidad que aún tiene cierta libertad de movimientos para desplazarse a competiciones en el extranjero, donde visibilizan la causa iraní con gestos explícitos o implícitos. El caso más reciente es el de Sara Khadem, ajedrecista que compitió sin 'hiyab' en un torneo internacional en Kazajistán, contraviniendo las estrictas normas de vestimenta del poder de su país. 

REFUGIADA EN ESPAÑA

Según fuentes cercanas a la deportista, Khadem no regresó a Irán después de recibir múltiples llamadas telefónicas donde algunas personas le advertían de que no volviera a casa tras el torneo, mientras que otras le pedían regresar, prometiéndole “resolver su problema”. Sara llegó el pasado martes a España para refugiarse en un lugar que, por su seguridad, no ha sido desvelado.

Antes que Khadem, la escaladora Elnaz Rekabi compitió internacionalmente sin velo. Ella sí hizo el camino de retorno a Irán, donde dio un falso testimonio, forzada por el régimen, para mostrar un fingido arrepentimiento. De hecho, el estado derrumbó su casa y acosó a su familia. El Comité Olímpico Internacional decidió proteger a la escaladora incluyéndola en el Programa Wish, que busca “aumentar el número de entrenadoras en los Juegos Olímpicos”.

ESCALADORA SECUESTRADA

Funesta es la suerte que ha corrido su compañera escaladora Marjan Jangjou, en paradero desconocido después de que varios agentes policiales de la República Islámica la arrestasen a principios de noviembre de 2022 por su presunta participación en protestas callejeras. La brutalidad con la que emplea el estado de Irán ha provocado un reguero de tiros, condenas arbitrarias a muerte, desaparecidos y torturados. 

Los amigos de Jangjou, que posee un gimnasio en Shiraz, la dan por muerta. Al ser huérfana, fueron ellos los que dieron la voz de alarma. Por el momento, no han recibido respuesta alguna sobre su paradero y la han estado buscando en lugares que frecuentaba, así como en cementerios de su ciudad, revisando tumbas sin marcar con la esperanza de encontrar algún resto.

DISPARO EN LA NUCA

Peor suerte corrió Ali Mozaffari, jugador del Saipa Tehran, club de voleibol de primera división, una de las promesas de este deporte que incluso había recibido una invitación para entrenarse con la selección nacional. Fue asesinado a tiros por las fuerzas de seguridad cuando iba a unirse en las protestas que tenían lugar en su ciudad. 

Mismo destino para Mohammed Ghaemi, portero de fútbol del Omid en Dezfulm, al sudoeste del país. Fue acorralado en un callejón sin salida el 22 de octubre de 2022 durante una marcha reivindicativa. Recibió un disparo en la nunca. “Había más de 40 marcas de perdigones en su cabeza y cuello. Bloquearon el lugar donde lo asesinaron para evitar que se acercara nadie. 

Cuando lo llevaron al hospital ya era demasiado tarde. Luchó contra la muerte durante unos días, pero no sobrevivió”, contó al CDHI una fuente relacionada con el caso. Ehsan Ghasemifar, campeón nacional de culturismo, fue enterrado el 5 de diciembre del año pasado. El también haltera, de 22 años, murió durante las protestas en Karaj, al lado de la capital. 

Las autoridades locales obligaron a la familia a decir que sufrió un paro cardíaco, la misma causa que uso Irán para tratar la muerte de Mahsa Amini que desencadenó la espiral de protestas. Sahand Nour-Mohammadzadeh, su rival en las competiciones de fuerza, fue condenado por ‘moharebeh’, el delito de “odio contra Dios” que se repite en la mayoría de los sumarios. 

Esta pena fue la que llevó a la horca a dos manifestantes en diciembre. A Nour-Mohammadzade se le atribuyeron el incendio y destrucción de varias propiedades. La única prueba que se presentó en el juicio fue un vídeo donde salía moviendo una barandilla en una calle durante las protestas.

AMIR SIGUE CONDENADO

Por su parte, Mohammad Mehdi Karami, excampeón nacional de kárate, vio ratificada su sentencia a muerte tras ser acusado de matar a un miembro de Basij, grupo paramilitar formado por voluntarios y fundado por órdenes del ayatolá Jomeiní en 1979. Se le negó poder elegir a un abogado y su pena se ejecutará, previsiblemente, en menos de un mes.

En busca de revertir el destino, acaba de iniciar una huelga de hambre. Durante su comparecencia judicial negó cualquier participación en el asesinato del que se le acusa. Sin embargo, un tribunal revolucionario generó pruebas y recopiló falsos testimonios para elaborar el dictamen. 

