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Jaione Camborda, cineasta: “Sólo un hombre feminista que sepa ponerse en el lugar de la mujer y entender y aceptar sus derechos, podría legislar sobre el aborto”

- La directora Jaione Camborda posa en la presentación de 'O Corno', ganadora de la Concha de Oro del 71 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

- La directora Jaione Camborda posa en la presentación de 'O Corno', ganadora de la Concha de Oro del 71 Festival Internacional de Cine de San Sebastián. / EFE/Javier Etxezarreta

De madre catalana y padre peruano, estudió en euskera, se formó como cineasta entre Praga y Munich, y rueda en gallego y portugués. Jaione Camborda (San Sebastión, 1983), madre de dos hijos, es la perfecta desconocida que con su segunda película, O corno, un drama existencial y poético sobre el derecho de las mujeres a ser madres o no serlo, se ha alzado con la Concha de Oro en el festival de Donostia: primera mujer en conseguirlo en 71 años de certamen.

-¿Habrá prisión más angustiosa que el cuerpo de una mujer embarazada sin quererlo?

Es precisamente donde ahonda la película, y de ahí la importancia de que las mujeres decidamos sobre nuestro cuerpo.

-Ya estoy oyendo a los reaccionarios: “¡Se trata de una vida!”

Sobre eso ya ni discuto: no entiendo cómo esta ideología retrógrada puede tener espacio en la política; pero sea como fuere, las mujeres siempre vamos a ejercer ese control sobre nuestro cuerpo, a veces incluso arriesgando la vida.

-¿Habrá dolor y gozo mayor que el de ser madre?

La maternidad es también algo muy celebrativo y espero que se aprecie que la película es una oda a la vida.

-Vida y muerte se funden en un parto como en ninguna otra experiencia vital. Usted paso por ello justo después de rodar O corno, ¿tuvo miedo?

En efecto, ambos procesos físicos son parecidos. Tuve mi primer parto durante la escritura del guión, tengo dos hijos (2 años y 2 meses), y esto me inspiró mucho a la hora de rodar. También ayudó que la actriz había sido madre recientemente.

-Las doulas o parteras en la cultura popular ayudaban a nacer y también a morir, eran “acabadoras”. ¿Sería capaz de filmar una película sobre el proceso de la muerte como lo ha hecho sobre el alumbramiento?

La muerte ya está en esta película, simbolizada por el corno o cornezuelo del centeno, un hongo que crece en esta planta y que es la base de muchos medicamentos. En el pasado se utilizaba para ayudar a parir y también, para provocar el aborto. Quise que el proceso abortivo estuviera ligado a la naturaleza, y así recuperar la idea animal del ser humano y la condición mamífera de la mujer. Y presentar a la mujer como un espejo en el que se ven las otras, es decir la sororidad o ausencia de otredad, y en el que también se funde el tiempo: apenas se ve el cielo en la cinta, todo va pegado a ras de tierra, pasado y presente se diluyen.

-¿Por qué trasladó la acción a los 70, acaso el aborto clandestino es un drama resuelto?

En absoluto, precisamente quise establecer un diálogo con la actualidad, ahora que cada vez se les da más espacio a voces que quieren imponer un control sobre el cuerpo de la mujer.

-Dada la involución de las leyes (la joven norteamericana que tiene que cruzar estados en el país más desarrollado del planeta; el acoso y control de las clínicas abortistas en Madrid, sin ir más lejos). ¿No sería más necesario rodar en presente?

Hubiera sido otra película. Mi visión es más existencial, y quería que el personaje estuviera más en contacto con la naturaleza. Esa época me permitió rodar partos en casa, con menor intervención médica. La película no nace de una necesidad política, sino del deseo de mostrar la capacidad existencial de la mujer de dar vida y lo que esto conlleva. Hasta ahora los partos habían sido rodados desde una mirada masculina, y yo quise reflejar con más fidelidad la experiencia, que es algo físico y propio de nuestra condición mamífera.

-¿Conoce la agencia Travel Abortion, que con eslóganes publicitarios proponen un legrado en Seattle o una cesárea en Uruguay para los abortos de más de tres meses? Suena a delirio, pero es tristemente real y, peor aún: necesario.

Hay muchas comunidades autónomas donde abundan los médicos objetores de conciencia que se niegan a practicar la interrupción ni siquiera en las primeras semanas. No me atrevería, en mi condición de cineasta, a decir dónde colocar la barrera de tiempo legal.

De momento es a la mujer a quien hay que escuchar y respetar, y hacer entender esto a los políticos"

-¿Le parece que un hombre está en condiciones de legislar sobre el aborto?

Si se trata de un hombre feminista que realmente sepa ponerse en el lugar de la mujer, de entender y aceptar los derechos de la mujer, podría decir que sí. De momento es a la mujer a quien hay que escuchar y respetar, y hacer entender esto a los políticos.

-Hablemos de Jaione Camborda, ¿de dónde sale esta cineasta desconocida, primera mujer en alzarse con la concha de oro en Donosti después de 70 ediciones?

Imagino, sí, que era bastante desconocida para el gran público y que mi sitio en Wikipedia ha debido de arder estos días. Llegué al cine a través de la fotografía analógica; estudié en Praga, donde me enamoré del cine experimental, y en Munich; y por azar del amor he acabado en Galicia donde empecé a explorar y donde me dieron la primera oportunidad o apoyo para rodar. Aquí además (Jaione nos habla desde su casa en Santiago de Compostela) encontré una comunidad de creadores, lo que me dio impulso para auto producir mi primera película, Arima, que tardé 15 años terminar, mientras seguía rodando cortos experimentales. Y esa primera peli me dio la visibilidad suficiente entre la comunidad del cine para plantear la siguiente y aumentar la familia productora, añadiendo a las responsables de O que arde y de Alcarrás: juntas tuvimos la fuerza para sacar adelante O corno.

-Hija de un médico peruano y una enfermera catalana, estudió en vasco, se formó como cineasta en centro Europa y ahora rueda en gallego y portugués. ¿El arte puede tener fronteras?

No tiene, no, pero se hace desde un lugar y su idiosincrasia. Mi mirada tiene mucho que ver con todo lo que me ha rodeado este tiempo. He tenido la suerte de poder profundizar en el carácter gallego y de aprender su idioma, y así, crear desde lo local con una idea muy transfronteriza.

-Siguiendo con la fusión: ¿por qué eligió a una bailarina como protagonista, para una peli en la que apenas se baila 3 minutos?

Porque el personaje es muy físico y corporal, necesitaba a alguien que habitara las emociones desde el cuerpo y que tuviera ese componente animal e instintivo. Es una película de silencios, y Janet Novás tiene esa presencia que los llena, y una procedencia gallega que encajaba.

-El paisaje y el clima son tan protagonistas en su película como los actores. Esa cierta niebla en la mirada, ¿tiene algo que ver con su trabajo junto al gran artista visual que es Lois Patiño?

El paisaje es algo que se ha explorado mucho en la cinematografía gallega, pero siempre desde perspectivas distintas. Aquí los personajes se funden y son parte del paisaje. En cuanto a Lois (Patiño), sí, he aprendido mucho de todos los compañeros; somos una comunidad, siempre observando, la nuestra y otras latitudes, siempre abiertos.

-Jaione, ¿hubo un componente político en esta Concha de Oro?

Eso lo tendría que responder el jurado. En principio creo que el premio tiene que ver con lo existencial de la película y con la poética de su lenguaje cinematográfico, que le dan la fuerza.

-¿Qué es el love cost?

Así llamo yo a las películas como las mías: hechas con mucho amor y muy poco dinero.