RESPÓNDAME

Ana Garcés: "Sigue habiendo las mismas diferencias de clases sociales que en 1900"

Ana Garcés, actriz que triunfa en las sobremesas de TVE con la serie ambientada a principios del siglo XX 'La promesa'.

Ana Garcés, actriz que triunfa en las sobremesas de TVE con la serie ambientada a principios del siglo XX 'La promesa'. / Manuel Fernández-Valdés

La Promesa, en la sobremesa de TVE, ha sorprendido rompiendo las audiencias de su franja horaria. Unos marqueses pretenciosos llenos de líos y un cuerpo de casa que no les va a la zaga en complicaciones. Ana Garcés, protagonista, 23 años, trabajaba en una tienda de ropa para costear sus gastos cuando fue elegida en un 'casting'. Es una doncella imprescindible.

Pregunta: Siempre dice por delante que es de Valladolid. ¿Es algo que marca especialmente?

Para mí es muy relevante. Primero, toda mi familia es de Valladolid, y creo que de allí han salido muchos actores, pero muy pocos han tenido oportunidades laborales. Es la ciudad en la que me formé, en la que me han apoyado, en la que empecé a estudiar y a dedicarme a esto y en la que nunca he podido ejercer como actriz.

P: ¿Caer directamente en una serie que rompe audiencias y se lleva de calle a otras cadenas no produce incredulidad?

Sí, por supuesto. Desde el primer momento. Supongo que sucede en todos los trabajos, pero cuando es el primero y te viene por sorpresa, por un casting en el que no te esperas que te vayan a coger, por supuesto que te da incredulidad, sobre todo cuando tienes que comunicarlo a la familia y a la gente que ha creído en ti. Nunca sabes cómo contárselo, porque ni siquiera tú te lo llegas a creer del todo.

P: Había hecho teatro y cortos, tras acabar Arte Dramático. ¿No tiene la sensación de que se ha saltado etapas, de que le ha tocado la lotería?

Absolutamente. Creo que me ha tocado la lotería. Y creo que me he perdido muchas etapas de búsqueda, de creación propia. Como al final en el teatro hay mucha precariedad laboral y mucha gente sin trabajar, ahí surgen muchos medios de creación, y la gente se junta. Creo que esa etapa me la he saltado, pero sé que puedo volver a ella en cualquier momento. Soy una persona afortunada por haber llegado con tan pocos años a hacer este papel.

P: Una doncella de los marqueses que lo mismo arregla un avión que cura enfermedades. ¿Es así de mañosa en casa?

No en todo. Evidentemente, no sé nada de medicina, pero sí que es verdad que soy una persona que intento apañarme con todo lo que puedo, lo que tengo y lo que sé. Siempre he sido muy independiente.

P: ¿Las situaciones de principios del siglo XX que refleja La Promesa pueden extrapolarse al momento actual? ¿Tener una doncella que te peine, casarte por la dote, vivir en un palacio, enamorarte del señorito?

Absolutamente. Creo que en esta sociedad suceden las mismas cosas en diferentes contextos. Evidentemente ahora no hay tantas princesas, tantos castillos ni tantos señoritos, pero sigue habiendo las mismas diferencias de las clases sociales, los problemas que eso conlleva y gente que sirve a otras personas. Al final esto se puede extrapolar perfectamente, aunque creo que hemos cambiado muchas cosas y ojalá sea así.

P: ¿Ya no hay tanto señorito y doncella que se enrollan?

Es que quizá la fórmula antes era más protocolaria. Ahora tenemos otro tipo de protocolo. Tenemos muy inculcado que a partir de cierta edad hay que casarse, hay que tener pareja, hay que tener hijos. Hay que seguir como un ciclo vital que al final también sucedía de otra forma en 1.900. A mí me parece bastante parecido, aunque, evidentemente la sociedad ha evolucionado.

P: Su personaje, Jana Expósito, es la contraposición a una mujer sumisa. ¿Como Ana Garcés es más tranquilita o más de armas tomar?

Me considero una persona tranquila y no soy una persona a la que le gusta discutir. Pero también soy un poco cabezota y muy peleona con las cosas que a mí me parecen justas. Me siento bastante identificada con Jana.

P: Es una serie donde los personajes fuertes son mujeres. Y tienen arranques de feminismo, cosecha 1.913, pero plantan cara. ¿Usted es feminista?

Sí. Como todo evoluciona, creo que el feminismo viene a ser lo mismo en 1.913 y ahora, lo que pasa es que en cada momento se encuentran problemas distintos y hay que luchar para que las siguientes generaciones no vivan las mismas situaciones.

P: ¿La Promesa es Downton Abbey, pero de andar por casa?

Bueno, sí que tiene muchos paralelismos. Pero no sé si de andar por casa, porque está más adaptada al público español. En Downton Abbey están contando una historia inglesa y aquí hablamos de una familia andaluza en aquella época, con la que creo que es más fácil identificarse.

P: ¿No marea usted mucho la perdiz con el señorito Manuel, heredero del marquesado? ¿Le gusta Arturo Sancho?

[Ríe] No, no, no. A mí me encanta Arturo Sancho, porque es una persona maravillosa, súper buen compañero, muy profesional, muy buen actor y muy buena persona. Pero ya está.

P: ¿A quién le gustaría tener en su club de fans?

Como fanático, no lo sé. Pero si algún día me dicen que Anya Taylor-Joy, la actriz de Gambito de dama, ha visto un capítulo de la serie, me muero.

P: Dijo que, con lo que está viviendo, le costó salir a la realidad. ¿Qué le ha parecido la realidad?

Pues muy curiosa. Nunca sabes realmente lo que implica que te vea tanta gente todos los días. A mí me sorprendió mucho que la gente me hablase o que quisiera hacerse una foto conmigo. Yo no entendía nada, hasta que tuve que entenderlo. Pero claro, de primeras te sorprende mucho que a alguien le haga ilusión hacerse una foto contigo.

P: Confiéseme que al final huye con el señorito Manuel, que llevo ya muchas tardes de sofá y me lo merezco.

Me encantaría poder decírtelo, pero no puedo… [Ríe]