RECONOCIMIENTO

Libros signados y folclore sordo: España protegerá el acervo que se transmite con las manos

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y el de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, celebran la declaración de las expresiones de la cultura sorda y la lengua de signos como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial

Natalia Sierra, Gemma Píriz y Julian Hernández, de la Compañía El Grito, en un instante de la obra '100 m2'.

Natalia Sierra, Gemma Píriz y Julian Hernández, de la Compañía El Grito, en un instante de la obra '100 m2'. / ARCHIVO

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Hay poesías, cuentos, juegos, adivinanzas y canciones propias de la comunidad sorda que, durante mucho tiempo, ha visto cómo todo este legado cultural quedaba relegado a un segundo plano. Dejando, en consecuencia, apartados de la sociedad un sinfín de valores, prácticas y tradiciones que tienen una función regeneradora para ellas. Se trata de un acervo vivo que, hasta hoy, no ha contado con su correspondiente reconocimiento como Patrimonio Cultural. Así se hizo el pasado 6 de febrero por parte del Consejo de Ministros y, a partir de este jueves, se realizará con mayor conciencia. En un acto abanderado por el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y el de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, se ha dejado patente el compromiso para hacer del objetivo una realidad.

“Esta reivindicación es una cuestión de valor esencial no sólo para la comunidad sorda, sino también para la sociedad en general. No hay igualdad ni democracia sin un acceso equitativo a la cultura”, ha subrayado Bustinduy durante la charla organizada por el Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos Españolas para festejar este último hito. Un paso que, gracias a su declaración como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Español, contribuye a la salvaguarda de los rasgos sociales que caracterizan al conjunto de personas sordas y que tiene en la lengua de signos su principal soporte: “Es parte de nuestra identidad y de nuestra riqueza. De ahí que la afrontemos como un compromiso”.

El objetivo, por tanto, es promover y garantizar la libertad de este colectivo para el disfrute de sus sus derechos como, en este caso, el acceso a la cultura y la conservación del patrimonio. Con este salto se valora el rol de las asociaciones que han generado estas expresiones y se consolida, asimismo, un avance importante para su proyección. “Es cierto que la lengua es un instrumento para comunicarnos, pero también es una herramienta para crear. Los derechos culturales nos construyen como personas y grupos. Nos articulan como comunidad. Hasta ahora, eran los poderes públicos quienes iban satisfaciendo las necesidades artísticas de la población. Sin embargo, desde hoy, los ciudadanos se convertirán en sujetos activos. Todo ello será posible gracias a un conjunto de garantías”, ha explicado Jesús J. Prieto, profesor emérito de Derecho Administrativo de la UNED.

Un punto de vista que María Luz Esteban, directora del Centro de Normalización Lingüística de la Lengua de Signos ha enfatizado: “Esta lengua ha estado estigmatizada y minorizada históricamente. Las personas sordas suelen nacer en entornos oyentes, por lo que la transmisión intergeneracional tiene lugar en los centros educativos y en las asociaciones. Éstas han sido las encargadas de preservar el bagaje cultural. Además, han potenciado su creación a través de dinámicas sociales y sentimientos identitarios”. Existe, en este sentido, toda una tradición literaria y un folclore sordo único que necesita su protección y promoción. De lo contrario, corre el riesgo de desaparecer. “Tenemos que fomentar la sensibilización y el respeto hacia ella”, ha destacado Esteban.

Empoderar a la comunidad

De hecho, éste es un sector que se enfrenta habitualmente a riesgos y amenazas de calado. En la actualidad, su uso es reducido, teniendo en cuenta el número de sujetos signantes en relación con el total de la población sorda en el país, lo que resalta tanto la singularidad de la lengua como su situación de vulnerabilidad. “Los recursos de la lengua se van enriqueciendo a medida que la vamos usando. Este capital nos hace más fuertes. No obstante, tenemos que seguir empoderando a la comunidad y ésta, de alguna manera, ha de verse reflejada”. Sólo así podrá dignificarse y, por ende, reavivar y reafirmar sus rasgos particulares como una parte valiosa del patrimonio nacional.

En este camino, tal y como ha destacado Roberto Suárez, presidente de la Confederación Estatal de Personas Sordas y su Fundación, toda persona juega un papel clave. Estamos en una lucha en la que cualquier esfuerzo resulta sustancial: “Todas las generaciones han estado activos por conseguir el reconocimiento que celebramos. A pesar de los escollos, estamos dando pasos para mejorar el entendimiento y la diversidad”. Palabras que se ha encargado de ratificar Ernest Urtasun en calidad de ministro de Cultura: “Cuando hablamos de patrimonio solemos pensar en grandes monumentos y en parajes naturales, pero también lo son los bienes intangibles que limitan el perímetro de una cultura. La lengua de signos lo amplían y hacen más grande nuestra cultura”.