ANUARIO DEL DEPORTE (ENERO)

El Open de Australia en el que Rafa Nadal sublimó el arte de la resiliencia

El tenista balear llevó al extremo su habitual capacidad para sobreponerse a las adversidades y conquistó su 21º Grand Slam, convirtiéndose en el primer tenista de la historia en lograrlo

Ese mismo día, el 30 de diciembre, y en una dramática final ante Suecia, la selección española de balonmano se colgó la plata en el Europeo, su 17ª medalla en los últimos 34 campeonatos

Nadal, tras una victoria en el Open de Australia.

Nadal, tras una victoria en el Open de Australia. / EFE

Daniel Gómez Alonso

Daniel Gómez Alonso

El tercer set de la final del Open de Australia ya está en marcha. Tras llevarse los dos primeros parciales, Daniil Medvedev se anota el primer juego del tercero ante un Rafael Nadal aparentemente extenuado. En ese momento, la realización televisiva proyecta sobre la pista del Rod Laver Arena una imagen con las probabilidades de victoria de cada uno: 96% para el ruso, 4% para el español, que conforme avanza el partido revive los traumas de un torneo esquivo desde que lo ganó por primera vez en 2009.

El set avanza y, con 3-2 a favor, a Medveded le llega la oportunidad de dar la puntilla a un Nadal desdibujado, que no encuentra la manera de quebrar el muro que ha levantado el ruso en el fondo de pista. 0-40 y tres bolas de ‘break’ para dejar de nuevo al balear a las puertas de su segundo triunfo en tierras oceánicas. Como en 2012, cuando Novak Djokovic le levantó el título en la final de Grand Slam más larga de la historia. Como en 2014, cuando un tirón en la espalda le impidió competir con Stan Wawrinka en un duelo en la que era claro favorito. Como en 2019, cuando Roger Federer encontró la ansiada redención a las lágrimas que derramó diez años atrás ante su eterno rival.

Pero esta vez no. A sus 35 años, el balear no está dispuesto a vivir un nuevo sinsabor en Australia y en un arranque de orgullo salva el juego. Y celebra, encendiendo a la grada de la pista central. Y Medvedev, hasta entonces sonriente y crecido ante la posibilidad de llevarse a la buchaca su segundo grande, empieza a entender la que se le viene encima.

El resto es la historia de una épica remontada y el hito del Grand Slam número 21 para el primer tenista de la historia en superar la barrera de los 20 y el segundo, tras Novak Djokovic, en conquistar todos los grandes por partida doble. El balear impuso su ley en uno de los partidos más duros de su vida (2-6, 6-7, 6-4, 6-4 y 7-5 en 5h 24m) y se llevó el “triunfo más inesperado y sorprendente” de una carrera deportiva ya de por sí llena de logros épopéyicos. Porque Nadal llegó a Australia tras un final de 2021 aciago y seis meses de baja en los que la tentación de rendirse ante el martirio crónico del pie izquierdo emergió como una posibilidad real.

Rafa Nadal celebra la victoria en el Open de Australia.

Rafa Nadal celebra la victoria en el Open de Australia. / EFE

Sin casi preparación (tres partidos en el torneo previo como único bagaje) y contagiado de coronavirus apenas una semana y media antes de volar a Australia, el manacorí no se consideraba “candidato real” a la victoria, a pesar de ser el único del ‘Big Three’ presente en tierras oceánicas por la negativa a vacunarse del deportado Djokovic. A pesar de ello, siempre dejó la puerta abierta “porque las cosas en el deporte cambian muy rápido”. Y vaya si lo hicieron, porque 15 días después firmó “uno de los partidos más emocionantes” de su carrera, como reconoció tras una victoria en la que superó hasta a los algoritmos matemáticos.

Nuevo metal del balonmano

El mismo día, apenas unas horas después, en un 30 de diciembre histórico para el deporte español, la selección de balonmano se quedó a las puertas de conquistar su tercer oro en un Europeo, sumando su cuarta medalla consecutiva en el campeonato continental. Un final cruel, con un lanzamiento de siete metros para Suecia con el tiempo de la final ya cumplido, acabó con las esperanzas del equipo que dirige Jordi Ribera, pero no empañó otra gesta de uno de los grandes equipos de nuestro deporte.

La selección española de balonmano celebra la plata del Europeo.

La selección española de balonmano celebra la plata del Europeo. / EFE

Pasan los años, jugadores y generaciones, y España sigue en la cima del balonmano mundial. El Campeonato de Europa es un gran ejemplo del trabajo realizado en los últimos 25 años: en los últimos 34 grandes campeonatos, la selección ha disputado 21 semifinales y ha ganado 17 medallas. A pesar de la pérdida de relevancia de la liga Asobal, la más prestigiosa del mundo hace un par de décadas y ahora con el FC Barcelona como única referencia internacional, las nuevas generaciones del balonmano español han mantenido, e incluso elevado, el listón con sus triunfos internacionales.

También en enero tuvo lugar la siempre impredecible Copa África, que en este caso se llevó Senegal en la tanda de penaltis del decisivo duelo ante Egipto. Un triunfo reparador para un país que se impuso por primera vez en el máximo torneo continental, y que sirvió como redención de las derrotas en las finales de 2002 y 2019.