ANUARIO DEL DEPORTE (NOVIEMBRE)

Caída y auge de Novak Djokovic: de iniciar el año deportado a acabarlo como maestro (por sexta vez)

El tenista serbio se coronó en Turín como campeón de Las Finales tras una temporada empañada por su rechazo a vacunarse contra la Covid, que le llevó a perderse el Open de Australia, el US Open y cuatro Masters 1.000

Ducati, de la mano de Peco Bagnaia, recuperó el ansiado cetro mundial de MotoGP para una marca europea tras 15 años años de sequía

Djokovic celebra una victoria en las ATP Finals.

Djokovic celebra una victoria en las ATP Finals. / EFE

Daniel Gómez Alonso

Daniel Gómez Alonso

Entre la imagen de Novak Djokovic siendo deportado de Australia y su coronación por sexta vez en las ATP Finals de Turín pasaron exactamente 308 días. Un periodo de tiempo en el que el mundo del tenis vivió la enésima resurrección de su némesis, un Rafa Nadal que volvió a triunfar en Australia y París tras esquivar al recurrente fantasma de las lesiones. También la explosión de Carlos Alcaraz, que con solo 19 años conquistó el US Open y emergió como la cara visible de la renovación del circuito tras las emotivas despedidas de dos emblemas como Roger Federer y Serena Williams.

Y sin embargo, aun perdiéndose dos Grand Slams y cuatro Masters 1.000 por su rechazo a vacunarse contra la Covid, el serbio se las volvió a arreglar para ser tan protagonista como cualquiera de ellos al dar rienda suelta a sus dos caras: la implacable dentro de una cancha y la controvertida fuera. En un año que apuntaba a poner en jaque su carrera, Nole consiguió salir airoso y convirtió las críticas en gasolina para alimentar la voracidad infinita de un deportista que persigue, en muchos casos contra sus propios demonios, ser reconocido como el mejor de la historia.

Tras llevarse a la buchaca en agosto su séptimo Wimbledon, Djokovic se reencontró con su mejor versión. Sumó 26 victorias y solo dos derrotas en el tramo final de la temporada, alcanzando a Alcaraz como el tenista con más trofeos en 2022 y conquistando su sexta corona en las ATP Finals de Turín, donde no ganaba desde 2015. A sus 35 años, el serbio resistió el empuje de los jóvenes, se proclamó el maestro más veterano de la historia e igualó a Federer como el tenista con más victorias en el torneo que reúne a los mejores de la temporada, cerrada una semana después con la victoria de Canadá en la Copa Davis.

Un nuevo éxito para una carrera inabarcable que, sin embargo, quedó relegado a un segundo plano por otra noticia. Mientras estaba en Turín, Djokovic fue indultado por las autoridades australianas, las mismas que diez meses antes impidieron que jugara el Grand Slam que más alegrías le ha dado (nueve títulos) y que le habían castigado hasta 2025.

“Saber que ahora todo está claro nos quita a mí y a mi equipo mucha presión de encima. Es donde más he ganado y, claro, quiero volver y jugar al tenis, que es lo que mejor hago. Confío en empezar la próxima temporada igual que he terminado esta y tener un gran verano australiano”, avisaba tras conocer la resolución favorable de su caso.

Djokovic celebra su victoria en Las Finales de Turín.

Djokovic celebra su victoria en Las Finales de Turín. / Reuters

Con el camino ya despejado, el próximo enero tratará de cerrar el círculo de un año que empezó siendo un desastre, con el esperpento de su extradición, y que acabó por todo lo alto, metiendo miedo a sus rivales y como gran aspirante a volver a asaltar el número uno que tanto tiempo ha monopolizado. Así es Djokovic, un tipo tan holístico, tan contradictorio, que encuentra el equilibrio emocional en el caos y que iniciará 2023 metido de lleno en la carrera con Nadal por ser el tenista con más grandes (22 el balear, 21 el serbio) de la historia.

Ducati y la ansiada corona

Pecco Bagnaia celebra el título de Moto GP con su ídolo Valentino Rossi.

Pecco Bagnaia celebra el título de Moto GP con su ídolo Valentino Rossi. / EUROPA PRESS

Desde 2007 no lograba Ducati conquistar el título de Moto GP. En la fábrica de Borgo Panigale seguían mitificando una temporada en la que, de la mano de un joven Casey Stoner, se hicieron con la triple corona (pilotos, constructores y equipos), rompiendo el monopolio de las marcas japonesas desde que la MV Agusta de Phil Read ganó en 1974. Una proeza que han tardado mucho, quizás demasiado, en repetir, y que ahora sí quieren convertir en un hábito.

Hasta bien entrada la segunda década del siglo XXI tuvieron que esperar las motos de Borgo Panigale para volver a ser competitivas tras la salida de Stoner rumbo a Honda. Y hasta 2022 para lograr el segundo título de la fábrica, con el italiano Pecco Bagnaia al mando de la moto roja, lo que hizo aún más especial el triunfo para una marca que es un símbolo del país transalpino.

Ducati ha culminado un proceso que inició 15 años atrás con una campaña en la que se ha llevado todos los títulos posibles: pilotos para Bagnaia, constructores y fábricas, el rookie para Bezzecchi, y piloto y equipo independiente, Bastianini y Pramac Ducati. Tras una pandemia que ha afectado especialmente a las fábricas japonesas, apuntan ahora a asumir el mando de la categoría de la mano del gurú Gigi Dall'Igna.