ELLAS TOMAN LAS RIENDAS

Ana Rujas, Aura Garrido, Marta Nieto, Nadia de Santiago... Las actrices que dirigen las historias que no les ofrecen

Debutan este otoño como creadoras de proyectos que buscan ocupar los espacios negados históricamente a las mujeres en el cine y la televisión. Una revolución silenciosa del audiovisual español que conecta con lo que sucede en Hollywood.

Aura Garrido en el set de su cortometraje 'La Braulia'.

Aura Garrido en el set de su cortometraje 'La Braulia'.

Carlos Megía

Tenía 16 años cuando Angélica Liddell, subida a las tablas, cambió su vida. “Me atravesó una flecha por completo. Yo ya estudiaba teatro, pero algo viví ahí que me hizo ser la artista que soy hoy. Fue un referente en un momento clave para mí”, explica la actriz Ana Rujas al otro lado del teléfono. Tal fue su impacto que, menos de una década después, esta madrileña de Carabanchel curtida en la ficción televisiva (90-60-90) fundó su propia compañía teatral. Anhelante de compartir su reveladora experiencia más allá del escenario, Rujas estrena ahora su primera serie como creadora: Cardo, una reflexión sobre los cánones de belleza y los excesos que marcaron a la generación de los 90 en la que da vida a una treintañera enganchada a las drogas y a las relaciones tóxicas. 

Pero no es la única intérprete española que añade ahora a su filmografía una nueva faceta profesional, ya sea en labores de guion o de dirección. Nadia de Santiago, Aura Garrido y Marta Nieto conforman junto a ella una revolución que se viene fraguando en la industria desde el inicio de la última ola feminista. Corrigen así la carencia histórica de actrices dispuestas a trasladar su talento detrás de la cámara, lastradas por la falta de oportunidades y por los prejuicios rancios sobre su capacidad, que no aparecían en el caso de sus homólogos masculinos. Un fenómeno que ya ha transformado el panorama audiovisual a nivel global –en Hollywood intérpretes como Olivia Wilde o Greta Gerwig triunfan como realizadoras– y a la que nuestras pantallas se sumarán este mismo año. 

“En lugar de seguir esperando a que me ofrecieran hacer el tipo de cine que me apasiona, aposté por hacerlo yo misma”, afirma Marta Nieto, que ultima estos días la posproducción de ese deliberado “salto al vacío”. El cortometraje Son, su debut como directora y guionista, narra una historia sobre aprendizaje y aceptación a través de los ojos de una madre y su hijo trans. La obra es además el preludio de su primer largometraje, que rodará el próximo año con los mismos protagonistas, Patricia López Arnaiz y Ale Colilla. “Lo primero es creerte en el derecho de intentarlo, saber que no estás haciendo nada malo. Desactivar ese discurso inconsciente, inculcado por la sociedad al nacer, que nos limita sin darnos cuenta, y dedicar toda nuestra energía a ello. Si lo puedes imaginar, hazlo”, dice la protagonista de películas como Madre, que reivindica la necesidad de que las mujeres “ocupen los espacios” que les han sido negados históricamente.

Las cifras corroboran la flagrante desigualdad e infrarrepresentación femenina denunciadas en el cine español. Según datos del Ministerio de Cultura, solo el 21,6% de los largometrajes de producción española estrenados en 2020 fueron dirigidos por una mujer. Y en el apartado del guion, apenas el 15% de las películas que llegaron a las salas fueron escritas exclusivamente por ellas. Para Aura Garrido, que sean las propias intérpretes quienes decidan equilibrar la balanza es un paso lógico y natural. “Experimentar diferentes campos puede ser parte de la búsqueda de la expresión artística. Y sucede en el cine al igual que en la música o en la danza”. La riojana, que se hizo popular gracias a series como El Ministerio del Tiempo, también apuesta ahora por cambiar de punto de vista en un rodaje. La Braulia, su ópera prima como realizadora, es un cortometraje sobre la gestión del duelo por parte de dos amigas de la infancia estrenado en el marco del veterano certamen Notodofilmfest.

