HUELGA DEL SECTOR DEL METAL

Mil kilómetros de lucha obrera: trabajadores de Amurrio viajan a Cádiz a apoyar las protestas

Son seis trabajadores Tubacex viajan a Andalucía para mostrar su apoyo después de pasar 236 días en lucha para evitar un ERE que iba a acabar con más de un centenar de compañeros en la calle

Miembros de la sección sindical de LAB Tubacex-Aceralava en Cádiz.

Miembros de la sección sindical de LAB Tubacex-Aceralava en Cádiz. / Pablo Alías

David López Frías

David López Frías

Itxone, Urtzi, Gabi, Unai, Gálder y Aitor. Son seis trabajadores del metal que, como sus propios nombres sugieren, son del País Vasco. Trabajan en la empresa Tubacex, una empresa de Amurrio (Álava) que fabrica tubos de acero. Y algo saben de mantener un pulso contra la empresa para mantener sus puestos de trabajo y sus derechos laborales. No en vano, han pasado 236 días en lucha para evitar un ERE que iba a acabar con más de un centenar de compañeros en la calle.

Durante esos 236 días, recibieron la solidaridad de compañeros del sector de todas parte de España. En especial de Cádiz, desde donde les mandaron mensajes de apoyo, vídeos y hasta una cantidad económica que habían recaudado, para incorporar a la denominada ‘caja de resistencia’. Esto es, un fondo para acometer gastos sobrevenidos o incluso el pago de algunas nóminas.

Las negociaciones concluyeron con un total de cero despidos. La plantilla, contra todo pronóstico, se había impuesto a la amenaza de los despidos. Solventado el problema, ahora es en Cádiz donde están padeciendo las inclemencias de los recortes. Las manifestaciones del sector del metal gaditano copan informativos a diario. Enfrentamientos con la policía, movilizaciones, gases lacrimógenos y tanquetas. Los trabajadores se dijeron entonces que algo tenían que hacer. Que tenían que responder a la solidaridad gaditana con más solidaridad.

Y así como el protagonista de Ocho apellidos vascos viajó de Andalucía al País Vasco para lograr un objetivo, los seis de Tubacex hicieron el camino inverso para mostrar el apoyo con sus compañeros del sur. Antes hicieron un colecta entre los trabajadores vascos, para aportar dinero a la caja de resistencia de los andaluces. Consiguieron reunir un total de 4.500 euros.

Logo que lucen en la camiseta los miembros de la sección sindical de LAB Tubacex-Aceralava.

Logo que lucen en la camiseta los miembros de la sección sindical de LAB Tubacex-Aceralava. / Pablo Alías

Avería en Pucela

El martes 23 por la noche, la expedición de seis personas salió desde Amurrio en dirección Cádiz a bordo de una furgoneta Mercedes Viano con la idea de llegar a Cádiz al día siguiente, solidarizarse con sus compañeros, mostrarles apoyo y entregarles el dinero recaudado. “Fuimos nosotros seis que estamos ‘dispensados’. Esto significa que estamos cobrando pero sin trabajar. Una situación que tal vez concluya este mismo mes. Pero mientas estamos así, podemos hacerlo”, explica Aitor Bordagaray, uno de los trabajadores de Tubacex que se ha embarcado en esta aventura.

Lo de aventura es literal. Serían las 3 de la madrugada cuando, a la altura de Valladolid, la Mercedes Viano dijo que hasta aquí hemos llegado. Se rompió y hubo que parar. Llamaron al seguro, que les envió un taxi de vuelta a Amurrio. 240 kilómetros en balde, pensaban. Una vez regresaron a su pueblo, se miraron y se preguntaron qué hacer. “Hombre, yo hoy me he metido en este viaje con el objetivo de llegar a Cádiz”, sugirió uno de los trabajadores. Y con ese objetivo en la cabeza decidieron empezar a maniobrar.

De madrugada empezaron su misión: conseguir otra furgoneta de al menos seis plazas en la que se pudieran meter todos y recorrer los 955 kilómetros que separa su pueblo con la Tacita de plata. Que si habían conseguido detener más de cien despidos, cómo no iban a conseguir una furgoneta a préstamo para un par de días. Dicho y hecho. A pesar de las horas intempestivas, lograron que un amigo les prestase una Renault Traffic con la que llegar a Andalucía.

Con esas iniciaron un viaje casi sin detenerse, desde Amurrio hasta Cádiz. “Nos íbamos cambiando al volante para que pudiéramos ir descansando por turnos, eso es todo lo que hemos dormido hoy”, cuenta Aitor a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en un restaurante de Cádiz. Porque llegaron sin más problemas. La Renault Traffic se portó y a las 3 de la tarde nos estaban atendiendo. “Esta tarde vamos a vernos con los compañeros y a hacerles entrega del dinero que hemos recaudado para ellos”, resumía otro de los miembros de la expedición. Después, a dormir… y de vuelta a Amurrio en la Traffic.

Solidaridad es la clave

“En Tubacex plantearon 150 despidos inicialmente. Quedaron en 129 tras las movilizaciones”, rememoran ahora los trabajadores. “La empresa nos dijo que, o nos rebajábamos todos el sueldo, o iba a haber despidos. Eso fue en verano de 2020. Nosotros respondimos que ni lo uno ni lo otro. En febrero de 2021 nos plantamos”.

Recuerdan también que “una de las estrategias de la empresa fue la de ‘Divide y vencerás’. Intentaron dividir y confrontar a la plantilla. A unos los señalaban para despedir y a otros nos tenían ‘dispensados’, que eso es estar en casa cobrando el sueldo. Pensaban que así habría fricciones o divisiones entre los trabajadores, que cada uno miraría por lo suyo. Pero lo que hicimos fue entregar parte de nuestro sueldo a los que no cobraban”, explica Unai.

La solidaridad fue, por tanto, la baza de los trabajadores para conseguir su objetivo. “La solidaridad, la huelga y los piquetes, que los hemos mantenido hasta hace poco”, cuenta un miembro del equipo. Eso y la intervención judicial, porque el TSJV tumbó los el ERE. Pero sin unidad en la plantilla no se hubiera llegado a la solución final. Así, con unidad, consiguieron que de los 150 despidos iniciales y los 129 posteriores, el reajuste empresarial quedase en 57 personas que saldrán prejubilados o con bajas voluntarias negociadas.

Recuerdan los de Amurrio que, durante aquellos infaustos días, recibieron mucho apoyo de compañeros de otras partes de España. “De Cádiz nos mandaron vídeos y hasta dinero que habían recaudado. Ahora son ellos los que están en una situación grave y hemos querido responder a aquella solidaridad con más solidaridad”, concluyen.

Con rostros cansados pero satisfechos, apuraban los vascos sus platos de ‘sopa de picadillo’ y ‘ropa vieja’ que comían en un restaurante gaditano el miércoles a mediodía, casi sin dormir. Bajaban la voz cuando la tele del bar daba alguna noticia del metal. En el establecimiento coincidieron con algunos compañeros asturianos y murcianos que se habían desplazado a Cádiz con el mismo objetivo: apoyar a los trabajadores del metal. “Esta noche a dormir y mañana de vuelta a Amurrio en furgoneta”, concluían.

Horas después de la comida y tras una reunión maratoniana en Sevilla, los sindicatos y la patronal llegaban a un preacuerdo que deberá ser ratificado con las asambleas de los trabajadores este jueves para poner fin a nueve días de huelga. Esperan que, antes de llegar al País Vasco, el problema se haya resuelto en Cádiz.