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Jorge Perugorría: "Este movimiento conservador de derechas cada vez va ganando más espacio"

Entusiasmado con su papel y con el equipo de Las noches de Tefía -la dirección de Miguel del Arco y su codirector, Rómulo; el “memorable” grupo de actores- habla de su apoyo al cine cubano y a las reivindicaciones de los cineastas. Su profesión le apasiona. Más sus dos nietas: “Me tienen loco”

Jorge Perugorría

Jorge Perugorría / KIKO HUESCA

Con el calor y las vacaciones nos trae una serie de sufrimiento y angustia. ¿No tiene piedad?

Es un momento bueno, porque la cosa está bien caliente en España; por la temperatura y por todo lo demás. Estoy feliz y superorgulloso de ser parte del equipo de Las noches de Tefía, una serie [de ATRESPLAYER TV] que tiene que ver con la memoria histórica. Hay cosas que no se pueden olvidar para que no vuelvan a suceder. Y es tan bonito meterte en un proyecto comprometido mientras estás haciendo algo que amas, como es actuar…

Tefía: Un campo de concentración franquista para homosexuales y otros incluidos en la Ley de Vagos y Maleantes. Ahora parecen avecinarse tiempos de intolerancia e intransigencia con las personas LGTBI. ¿Es algo general?

Yo creo que está pasando en muchos lugares. Lo vemos también en Estados Unidos y en toda Europa. Este movimiento conservador de derechas que cada vez va ganando más espacio. Por eso es importante recordar estas cosas, de dónde salió toda esa línea de pensamiento.

Su personaje, Airam Betancor, a los 70 años se topa con su verdugo, se siente impelido a recordar. ¿Es bueno encontrarse con el pasado?

Yo creo que sí. De ahí la importancia de esta serie. Es bueno ir al pasado para que las cosas no vuelvan a repetirse, y para aprender de esas experiencias trágicas, dolorosas.

Dice Betancor: “Mi problema fue la imaginación”. ¿Se puede subsistir en condiciones adversas sin esa vía de escape?

Esa vía de escape es fundamental. Y yo creo que hace no solo que esos muchachos vuelen, tengan ese viaje colectivo onírico a un mundo lorquiano, a un mundo libre. El cabaret donde se imaginan cada noche, ese Tindaya, existe en cada uno de nuestros países, y está relacionado con la imaginación y el arte. La cultura cubana es también una vía de escape. Nuestra gente del teatro, el cine, la música cubana es el Tindaya de nosotros para sobrevivir a la circunstancia que vivimos cada uno.

Para levantar el ánimo de una serie tan acongojante, igual unos mojitos…

Bueno, sí. Los mojitos ayudan a vivir.

El glamour de Cuba ya no existe”. ¿Qué se ha perdido?

El país está en un momento de crisis, no solamente económica, sino también general, que tiene que ver con la supervivencia. Cómo vas a pensar en glamour si estás en una cola para coger un pollo, porque la gente está pensando en comer. Lo que sí sobrevive es ese talento natural de los cubanos, relacionado con el arte, la medicina, el deporte. Y ese talento hace que sobreviva algo que no tiene que ver con el glamour, pero sí con la capacidad del cubano de luchar y mantener vivo su sueño en lo individual, ya no en lo colectivo.

Se cumplen treinta años de Fresa y chocolate, su primera película. Al parecer, le cambió la vida.

En el tema de los homosexuales la película fue un antes y un después y ha marcado mucho la realidad del cambio. Es un canto a la tolerancia, al respeto a la diferencia y no solamente de los homosexuales, sino también de las personas que piensan distinto. Pones la película y parece que está hablando de la Cuba de hoy, porque tiene un discurso que está vivo. Todavía tenemos que trabajar mucho para ser un país más inclusivo con las personas que piensan diferente.

¿Usted es más de fresa o más de chocolate?

Yo te diría que soy más de mantecado.

¿Es un “nostálgico de mierda”, como se define el detective Mario Conde, el personaje de Leonardo Padura que tanto admira?

Sí, soy un nostálgico de mierda. Ojalá podamos hacer otra temporada de la serie con Padura para disfrutar ese personaje que tanto amo.

¿En qué se nota usted la nostalgia de mierda?

En todo, en todo. Yo creo que Padura retrata a través de Mario Conde a toda mi generación, que vivió una ilusión, una utopía de un sueño colectivo que al final no fue, y que ahora vivimos de la nostalgia esa de lo que soñamos, más que de la propia realidad, que está tan difícil.

Es muy apreciado en España. ¿Qué nos ha dado?

No sé [ríe], pero desde Fresa y chocolate el cine español me abrió sus puertas y yo en España me siento en mi casa con la gente del cine, con la vida española. Eso ha hecho también que yo sea un nostálgico de mierda, porque me paso extrañando Madrid y los amigos de por allá todo el tiempo.

¿Qué cosas le divierten?

Ahora mismo estoy haciendo un festival de Cine y Medio Ambiente en la Isla de la Juventud, al sur de Cuba, que es referente en la conservación del medio ambiente en el Caribe. Estoy apasionado con este proyecto. Será un festival anual. Quiero ayudar a transformar la isla.

Suele empezar las entrevistas en cualquier país diciendo: “Muy feliz de estar acá”. ¿La felicidad es su estado permanente o hace la pelota a los periodistas?

Soy un hombre bastante optimista y he vivido siempre en circunstancias difíciles. Nací en el 65, y como generación lo que he conocido son dificultades y luchas. Pero nada me detiene para ser feliz o intentarlo, al menos. Yo me reinvento constantemente y echo p´alante. Cuando lo digo es de verdad. ¿Tú sabes las ganas que tengo de estar en Madrid y tomarme una cañita? Eso me hace feliz.