CRÍTICA

'Perder el equilibrio', de Miguel Ángel González: consolidando el 'thriller' patrio

Con este libro, el autor ha logrado lo que los escritores noveles ansían: tener una voz propia

El escritor Miguel Ángel González, autor de 'Perder el equilibrio'

El escritor Miguel Ángel González, autor de 'Perder el equilibrio' / EPE

Marta Marne

Miguel Ángel González (Madrid, 1982) es uno de esos autores a los que no hay que perderles la pista. En 2016 se alzó con el Premio Café Gijón con Todos los miedos (Siruela) y a partir de ese momento no ha sacado a la luz ni una sola novela fallida. Desde 2021 sus historias han ido virando hacia el género negro –aunque su primera obra ya era de una oscuridad que sobrecogía– y en este 2024 ha publicado con Grijalbo Perder el equilibrio.

Jonás acaba de instalarse en un nuevo edificio. Ha escogido un tercer piso sin ascensor, decisión extraña para alguien a quien le falta una pierna y se mueve con muletas allá donde va. A pesar de llamarse Jonás, en este barrio se presenta como Ismael. Jonás perdió en un accidente de coche una extremidad, y a su mujer. Ismael se ha instalado en el mismo bloque que Fausto y tendremos que ir descubriendo poco a poco qué hay detrás de cada una de sus decisiones (por si alguien no ha prestado atención, ninguno de los nombres de los personajes es casual).

En esta novela, González nos plantea una narración a dos tiempos. En primer lugar, los capítulos denominados como hoy, que abordan el momento actual y están relatados en presente. En segundo, analepsis que nos ayudan a comprender cómo hemos llegado al punto en el que está Jonás en fragmentos designados como ayer y contados en pasado. Lo más interesante es el efecto logrado con las partes en tiempo presente, ya que el lector siente que el narrador omnisciente posee la misma información que él: no le oculta nada, es una voz por completo fiable.

Ingrediente poderoso

Este elemento es de vital importancia para la construcción del personaje de Jonás; sin duda, el ingrediente más poderoso de todo el libro. Jonás no es una buena persona. No es tan solo que no le caiga bien al lector, es que con el paso de las páginas podemos comprobar hasta qué punto es capaz de llevar a cabo sus planes sin importarle nada ni nadie. Que su historia esté contada por una voz externa a él resulta imprescindible para que la trama funcione tan bien como lo hace; no hay dudas respecto a su perversidad.

El autor posa su mirada en los detalles y en lo cotidiano, dando valor a lo que otros tan solo nombran de pasada

Así, el autor plantea la cuestión de qué pasaría si alguien se dejase llevar por su odio y su sed de venganza, sin cuestionamientos morales y sin culpa. Como lectores, ¿eso qué nos remueve? ¿Nos sentimos identificados con el protagonista o creemos que es mejor escoger el camino de la contención?

González ha conseguido eso que tantos autores noveles ansían: tener una voz propia. En la ficción resulta complicado abordar los pequeños actos repetitivos que componen las vidas humanas pero que tanto ayudan a componer la esencia de los personajes literarios. Él posa su mirada una y otra vez en los detalles y en lo cotidiano, dando valor a lo que otros tan solo nombran de pasada.

Poco a poco parece que por fin los autores españoles van acertando a la hora de plantear thrillers patrios que no solo funcionen y resulten verosímiles, sino que además posean una prosa muy cuidada. Perder el equilibrio es la prueba de que el divertimento y la calidad narrativa no están reñidos.

'Perder el equilibrio'

Miguel Ángel González

Grijalbo 

352 páginas

20,90 euros