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Cuando Iraola conoció a su ídolo, el ciclista Gianetti: "Lo sabía todo de él"

El hoy entrenador del Rayo Vallecano, rival este lunes del Real Madrid, creció en los años 90 admirando al ciclista suizo, ganador de la Lieja de 1995 y plata en el Mundial de 1996

"Conocía sus victorias, sus puestos, sus equipos... Como un aficionado de los buenos, de los que saben", recuerda Matxin, testigo de su encuentro en la calle Lutxana de Bilbao en 2004

El entrenador del Rayo Vallecano, Andoni Iraola.

El entrenador del Rayo Vallecano, Andoni Iraola. / Europa Press

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Corría el año 2004, nadie recuerda muy bien el mes ni el día en el que ocurrió, pero todos coinciden en que fue en 2004. Bueno, más bien lo deducen. Lo que recuerdan es que el ahora entrenador del Rayo Vallecano (rival este lunes del Real Madrid), Andoni Iraola, era entonces un "pipiolo" que había debutado poco antes en el primer equipo del Athletic a las órdenes de Ernesto Valverde. Y ese debut tuvo lugar el 30 de septiembre de 2003, en un encuentro en el que el Barcelona ganó 0-1 en San Mamés.

La otra referencia que ayuda a acotar temporalmente la anécdota parte del otro protagonista, Mauro Gianetti. El histórico ciclista suizo se había retirado en 2002 y comenzaba a cimentar una carrera como gestor de equipos ciclistas. En 2003 había sido director deportivo del Vini Caldirola y en 2004 se asoció con Joxean Fernández Matxin, hoy manager del UAE Team de Tadej Pogacar, para lanzar un proyecto propio, el Saunier Duval.

En definitiva, tuvo que ser en 2004 cuando tuvo lugar el encuentro entre ambos, entre Iraola y Gianetti, en una oficina ubicada en la calle Lutxana de Bilbao, en pleno Ensanche de la capital vizcaína. Un encuentro entre un ídolo y uno de sus más acérrimos seguidores. El idolatrado, por si había alguna duda, era el ya ex ciclista.

Un clásico de los 90

Para los menos iniciados en el mundo de la bicicleta, conviene presentar de forma somera a Gianetti antes de comenzar. Nacido en Suiza, fue uno de los clasicómanos de referencia del pelotón a mediados de los años 90, un corredor con buena punta de velocidad en finales en cuesta, al estilo de Alejandro Valverde o Julian Alaphilippe en los últimos años, aunque con un palmarés más modesto.

Su mejor año como profesional fue en 1995, cuando ganó su único Monumento, la Lieja-Bastoña-Lieja, además de la Amstel Gold Race. Dos de tres en el Tríptico de las Ardenas, una muestra de su dominio en un curso que remató con un cuarto puesto en el campeonato del mundo de Boyacá. Sí, aquel que ganó Abraham Olano con una rueda pinchada tras un magistral ejercicio de intimidación de Miguel Indurain (segundo) frente al fallecido Marco Pantani (tercero) y el propio Gianetti.

Un año después, en 1996, Gianetti se desquitó en parte de aquello quedando segundo en el Mundial, por detrás de Johan Museeuw, otro clásico de la época. Por aquellos años, Iraola era un crío que, como muchos en Euskadi, creció pegado a una televisión que, gracias a TVE y ETB, proyectaba cada dos por tres carreras ciclistas. Caldo de cultivo ideal para despertar la pasión por la bicicleta en una tierra ya de por sí devota de las dos ruedas.

Y entre todos aquellos ídolos que aparecían en la televisión de su casa familiar en Usurbil, Iraola eligió a uno por encima del resto: Gianetti. "Le entusiasmaba por su combatividad", narra quien vivió cerca de él por aquellos años en los que se fue haciendo un hueco entre los mejores futbolistas de la historia del Athletic.

Mauro Gianetti, en su victoria en la Lieja de 1995./ Archivo


Regresemos ahora a 2004 y a una figura clave en esta historia: Iñigo Landa. Se trata de un abogado bastante famoso en Bilbao, con una cartera de clientes importante en el mundo del deporte. Solía asesorar a un buen número de futbolistas del Athletic e Iraola le confío sus asuntos cuando se convirtió en futbolista de Primera División.

Fan de Tropela

Un día, en una charla de tantas, Iraola le comentó que era un gran aficionado al ciclismo. Y, por cierto, lo sigue siendo. Cuentan que no se pierde una carrera importante y que vuelca todo su conocimiento en un juego llamado Tropela. Se trata de una liga virtual de ciclismo, al estilo de los 'fantasy' del fútbol, con mucha popularidad en el País Vasco. Grupos de amigos hacen sus liguillas privadas y en ellas eligen a un número de corredores determinado para carreras concretas del calendario. En función del resultado de esos corredores, cada usuario suman puntos.

"Y se le da bien. Muy muy bien. Se le nota que sigue al dedillo las carreras, porque elige corredores que no son muy famosos, pero que sabe que llegan en buena forma porque ha estado siguiendo pruebas anteriores", dice un ex compañero suyo en el Athletic que comparte liguilla del Tropela ('tropeltxo', las llaman) con Iraola y en la que también participaba el hoy portero del Chelsea Kepa Arrizabalaga.

El caso es que esa conversación de Iraola con Landa, el ahora entrenador del Rayo le comentó que su ídolo era Gianetti. "Y, casualidades de la vida, nosotros también trabajábamos con Landa", recuerda Matxin, en ese momento mano derecha de Gianetti en el incipiente Saunier Duval.

Landa y Matxin comentaron la jugada y acordaron concertar un encuentro con Iraola y Gianetti la próxima vez que el suizo visitara el despacho que el equipo tenía en Bilbao. Y así sucedió. El entonces futbolista acudió allí con una camiseta suya del Athletic y recibió a cambio un maillot firmado.

"Era y me imagino que seguirá siendo un gran aficionado al ciclismo, pero tenía mucho conocimiento de Gianetti en particular. Conocía sus victorias, sus puestos, sus equipos... Como un aficionado de los buenos, de los que saben. No se quedaba en saber que había ganado una Lieja, que eso lo sabe cualquier al que le guste un poco el ciclismo, sabía también que había ganado la Clásica de Amorebieta, que eso ya no lo recuerda cualquiera", abunda Matxin, testigo directo de aquel día en que Iraola conoció a su ídolo.

"Sé que se saludan de vez en cuándo, aunque no sé con qué frecuencia ni si mantienen mucho el contacto", abunda Matxin. "Pero lo que sigue siendo seguro -cuenta otra fuente conocedora de la historia- es un enfermo del ciclismo. Basta tener media conversación con él para darse cuenta. Y claro que le encantaba Gianetti. ¿A quién no?".