Eduardo Domingo, el hombre que baila como James Brown y Bruce Lee juntos

Dos iniciados en la secta apuntan sin dudar el nombre de Eduardo Domingo como el bailarín de northern soul de referencia en Barcelona. El aludido evita la falsa modestia, aunque advierte: "Tengo 48 años y me rompí los ligamentos cruzados de una rodilla". De modo que acrobacias ya menos. La rotura de ligamentos fue un accidente en Berlín: alguien rompió la regla número uno y derramó líquido en la pista de madera espolvoreada con talco para facilitar el deslizamiento. La "diabólica" pasta resultante le trabó un pie con la consecuencia conocida. No obstante, Domingo se abre de piernas sobre el suelo como quien se rasca una oreja para ilustrar qué movimiento es el split. Más rápido que buscar un vídeo en el ordenador que tiene delante y casi tan fácil.

Domingo, nacido en Santa Coloma de Gramenet, participó en la subcultura skinhead antifascista a finales de los 80 y principios de los 90. Compraba discos de reggae y ropa a través de una lista de correo radicada en Cardiff, la capital de Gales. Con cada compra, le llegaba de regalo una casete recopilatoria, normalmente del género citado. Hasta que le llegó una de northern soul. "Empecé a investigar y me absorbió por completo", dice.

Se acercó Domingo a los mods, parientes muy cercanos de los skins al fin y al cabo y por entonces custodios del culto northern soul. Cayó en sus manos un vídeo del documental This England. Wigan Casino (1977), en el que el director Tony Palmer no solo retrató la escena northern en su templo principal, el Wigan Casino, sino que lo hizo en relación con la crisis que sufría la clase trabajadora. Comenzó a ensayar en su cuarto los pasos de baile vistos en la película y pudo mostrarlos en público por primera vez en una fiesta mod organizada en la discoteca Soweto, en el barrio de Sant Andreu.

Tres fuentes

Domingo cita tres fuentes de inspiración para los movimientos del baile northern. En primer lugar, titanes del soul y del escenario como Jackie Wilson y James Brown, a su vez en deuda con el tap dance de los prodigiosos Nicholas Brothers, por ejemplo. En segundo lugar, las patadas de las películas de artes marciales, con las de Bruce Lee a la cabeza. Y en tercer lugar, los bailes tradicionales irlandeses y británicos por lo que se refiere a los pies. No todo el mundo está de acuerdo con la última influencia, pero Domingo la ve clara.

El northern soul fue una rareza dentro de la cultura popular moderna: nació alrededor de música vieja, no nueva. A principios de la década de 1970, una serie de disc-jockeys empezaron a pinchar singles arcanos de soul estadounidense de los 60 en clubs del norte de Inglaterra. De ahí el nombre de la escena. El éxito de Motown había generado cantidad de música fabulosa sin impacto comercial y de ese yacimiento se nutrió el northern mediante viajes de compras de dj a Estados Unidos. Al Wigan Casino, el Balckpool Mecca, el Golden Torch de Stoke-on-Trent y otros locales iban jóvenes de toda Gran Bretaña a exprimir el fin de semana. Las anfetaminas propulsaban largas sesiones de baile en las que los dj ocultaban el título y el intérprete de sus bombas. Solo allí podían escucharse y bailarse.

Excitación increíble

Décadas de compilaciones, reediciones e internet han popularizado (de aquella manera) unas canciones antaño secretas. Sin embargo, dice Domingo: "Aún me produce una excitación increíble cuando suena un tema rarísimo". En las veladas de northern se pincha con singles, por supuesto. Son de los discos más caros del mercado coleccionista.

En 2024 cumplirá 20 años Movin' On, el club que Domingo organiza en comandita con Cristina Alonso y Julià Mateu. El northern es solo uno de los estilos de música afroestadounidense que se pinchan en Movin' On, donde también tienen cabida la música brasileña y la latina. Se empieza por una cosa y se van descubriendo muchas otras. El all nighter Barcelona Soul Ballroom, en la sala Upload, es un aliado del Movin' On.

'Tergalillo' de primera

Domingo lleva casi toda la vida comprando y vendiendo discos. Si veía en una tienda un disco atractivo, lo compraba para revenderlo a amigos y conocidos. Con las ganancias, compraba sus joyas discográficas y más material para comerciar. Después, pasó a hacer lo mismo por correo. Y más tarde, por internet. Llegó un momento en que había acumulado tal estoc, colección particular al margen, que decidió abrir una tienda física. Desde hace nueve meses, regenta con un socio Discos Redondos, en Sant Vicenç, 33. La oferta es buen tergal o buen tergalillo, como llamaba Pere Llorens a los discos de nivel, y no solo en los cajones de música negra.

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