La resonancia del movimiento feminista más reciente, la aparición de iniciativas como #MeToo o Time’s Up o la discriminación positiva se erigen en factores clave en una revolución incompleta, pero que ya da sus frutos. Los palmareses de las citas por antonomasia del séptimo arte así lo aseveran. En las últimas ediciones de Cannes, Venecia, Sundance o San Sebastián, los premios más importantes han sido para cineastas femeninas. También en los Oscar, que convirtieron a Chloé Zhao en la segunda mujer de la historia en llevarse la estatuilla a mejor dirección por Nomadland. Y en la carrera de este año aparecen nombres tan ilustres como los de Maggie Gyllenhaal, Rebecca Hall o Halle Berry postulándose para ser las próximas Olivia Wilde o Greta Gerwig en lo que a debutar con éxito como realizadoras se refiere.

El síndrome de la impostora

También en el formato reducido está el germen de la evolución como creadora de Nadia De Santiago. Tras ser parte del elenco de la primera serie española de la historia de Netflix Las chicas del cable–, la madrileña repite ahora en la plataforma con El tiempo que te doy, coescrita y protagonizada por ella. Una serie que versa sobre la superación de una ruptura sentimental, concebida en capítulos de once minutos de duración y que se estrena este 29 de octubre. Aunque orgullosa de lo conseguido, la joven admite que durante la promoción de la ficción ha sentido el denominado ‘síndrome de la impostora’. Algo así como una falta de autoestima y certidumbre a la hora de ocupar puestos tradicionalmente masculinos que han expresado hasta las estrellas más relucientes de Hollywood. “Tengo como una sensación de irrealidad, me noto muy vergonzosa al hablar de la serie por el hecho de haberla creado yo... Pero toca digerirlo”, subraya.

Nadia de Santiago, revisando una toma de El tiempo que te doy.

Nadia de Santiago, revisando una toma de El tiempo que te doy. / Netflix

Marta Nieto no solo comparte con su compañera el haber experimentado esa sensación de impostura a lo largo de su proceso creativo, sino que lo considera algo inherente a la educación femenina. “Nos dicen que tenemos que limitarnos a una serie de cosas y que lo demás, todo el resto, no está hecho para nosotras. ‘Cómo te vas a atrever’, ‘ten cuidado’, ‘es peligroso’, ‘una actriz se dedica a actuar’…”. Pese a situarse todas ellas en la treintena, manifiestan haber sido testigo en primera persona de la transformación radical que ha vivido la industria en los últimos años. “Cada puesto de trabajo tenía prejuicios concretos y sobre las actrices pesaban siempre cuestionamientos sobre nuestra inteligencia o capacidad”, reconoce Aura Garrido. “La diferencia es enorme entre la de hace diez años y la actual. La lucha reciente claro que ha ayudado, pero es que debería haber sido así siempre”, añade Rujas. En Cardo, escrita junto a Claudia Costafreda y que verá la luz el 7 de noviembre en Atresplayer Premium, se pone en la piel de una joven que trata de superar su crisis existencial ayudando a una florista a evitar el cierre de su negocio.

Ana Rujas (dcha.) y Claudia Costafreda son las cocreadoras de Cardo, que la primera, además, protagoniza.

Ana Rujas (dcha.) y Claudia Costafreda son las cocreadoras de Cardo, que la primera, además, protagoniza. / ATRESPLAYER PREMIUM

Buena parte de las mencionadas, como Ana Rujas o Nadia de Santiago, se estrenarán en unas plataformas de streaming que con su auge y consolidación han dinamizado el sector. De Santiago, que debutó con solo nueve años en un plató, se muestra escéptica respecto a si las cadenas tradicionales se hubieran atrevido a darle tanta confianza con su proyecto. “No sé si las generalistas me hubieran dejado jugar y probar. Además, plataformas como Netflix son un videoclub de historias y cada uno elige lo que quiere ver según su edad o gusto”, reflexiona, reseñando el escaparate global que ofrecen estas compañías y que convierte en fenómenos internacionales a ficciones de carácter local. Para Marta Nieto, los motivos de esta imparable tendencia son incluso más elementales. “La mitad de la población quiere ver cosas con las que se sientan identificadas. Se están haciendo producciones para ese mercado femenino, que no había sido tenido en cuenta ni como número ni como sensibilidad”, concluye la murciana, que no olvida un esperanzador apunte: “hasta ahora”.