Opinión | CUADERNO DE NOTAS

La infancia nos persigue

La Fundación Bertrana y la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans han organizado un acto para recordar mi primer libro, 'L’adolescent de sal'. ¡Qué gusto celebrar las fechas de los libros!

Un niño, sentado y con la cabeza, cubierta por la capucha del jersey, entre las piernas.

Un niño, sentado y con la cabeza, cubierta por la capucha del jersey, entre las piernas. / EPE

FRASE. Siempre me ha entusiasmado el duque de La Rochefoucauld. Sus máximas me han hecho compañía en momentos bajos y altos. Ahora acabo de encontrar una que se ajusta a la perfección a mi estado de ánimo. Abro un manuscrito suyo del año 1660. Hay que leerla despacio y pensarla más despacio: "La infancia nos sigue en todos los tiempos de la vida".

EL TERROR DE LAS COSAS. No puedo soportar esa violencia perpetua, por todos lados, esos malentendidos, esa cólera –a menudo justificada–, esa soledad, ese dolor, esa impresión de aceleración hacia un desastre. Por suerte, aunque sea raro, la leche de la ternura humana resurge. Y a veces me hiere un rostro admirable. Y siento un latigazo en el estómago y un escalofrío en la espalda. Me gusta poner 10 veces seguidas una canción y, cuando me despierto, respirar el aire virgen de la mañana, ese aire de bendición que siempre me ha sido tan familiar.

¿Sabes que todo el mundo, vuestra carnicera o vuestro alcalde, el fiscal chulesco y creído o la humilde kelly que todavía no tiene las camas que se levanten, el profesor de secundaria o la monja de clausura, sabes que cada uno de ellos se siente solo y que tiene casi tanto miedo a su vida como a su muerte?

El conformismo lo embadurna todo como una epidemia que no queremos ver. Y la pérdida de la confianza de unos en otros es de las hazañas más terribles que vivimos sin darnos cuenta.

El conformismo lo embadurna todo como una epidemia que no queremos ver. Y la pérdida de la confianza de unos en otros es de las hazañas más terribles que vivimos sin darnos cuenta

TODO, EN NUESTRAS VIDAS, ES TERRIBLEMENTE SIMPLE. Releo El mar, de Blai Bonet, en la primera edición de El Club dels Novel·listes de 1958. Es de la biblioteca de mamá. Lo releo porque tengo que ir a presentar la película de Agustí Villaronga dentro del festival Literanit 2023 y quiero impregnarme de la música del amigo poeta santañinero. Escuchad: "No sabes tú cómo emociona verme en el espejo, con los zapatos puestos. Yo creo que estoy muy enfermo porque me viene de lejos ese amarme siempre. Cuando era chico, iba con una niña que tenía 9 años y que se llamaba Magdalena, en un gallinero. Había un banco de piedra, en la barraca donde ponían las gallinas. Yo sentaba a la chica en el banco. Encima del regazo le ponía una margarita grande, de esas silvestres que crecen dentro de las chumberas. Tú no me vas a creer. Pero yo me miraba aquello con cara de enamorado. Y ella decía mi nombre. Sin reír. Y yo no tenía otra cosa que una pena de chico que sabe que no podrá jugar nunca más con esa alegría de antes".

Me gusta poner 10 veces seguidas una canción y, cuando me despierto, respirar el aire virgen de la mañana, ese aire de bendición que siempre me ha sido tan familiar

Diré la verdad: Agustí supo trasladar al celuloide la poesía honda blaibonetiana y se la dio a los humanos como si fuera lo más sencillo y humilde de la tierra. Eso que Pier Paolo Pasolini llamaba "cine de poesía".

UNA AMIGA, MARIA BOHIGAS, RECUERDA LOS 50 AÑOS DE L’ADOLESCENT DE SAL. Y lo hace con dos fragmentos. El primero:  

"Magnífico debe ser el texto para contener lo que late a lo largo de los años, este corazón: el vacío. 

‘Os daréis cuenta que estas dificultades formales gigantescas que encuentra para expresarse, ese tartamudear continuo, ese miedo a no decir nada de lo que piensa, a huir de lo que desea [...] no son más que un gran espanto de enfrentarse con la soledad’, dice la voz que increpa al lector en medio de las páginas escritas por el Adolescent; y el Recordador d’Aràlia, ese adolescente ya viejo que vive en un palacio de lujo y de ausencia, le responde: ‘Desde mi atalaya todo me asusta’".

Y el segundo fragmento: 

"Pasan los años, no el miedo. Y como editora que soy de Biel Mesquida, como madrina de fuentes de su Llefre de tu, quisiera cometer un acto balzaciano: tenerlo a pan y agua en un desván. Que el vacío se expandiera sin trabas. Que el Adolescent transformista de 20 o 60 años dejara paso a esto tan fatalmente estable, tan duradero en su estado, que es el niño.

–Ya es así, a veces.

En esta expansión del silencio que se produce en según qué páginas de Biel Mesquida, puede llegar a oírse esto:

‘Solo hay el silencio de las esquilas y el grito monótono del búho dentro del horizonte sanguíneo cuando la mujer sordomuda saca una silla de anea bajo la higuera, coge con rabia y ternura aquella muñeca de plástico sin cabeza que encontró perdida por la carretera y columpiándola en medio de los brazos la despierta con la más airada canción de cuna’".

Maria Bohigas no ha escrito esto en 2023, cuando la Fundación Bertrana y la Sección Filológica del Institut d’Estudis Catalans (IEC) han organizado un acto para recordar mi primer libro, L’adolescent de sal, el pasado 22 de septiembre, en Barcelona, con las palabras aladas y sensibles de Mariàngela Vilallonga (presidenta de la Fundación Bertrana), de Nicolau Dols (presidente de la Sección Filológica del IEC), de Sebastià Portell (presidente de la AELC), de Sebastià Alzamora y de Pep Nadal (ambos, miembros de la Sección Filológica, y el segundo, jurado del Premi Bertrana de 1973), que glosaron con inteligencia, amor y humor la obra. Les doy las gracias más hondas a todos por su generosidad, su coraje y su alegría. Dijeron la suya y me empaparon de satisfacción. Y también doy las gracias a todos los amigos que me acompañaron con calidez y fervor.

Y quiero dar testimonio de que Maria Bohigas fue una avanzada, una editora sensible y sabia que en 2015, bien avant la lettre, ya había dicho cuatro palabras de la verdad en el Arts Santa Mònica de Barcelona con un texto singular, hondo, bien sentido y lleno de sentidos, que proféticamente tituló: Profesión: adolescente (Biel Mesquida por Maria Bohigas).

Y doy las gracias de nuevo a todos los que han participado en esta hazaña y esta fiesta de los 50 años de L’adolescent de sal que he querido publicitar en estas notas humildes ante el silencio mayoritario de los medios dichos de comunicación.

Una fecha es la unidad minimal de la historia. ¡Qué gusto celebrar las fechas de los libros!