ESCULTURA

Cuando la arena se convierte en arte

Un artista valenciano diseña figuras de distintos tamaños a partir de este material 

El artista Bernat Román con una de sus esculturas de arena.

El artista Bernat Román con una de sus esculturas de arena. / ARCHIVO

Saray Fajardo

Al pasear por la orilla de la playa, no es extraño encontrar a niños -y también adultos- construyendo castillos de arena de distintos tamaños. Los cubos y los rastrillos inundan la primera línea de la costa. Sin duda, este se ha convertido en uno de los pasatiempos preferidos durante estos meses de verano. Sin embargo, con la llegada de la primera ola, el castillo se derrumba y la arena vuelve a su estado natural. De esta manera, sólo queda el recuerdo en nuestra memoria y, por suerte, alguna imagen tomado con el móvil. Pero, ¿qué pasaría si estas obras de arte hechas con arena pudieran permanecer en el tiempo? Parece difícil, pero el artista valenciano Bernat Román ha conseguido que sus esculturas de arena no se deshagan, incluso si se mojan.  

Desde bien pequeño, Román se presentaba a concursos de dibujo, la mayoría de los cuales ganaba. En aquel momento, decidió apuntarse a clases de pintura para perfeccionar su técnica. Sin embargo, no fue hasta 1987 cuando empezó a dedicarse exclusivamente al arte. "Trabajaba en una fábrica, pero decidí dejarlo para centrarme en mis obras. En mi casa se sorprendieron bastante de aquella decisión", explica. Unos años antes, realizó su primera exposición individual y colectiva, las cuales recuerda como un "auténtico éxito". "En la colectiva, vendí mi primer cuadro a un desconocido y en la individual los conseguí vender todos", recalca.  

Sin embargo, en sus palabras, "me di cuenta que no podía vivir sólo de la pintura". Por eso, con a penas 22 años, se dirigió a un taller fallero en Carcaixent (Valencia) para trabajar en este sector. "El primer año ya pinté una falla infantil y, con 25 años, me puse a hacer una falla con otro compañero", reivindica. 

Actualmente compagina su trabajo como artista fallero en un taller situado en la localidad de Rafelguaraf (Valencia) con su faceta de escultor de figuras de arena. Así, desde finales de marzo y hasta septiembre se centra en la escultura, mientras que el resto del año realiza los ninots que inundan de color las calles de la Comunidad Valenciana durante los días grandes. 

Materiales nuevos

Pero, ¿por qué empezó a utilizar la arena en sus esculturas? El valenciano señala que siempre ha intentado utilizar materiales nuevos en sus cuadros para proporcionarles volumen. "Empecé a investigar cómo podía hacer una escultura con arena sin que se deshiciera", explica. ¿Y cuál ha sido la fórmula? "Esa es la pregunta del millón. Las técnicas varían dependiendo del tamaño de la figura porque yo no pego la arena, que se vende en grandes superficies, a la figura, sino que la arena es la protagonista", reconoce. Por otra parte, en las piezas de mayor tamaño, el artista intenta que no pesen tanto. "Intento vaciarlas porque una figura de dos metros de altura puede llegar a pesar cerca de 200 kilos", señala. 

Una de las figuras./ ARCHIVO


Además, el artista ha conseguido dar un paso más, ya que, en algunas de sus exposiciones, ha colocado estas piezas dentro del agua para demostrar que son capaces de mantenerse sin deshacerse. "La gente se sorprende al ver que no está pegada. Les dejo que las toquen para que vean que todo es arena", reconoce el valenciano, quien reivindica que el mantenimiento de estas piezas es similar al de cualquier otra escultura. "Al aire libre sí que deben tener un mantenimiento, pero ha habido figuras en exposiciones que han estado durante más de un año. Si se encuentran en el interior, lo más fácil es quitarles el polvo con agua", explica. 

Su última exposición, Mujeres con piel de arena, se centra en varias piezas relacionadas con el sexo femenino. En sus palabras, "quería hacer a una mujer embarazada y, a partir de ahí, nació la exposición". 

A pesar de su pasión por la escultura, reconoce que el oficio de artista fallero es el que consigue mantenerle económicamente. "Podemos vivir gracias a las Fallas porque vivir sólo de la escultura sería más complicado. Aún así, me considero muy afortunado de poder vivir del arte", concluye Román.