Opinión | BOTÓN DE NÁCAR

Aki Kaurismakï y el cuento humanista

En su última y recién estrenada película, 'Fallen leaves', el director finlandés consigue lo máximo con lo mínimo

Una escena de 'Fallen leaves', la última película de Aki Kaurismakï

Una escena de 'Fallen leaves', la última película de Aki Kaurismakï / EPE

Ansa, la heroína de la película más reciente de Aki Kaurismakï, Fallen leaves, rescata y adopta a una perra a la que llama Chaplin. Eso lo descubrimos al final, mientras la perra camina saltarina entre dos figuras humanas sobre el suelo lleno de hojas caídas del otoño. Y entonces, por fin, suena una versión en finés de la versión de Yves Montand del poema de Prévert –para rizar más el rizo rizado de versiones, se puede añadir la canción-cita de Serge Gainsbourg, La chanson de Préver–.

Al principio de la película, Ansa (Alma Pöysti) es cajera en un supermercado del que se lleva comida cuya fecha de consumo preferente ya se ha cumplido; cuando la descubren, renuncia. Holappa (Jussi Vatanen) trabaja en la industria siderúrgica, el salario incluye el alojamiento y el contrato excluye el alcohol en horario laboral, cosa que él no cumple y por eso lo despiden después de un accidente laboral.

Asna y Holappa se ven, coinciden en lugares –en un karaoke donde un valiente se lanza con la Serenata de Franz Schubert–, hasta que se encuentran. Van al cine y ven una película de Jim Jarmusch. La sala de proyección no aparece más, pero sí la entrada y todos los carteles de las películas a las que Kaurimakï les guiña el ojo, como hace Ansa casi al final. Luego hay una serie de accidentes, el destino, que se pone caprichoso, hasta que por fin logran estar juntos.

Kaurismakï había anunciado que The other side of hope (2017) sería su última película como director. Es una suerte que decidiera rodar este cuento humanista, que consigue lo máximo con lo mínimo y en el que cada plano es un cuadro. La mención a Chaplin, perrita mediante, es una pista que el espectador puede seguir una vez ha terminado la película para, por ejemplo, revisitar la filmografía del finlandés.

Es minimalista y contenida, quizá haya algo ahí cultural. Y quizá por eso sea tan mágico el momento de la epifanía de Holappa: mientras las hermanas Karjalainen, Anna y Kaisa, que forman el grupo Maustetytöt [Spice Girls], interpretan una especie de himno que da ganas de ir corriendo a apuntarse a clases de finés para cantar a voz en grito el estribillo: "Me gustas, pero no me soporto".