Neuroetología

¿Los insectos tienen sentimientos y consciencia?

Disponen de una especie de unidad central de procesamiento de información similar a la de los cerebros complejos

Las hormigas podrían tener emociones e incluso sentimientos,  aunque no como nosotros.

Las hormigas podrían tener emociones e incluso sentimientos, aunque no como nosotros. / Maksim Shutov en Unsplash.

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE

Nuevos indicios apuntan a que la consciencia está mucho más extendida en la naturaleza de lo que pensamos: incluso los insectos tendrían sentimientos y emociones, aunque los percibirían de una manera muy diferente a la de los humanos.

Un creciente cuerpo de investigación está haciendo algunos descubrimientos sorprendentes sobre los insectos,

advierte

la revista Discovery.

Las abejas tienen altibajos emocionales. Los abejorros se divierten jugando a la pelota. Las cucarachas tienen personalidad, reconocen a sus familiares y se unen para tomar decisiones. Las moscas de la fruta experimentan algo muy parecido a lo que podríamos llamar miedo, según ha

detectado

un programa informático.

Y hay más,

destaca

la revista Noema: las abejas zumban de alegría cuando encuentran alimento y se vuelven pesimistas cuando sienten a un depredador. También gritan cuando están amenazadas.

Y las hormigas son capaces de contar, de entender el concepto de cero y de hacer herramientas. Las moscas de la fruta se suicidan cuando no pueden aparearse.

¿Insectos con emociones?

La pregunta subsiguiente a estas evidencias es ¿tienen sentimientos los insectos? ¿Y tal vez alguna forma de consciencia? ¿Se puede pensar algo así con seres cuyos cerebros rondan las 200.000 neuronas?

Darwin ya advertía en su obra La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, publicada en 1872 que, incluso los insectos expresan ira, terror, celos y amor… emociones como las que percibimos los humanos y otros animales complejos, como las mascotas.

La cuestión es que, si esas emociones reflejan algo interior, algo que no sabemos, estaría claro que los insectos tendrían sentimientos y emociones e incluso algún nivel de consciencia.

No es una cuestión baladí, explican Frans BM de Waal y Kristin Andres en la revista Science, porque las emociones son reacciones psicofisiológicas que ocurren de manera automática y espontánea: por lo tanto, no requerirían una experiencia subjetiva compleja.

Sentimientos complejos

Sin embargo, los sentimientos sí son algo mucho más complejo: surgen de la interpretación que hacemos de las emociones. Es un proceso interior que requiere algo de consciencia: están relacionados con nuestros pensamientos, que son los que, en algunos casos, incluso nos llevan al suicidio. ¿Experimenta algo de esto la mosca de la fruta ante un fracaso amoroso?

El gran problema es que no podemos preguntárselo, porque los insectos no hablan ni pueden compartir sus emociones y sentimientos, si realmente los tienen.

Pasa lo mismo que con los animales más complejos, aunque la reacción humana ha sido más precavida con ellos: la experimentación científica con los grandes simios está prohibida en Estados Unidos desde 2015.

En 2021, la London School of Economics and Political Science

determinó

a su vez que invertebrados marinos como pulpos, calamares, camarones y cangrejos de río, son capaces de sentir dolor, hambre, alegría y emoción, entre otras expresiones de sensibilidad. El Gobierno británico los ha reconocido como seres inteligentes y recomienda cuidar su tratamiento en los momentos previos al consumo humano.

Si sintiera algo, no sería de la misma forma que los humanos.

Si sintiera algo, no sería de la misma forma que los humanos. / Jimmy Wong en Unsplash.

Evidencia neurocientífica

En este salto de consciencia humana, muchas veces incomprendido e incluso menospreciado, ha influido una evidencia neurocientífica, no concluyente, que llama la atención.

La evidencia ha tomado cuerpo con las investigaciones del neuroetólogo Andrew Barron y sus colegas. Parten de la hipótesis según la cual la consciencia humana no está alojada en la corteza cerebral, sino en una estructura primitiva llamada mesencéfalo o cerebro medio.

Es una estructura simple que coordina todos datos sensoriales que llegan al cerebro para permitirnos circular por el mundo sin complicarnos mucho la vida con cuestiones filosóficas.

Cerebro medio

Lo que establece Barron y su equipo es que los insectos poseen estructuras similares al cerebro medio y que incluso disponen de una especie de unidad central de procesamiento de información sensorial (una especie de CPU) que les permite moverse por su mundo de una forma parecida a como lo hacemos nosotros.

Junto con el filósofo de la neurociencia cognitiva de la consciencia Colin Klein, Barron publicó en 2016 un artículo en PNAS en el que afirmaban que los insectos tienen realmente un principio de consciencia subjetiva.

Esa capacidad de experiencia subjetiva está respaldada por estructuras integradas en el mesencéfalo que crean una simulación neural del estado del animal cuando se mueve por el espacio.

Esta representación integrada y egocéntrica del mundo desde la perspectiva del animal es suficiente para la experiencia subjetiva que está presente en los insectos, aseguran los investigadores en su artículo.

Forma primitiva de consciencia

La conclusión que extraen Barron y Klein de estas investigaciones es que los insectos forman parte del esquema evolutivo que originó la consciencia compleja en los seres humanos y que estos invertebrados conservan todavía hoy unos niveles elementales de consciencia que tal vez utilicen para gestionar sus emociones y sentimientos básicos.

En cualquier caso, señalan ambos autores, lo que experimentan los insectos tiene muy poco parecido con lo que vivimos los seres humanos cuando tenemos sentimientos y emociones, pero es evidente que algo de todo ese mundo misterioso está presente también incluso en los insectos, aunque no sepamos todavía como interpretarlo.

Debate abierto

El debate, en cualquier caso, sigue abierto porque, como explica Morten Overgaard, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, no tenemos evidencia directa de consciencia en los insectos ni tampoco podemos obtenerla.

Si queremos avanzar en este campo, antes deberemos ponernos de acuerdo sobre la relación que existe entre la experiencia subjetiva y el sustrato físico de la consciencia, añade Overgaard.

La consciencia de los insectos, y su supuesta capacidad de percibir emociones y sentimientos, para unos científicos, como Barron, está confirmada (aunque con muchos matices a tener en cuenta), pero para otros esa consciencia invertebrada es sencillamente imposible o si acaso, solo probable.

Todavia no sabemos qué pensar sobre esta posibilidad, pero en cualquier caso lo que vamos conociendo ya nos aporta otra mirada sobre el mundo de los insectos. Y la mirada humana, como decía el genetista Albert Jacquard (1925-2013), es la que hace que las cosas sean bellas, y su aquiescencia la que las hace justas.

Referencias

Insect Consciousness

. Morten Overgaard. Front. Behav. Neurosci., 21 May 2021. Sec. Learning and Memory, Volume 15 – 2021. DOI:https://doi.org/10.3389/fnbeh.2021.653041

What insects can tell us about the origins of consciousness

. Andrew B. Barron and Colin Klein. PNAS, April 18, 2016, 113 (18) 4900-4908. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.1520084113

The question of animal emotions. Do animals, including invertebrates, have felt emotions and does this morally matter?

Frans B. M. de Waal And Kristin Andrews. Science, 24 Mar 2022, Vol 375, Issue 6587, pp. 1351-1352. DOI: 10.1126/science.abo2378