ENTREVISTA

Paco Cabezas: "Uno tiene más miedo al ver la aleta del tiburón que al tiburón completo"

El director de 'Penny Dreadful' y 'American Gods' se ha encargado de las adaptaciones de 'La novia gitana' y 'La Red Púrpura', esta última con un rabioso trasfondo social

Paco Cabezas, director de 'La Red Púrpura'.

Paco Cabezas, director de 'La Red Púrpura'. / JERÓNIMO ÁLVAREZ

Aunque ya es un director curtido en Hollywood y cuenta en su haber con títulos como Penny Dreadful y American Gods, Paco Cabezas (La Puebla de Cazalla, Sevilla, 1978) ha disfrutado tanto dirigiendo las adaptaciones de La novia gitana y La Red Púrpura (Atresplayer emite este domingo el segundo capítulo), que dice que es lo mejor que ha hecho hasta ahora. Esta vez, se siente, además, orgulloso de ofrecer un horror con trasfondo social, ya que pone sobre la mesa un tema de actualidad preocupante.

P. Ante el estreno de La novia gitana, decía, Paco: “Al lector de la novela le diría: 'Ve la serie, que te va a sorprender'". Ahora ya no le hace falta hacer promoción.

R. No, realmente. Adoro la primera temporada, pero cuando vi el último episodio de esta lloraba como una magdalena por lo emocional que es. Y piensas: "¿cómo puede ser que esté mejor que la primera?" Es una serie que habla de temas muy potentes, de cosas de las que no se suele hablar en las series. De la violencia, de los hijos, de cómo se puede querer a un hijo y que luego se convierte en un monstruo, de qué hacer con un hijo que está yendo por un camino y no se le puede detener. 1.000 cosas que nos están pasando en la sociedad y que aquí lo contamos de manera metafórica, lógicamente, pero que es una manera de crear un impacto. Nuestros hijos están viendo vídeos pornográficos sin ningún tipo de control. Y hay violaciones grupales. ¿Por qué ocurre esto? Porque a lo mejor no estamos controlando bien lo que pasa en nuestra sociedad. De eso habla. 

P. De rabiosa actualidad, sí.

R. Yo creo, es mi opinión personal, que lo importante es la educación a muchos niveles. La sexual, la primera. No podemos pensar que si los niños ven pornografía, que es tremendamente violenta, luego no van a tener una relación en la que creen que el hombre debe tener un papel de macho violento.

"La serie habla de cómo se puede querer a un hijo y se convierte en un monstruo"

P. ¿Les ha dado miedo, o responsabilidad, no alcanzar el listón que dejó la primera?

R. Las dos temporadas se han rodado muy juntas, con lo que no nos dio mucho tiempo. Al contario, era encontrarse con una familia todos los días. Fue muy bonito el rodaje. Oscurísimo y violentísimo, pero nos lo pasábamos muy bien.  

P. Oscurísimo y violentísimo como la serie.

R. Es una serie muy bestia, da mucho miedo. Y mira que yo he hecho cosas como Penny Dreadful y series americanas como American Gods, en la que había mucha violencia pictórica. Pero nunca había llegado a este nivel. Incluso yo mismo decía: "es imposible ir más allá de donde estoy yendo". Aunque sabiendo que estoy haciendo algo muy emocional; muy importante, quiero pensar. 

P. En La novia gitana quiso poner en práctica lo aprendido en Hollywood en cuanto al tratamiento de la violencia, mucho más estética. ¿En La Red Púrpura ha saldado alguna asignatura pendiente?

R. Sí, hemos hecho muchas escenas de acción, muchas más que en La novia gitana, y tiene una onda muy The French Connection, ya que hay muchas escenas de los personajes tratando de encontrar a alguien y darle caza. Hay un elemento muy de los años 70 que a mí me flipa en la película de Francis Ford Coppola La conversación: un plano lentísimo. Y en el capítulo dos lo hay exactamente. No obstante, estoy tan contento con el lugar donde estoy como contador que ni pienso en otras películas.

P. Las mujeres tienen mucho protagonismo en esta serie.

R. Es muy feminista, porque los tres personajes femeninos, los de Elena, Chesca y Mariajo, son los más activos y los que hacen que avance la trama. Los masculinos son un poco más parados y se replantean la cuestión. Dicen: ¿Qué es esta locura?, nos estamos metiendo en un lío. Los personajes femeninos son el punto dramático que tira para adelante. 

P. El que sí es muy activo, demasiado, es el personaje de Roberto Álamo. Gran fichaje, ¿cierto?

R. Sí. Y aunque Roberto tiene su carácter, al segundo día del rodaje fui con la guitarra al camerino, porque canta muy bien, y nos empezamos a entender. Le encantaba su personaje, que es una especie de animal encerrado, un criminal criado como si fuera el Zacarías de Los Santos Inocentes, pero en asesino. Me decía que no le habían ofrecido nunca un personaje tan brutal. En una escena entre él y un niño, el hijo de Elena, y yo estaba detrás del monitor viéndola y pensaba: alguien debería detenerlo en algún momento. 

P. Vuelve a haber flamenco en la banda sonora.

R. Sí, y lo que hemos hecho ahora es meter un elemento electrónico al flamenco, que es lo que está pasando en la realidad. El Niño de Elche y Rosalía lo hacen. Me flipa que la gente lo pueda disfrutar. 

P. ¿No hace ya distinciones entre película y serie? 

R. El acabado es de película. Y cuando llegas a la segunda temporada, le has cogido mucho cariño a los personajes y los vuelves a encontrar como un viejo amigo, cosa que en una película no te pasa. Hay otra energía. Aquí a los de la BAC ya no tengo que presentarlos. Pasan muchísimas cosas, pero lo mejor para espectador es la conexión emocional con los personajes. Además, el cine independiente no es como antes, ahora incluso tienen más tiempo las series. No me refiero al tiempo de contar, que lo tienes, sino de rodar. 

P. Nerea Barros valora mucho eso. Y no trabajar con marcas de luz.

R. Es que hay directores que mientras los actores se maquillan ya ven cómo van a rodar. Y cuando llega el actor, le dice: "Siéntate ahí". Es antinatural. Siempre lo he peleado muchísimo. 

"Que me tiren las piedras que quieran, que yo defiendo la serie a muerte"

P. ¿Se pone un límite a la hora de representar la violencia?

R. Yo siempre pienso en la película Tiburón, de Steven Spielberg, y que uno tiene más miedo al ver la aleta que al tiburón completo. Llegamos con los videos snuff y los productores dijeron: "Esto no se puede enseñar en televisión". Pero como sabemos que todo esto mentira, que la chica estaba muy feliz, no pasó nada... También se lo proyectamos a los actores, para ver el impacto. Aunque al espectador le digo: "Solo vas a ver cinco segundos, luego lo que vas a oír es un grito. Y lo que imaginas es mucho peor de lo que es". 

P. La imaginación tiene ese poder.

R. Es muy delicado, porque siempre hay que tener una cierta elegancia y no caer en la pornografía. Pero como director no quiero marcarme un límite. Les puse el capítulo a mi mujer y a mi hija, de 15 años, y mi hija decía: "He visto cosas mucho más fuertes". Sabemos que nuestros hijos están viendo barbaridades. Espero que la gente entienda que estamos hablando de una metáfora. Que me tiren las piedras que quieran, que yo defiendo la serie a muerte. Y que entiendan que para hablar del ese tema hay que poner en pantalla cosas muy fuertes. No hay una reflexión sobre esto. Entonces, pongamos la reflexión ahí.