Opinión | OPINIÓN
El valor de la crítica a los libros con premio
Qué le gusta a la crítica y qué compran los lectores es un tema antiguo y recurrente. El error parte de la vara de medir: no se puede analizar igual una novela negra o rosa o fantástica o los superventas
No vamos a negar la mayor. La relación que existe entre la crítica y los lectores no es la misma ahora que en los años 80 o 90. En aquel entonces, para lo bueno y para lo malo, una mala reseña podía significar la destrucción de un libro. Y si la obra llegaba a las librerías con el respaldo de haber sido premiada, mucho peor.
En estos momentos, el texto de una crítica es algo más profundo. No se trata de decir si el libro es bueno o malo. Nuestros críticos, y en concreto los de Prensa Ibérica para ABRIL, son profesionales que analizan más que opinan. Eso nos enriquece a todos.
Viene al caso por el encuentro que tuvimos la semana pasada en Las Rozas Village, en Madrid, convocados por el Club de Lectura que impulsamos desde ABRIL. Los invitados eran la ganadora y el finalista de los premios Planeta, Sonsoles Ónega y Alfonso Goizueta. La charla fue descarnada y enriquecedora, además de sincera, lo que nos condujo a descubrir, en palabras de la escritora, que el premio la había hecho envejecer. Y no se refería a la exigencia por la promoción de la obra galardonada, ni a su programa diario y en directo, sino a algunas de las críticas que el libro ha recibido.
Lo curioso es que desde que la novela llegó a las librerías consiguió el reconocimiento de los lectores (deberíamos decir lectoras), lo que ha supuesto que sea número uno en las listas de verdad, aquellas por las que los editores pagan para tener información real de las ventas.
Este es un tema antiguo y recurrente. Qué le gusta a la crítica y qué compran los lectores. Sinceramente, creo que el error parte de la vara de medir. No se puede analizar igual una novela negra o rosa o fantástica. Tampoco los superventas. Tenemos pocos especialistas en mesurar el nivel de las novelas que buscan "entretener". El verbo es de la misma Ónega, a la que animamos a rejuvenecer de cara a la próxima novela, que ya esperan sus lectores.
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