Opinión | BOTÓN DE NÁCAR

Cuando un escritor nace en una familia…

En 'Nada es verdad', Veronica Raimo escribe de su familia, pero sobre todo escribe de cómo escribir de la familia

La escritora Veronia Raimo, autora de 'Nada es verdad' (Libros del Asteroide)

La escritora Veronia Raimo, autora de 'Nada es verdad' (Libros del Asteroide) / Alessandro Imbriaco

Hay una cita muy célebre de Czesław Miłosz sobre lo que sucede cuando en una familia nace un escritor. Dice que los escritores acaban con las familias, más o menos. En Nada es verdad (Libros del Asteroide), Veronica Raimo le quita solemnidad a la cita: “En realidad la familia saldrá adelante sin mayor problema, como siempre ha ocurrido desde la noche de los tiempos, mientras que quien acabará mal parado será el escritor en su desesperado intento de matar a madres, padres y hermanos, solo para volvérselos a encontrar inexorablemente vivos”.

Raimo escribe de su familia, pero sobre todo escribe de cómo escribir de la familia. En cuanto el foco de la ridiculización deja de ser su madre para recaer sobre la narradora, me conquistó. Eso sucede alrededor de la página 30, cuando habla de su estreñimiento. Hay personajes excéntricos y episodios oscuros, o cuando menos, poco claros. Hay ternura, escatología y sentido del humor a la hora de contar los trapicheos con su hermano, también escritor, al que le subcontrata de vez en cuando algún encargo.

No llega a ser tan bruta como Alba Giraldo Domènech, protagonista y narradora de la primera novela de Andrea Genovart, Consumir preferentemente. Con ella ganó el premio Llibres de Anagrama y cuando salió le afearon que el catalán que usaba estuviera “españolizado” porque en el pensamiento de Alba se mezcla catalán con español con inglés, con siglas, con letras de canciones, con cuentos, etc. La traducción al español es de Rubén Martín Giráldez y se mantiene ese juego de lenguas sucias que tanto juego da en lo formal. La novela es divertidísima.

Estos días se celebraba el centenario de Italo Calvino, a quien ojalá se leyera más –yo la primera: sería mucho más feliz–. He nacido en América recoge entrevistas con el italiano entre 1951 y 1985, y lo publica Siruela (engrosa la biblioteca Calvino, hay reediciones de casi todo, todas preciosas, la de Nuestros antepasados es irresistible).

Ahí, en una entrevista para la Televisión Suiza italiana, le preguntan por qué se hizo escritor. “Uno se vuelve escritor cuando no sabe hacer nada mejor. De joven nunca fui bueno para las actividades prácticas, no se me daban bien los deportes, no tenía talento para los negocios e incluso era más bien mediocre para los estudios, así que por exclusión terminé siendo escritor. El escritor es siempre, como se dijo de Flaubert, el idiota de la familia”. Lo dijo Sartre, que tituló así su ensayo sobre Flaubert. Es una verdadera suerte que Calvino no fuera bueno en nada más.