El guión es similar en la historia de Amir Nasr-Azadani, el protagonista más mediático en los últimos tiempos de la represión iraní. Este jugador de 27 años, con pasado en la máxima categoría del fútbol iraní, fue condenado a muerte por un tribunal revolucionario junto a otros acusados: Saleh Mirashemi y Saeid Yaghoubi. Fueron retenidos por participar en las protestas y se les imputó el asesinato de un coronel del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, así como de dos miembros de Basij.

A pesar de que algunas embajadas persas metieron esta información en el saco de las fake news, desde el CDHI confirman a este diario que Amir Reza Nasr-Azadani y sus compañeros están en una lista de 16 personas sobre las que pesan condenas a muerte por diferentes motivos

La sentencia del jugador en activo no ha sido todavía ejecutada ante la presión internacional encabezada por el sindicato FIFPRO que dirige el español David Aganzo. Según informa la organización humanitaria, Nasr-Azadani fue obligado a hacer “falsas confesiones”, pero incluso en ese contexto negó haber estado en la escena del crimen. Desde el entorno de su familia ha trascendido que solo participó en las protestas.

PINTAR 'LIBERTAD' CON TIZA

En el caso de Parham Parvati, campeón y entrenador de natación con ascendencia kurda, el ‘moharebeh’ aparece igualmente en su causa judicial. Fue arrestado por las fuerzas revolucionarias mientras estaba sentado en su coche en Teherán, un día en el que se estaban llevando a cabo protestas masivas.

Eshragh Najafabadi, exmiembro de los equipos nacionales de ciclismo y alpinismo de Irán, fue arrestado en noviembre del año pasado junto a otros cinco montañeros. Sufrieron torturas, según informó BBC Persian, y obligados a hacer “confesiones” ante una cámara sobre un presunto plan de atentado. 

Los testimonios se retransmitieron en los medios estatales, que se han convertido en el mayor soporte de la propaganda gubernamental. “Lo único de lo que pueden acusarles es de escribir en la cima de las montañas la palabra ‘libertad’ con una tiza”, aseguró un amigo de Najafabadi al CDHI.

PINTAR 'LIBERTAD' CON TIZA

Irán está llevando a cabo una represión continuada y selectiva. Con los deportistas menos conocidos aplica rápidamente la peor condena, pero tampoco está dejando respirar a figuras más conocidas en el país. Parviz Boroumand, exinternacional con la selección de fútbol, fue acusado de “dirigir disturbios”. Tras salir en libertad bajo fianza tuvo que ingresar en un hospital para tratarse de las lesiones sufridas.

Soroosh Rafiei, capitán del Persépolis, uno de los clubs más destacados del país, fue apartado de su equipo después de criticar públicamente la represión. Lo mismo le sucedió a Aref Gholami, jugador del Esteghlal. La persecución no distingue ni valora el pasado. Ali Daei, el futbolista más importante que ha dado Irán, nunca ha ocultado su apoyo a las protestas. Las autoridades de la República Islámica tomaron represalias cerrando su restaurante y joyería, impidiendo además que su familia abandonara el país.

El pasado 26 de diciembre, el régimen obligó a que un avión en el que viaja y que se dirigía a Dubai regresara a Teherán para retener a la esposa e hija de Daei. Es una práctica habitual de la dictadura, que presiona a los familiares para que guarden silencio, pero según el exdelantero persa nadie les había informado de tal restricción

CONDENA INTERNACIONAL

“Doy gracias a Dios de que al menos el avión no fue derribado”, aseguró en referencia al vuelo comercial de Ukraine International Airlines derribado erróneamente por la defensa antiaérea iraní el 8 de enero de 2020. Murieron 176 personas. Daei, que podría tener una situación de privilegio por su carrera, ha sido firme y coherente en sus planteamientos. Se negó a viajar a Qatar, donde la selección de Irán fue protagonista, aunque por motivos extradeportivos como su interpretación o no del himno nacional.

Para el Centro por los Derechos Humanos de Irán, la escalada de represión contra el mundo del deporte busca “silenciar cualquier crítica al Estado, a través de la violencia y el encarcelamiento, utilizando tribunales corruptos que infunden terror en los corazones de quienes están pidiendo pacíficamente un cambio real”.

De ahí que la organización humanitaria pide “a las federaciones deportivas internacionales, los compañeros de los deportistas, la ONU y los líderes mundiales una condena enérgica de la violencia extrema de la República Islámica contra su pueblo”. Un brutal ejercicio represivo que ha llenado sangre las canchas de un estado donde todos son sospechosos.