PERFIL

José Ángel González Sainz: regreso y fuga

Ganó el Premio Herralde con su primera novela, fue profesor universitario en Madrid, Venecia, Padua y Trieste, y hace un par de años volvió a Soria, donde dirige el Centro Internacional Antonio Machado para la enseñanza de la cultura española y su lengua

El escritor José Ángel González Sainz

El escritor José Ángel González Sainz / J. Aspiunza

Llamémosle Sainz. Pertenece a esa generación de escritores que en este país, años 70, en plena juventud quedaron obnubilados por lo nuevo: bien drogas bien ideologías que dejaron un largo reguero de cadáveres y fantasmas, verdugos y asesinos. Pero el sustrato de J.Á. pudo con ello. ¿Que cómo? Con el revulsivo de la Literatura, que le hizo vomitar hasta la última dosis de novedad absorbida por sus vísceras, y con su carácter como destino indomeñable, que le hizo errante.

Fue enemigo de la brevedad, y ya en 2003, después de un libro de relatos y del Premio Herralde 1995 con su primera novela (Un mundo exasperado), escribió una suerte de Biblia en la que el odio y el absurdo cobran vida en organizaciones paramilitares para a la postre devolver muertos y asesinos, brabucones y cobardes: Volver al mundo, a la tierra, probablemente tenga mucho de cartografía de su propia alma y vida. Soria, 1956.

Senda peregrina

Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona, comprometido con la causa cultural de “alta exigencia” (reza su cv), fundó y dirigió la revista Archipiélago a la vez que iniciaba esa senda peregrina: profesor universitario en Madrid, Venecia y, a continuación, Padua y Trieste, para volver hace un par de años a Soria, donde en 2013 había fundado el Centro Internacional Antonio Machado para la enseñanza de la cultura española y su lengua, que hoy dirige.

Su vuelta se produce en medio de La vida pequeña, un proyecto de trilogía de ficción que terminó por ser un ensayo adictivo y creó legiones de acólitos allá por la pandemia como pretexto. “No estoy seguro de que sea un ensayo –nos cuenta ahora–. Lo que sí he ensayado o probado es a dar con una voz, o con un conjunto de voces, que se hacen eco, que perciben, reflexionan, evocan y urden o hasta rezan”.

Consumimos palabras en lugar de usarlas con tino. Las usamos tan mal que luego hay que tirarlas porque han llegado a indicar lo contrario de lo que dicen

De la ficción al ensayo o viceversa, porque ya su novela capitular tenía esta doble voluntad; y todo ello impregnado de una pátina poética, porque en la poesía encuentra Sainz el significado no pervertido de las palabras. “Consumimos palabras en lugar de usarlas con tino –prosigue–. Las usamos tan mal, tan hipócrita e inconsistente y marrulleramente y tan sin ton ni son que luego hay que tirarlas porque han llegado a indicar lo contrario de lo que dicen. Con ese régimen lingüístico vivimos y votamos y actuamos y algunos nos desesperamos”.

Más curioso aún, porque es aquí donde ha “ensayado” el arte de la brevedad, sin abandonar la pausa, el tiempo que en su escritura se detiene a cada línea como paseante atónito. Nos entregó en 2021 El arte de la fuga (siempre en Anagrama), que tanto consuelo nos dio a tantos, que leímos subrayando una y tres veces y que va camino de la sexta edición, y nos dejó a la espera de que vengan la segunda y tercera partes, que lo harán a su tiempo, el de Sainz.

“Tengo un material ingente que reescribir, pero estoy demasiado preocupado, hastiado, enojado. Para dar rienda suelta a ello, he buscado otro tipo de narración, más caprichosa y disparatada, que ha producido un librito (Por así decirlo) que saldrá en primavera”. Se hace esperar, sí; se deja querer Sainz.