Investigación

La mujer asesinada en Pontevedra bloqueó en su teléfono a su presunto homicida por el "acoso" que recibía

Nunca hubo una relación entre ambos, era de "hola y adiós", pero a él no lo denunciaron "porque no pensaron que pudiera hacer algo así"

Una esquela de la joven fallecida colocada a apenas una decena de metros del lugar de los hechos.

Una esquela de la joven fallecida colocada a apenas una decena de metros del lugar de los hechos.

Carlos García

¿Cómo explicar que un presunto crimen puede ser a la vez una “crónica anunciada” como se repetía este domingo el la localidad pontevedresa de Barro y a la vez no serlo antes de producirse? ¿Cómo explicar que había señales de que la amenaza acechaba en una casa amiga a tan solo 50 metros de distancia, pero que la dimensión de la misma no se podía llegar a discernir hasta el pasado jueves?

La vida es compleja y las difíciles respuestas (si es que las hay) a estas preguntas son las que buscan a lo largo de estos últimos días todos los que conocían y querían (porque en el caso de esta joven ambos verbos son sinónimos) a Jessica Méndez Iglesias, una chica de 29 años a la que José Eirín, vecino de Barro de 41 años, arrebató la vida el pasado jueves al empotrar su coche supuestamente de forma intencionada contra el que conducía esta mujer.

“Eso sí que me gustaría que quedase claro”, insisten esas fuentes. “La relación de ella con él se limitaba a un hola y un adiós”

El contexto en el que se produjeron los hechos y la relación de amistad entre los miembros de ambas familias pueden ayudar a arrojar luz a estas preguntas a las que este domingo daban vueltas muchas personas que se acercaron primero al tanatorio de Barro y después a la iglesia de la localidad de Verducido para dar el último adiós a la joven en su entierro.

Buena relación entre familias

Ambas familias, la del presunto homicida y la de la víctima, “siempre tuvieron una muy buena relación de amistad, estaban muy unidas, había comidas juntos e incluso familiares del detenido, como su cuñado, consideraban casi como sus propias hijas a las dos jóvenes de Verducido” y a su hermano, que aunque vivían en la parroquia de Pontevedra, acudían a menudo a Constenla, en Barro, donde está la casa matriz por vía paterna. El inmueble se sitúa apenas a 50 metros de la casa familiar de José Eirín. En medio de esa buena relación, había un lunar que surgió en los últimos años. La “persecución y acoso” a la que José Eirín supuestamente sometía desde hacía mucho tiempo a la joven Jessica, a pesar de que esta “nunca tuvo la menor relación con él”, explican amistades “íntimas” de ambas familias. “Eso sí que me gustaría que quedase claro”, insisten esas fuentes. “La relación de ella con él se limitaba a un hola y un adiós”, nunca había habido nada entre ellos, ni ella le dio pie a nada”, aseguran. “Aunque tampoco lo contrario hubiera justificado en nada lo que ocurrió, lo cierto es que entre ellos la relación era solo de hola y adiós”.

Sin embargo, pese a esta falta de relación, a José Eirín parece que se le metió en la cabeza Jessica Méndez. No le fue difícil llegar a obtener su teléfono y comenzó a llamarla. La joven empezó a notar esa “vigilancia y el acoso a la que la sometía” y estas fuentes cercanas confirman que incluso ella le llegó a bloquear a él en su teléfono ante las reiteradas llamadas y mensajes.

En el entorno de Jessica y en la propia familia del presunto homicida eran conscientes de que tenían un problema con el comportamiento de esta persona hacia Jessica. Desde la familia del agresor incluso se protegía a la joven del supuesto acoso que sufría por parte del ahora detenido. El padre de Jessica Méndez también llegó a denunciar en una ocasión a José Eirín por pinchar las ruedas del coche su hija.

Ella y su familia no pensaron que el detenido pudiera llegar a ser una amenaza o que pudiera llegar a hacer algo "tan terrible"

Sin embargo, por otra parte, ella "tampoco le tenía miedo, no pensó que fuera una amenaza”. “Sabían que tenían este problema pero nunca fueron más allá de aquella denuncia por las ruedas del coche”. En primer lugar, “por la amistad entre ambas familias” pero sobre todo y, principalmente, “por el convencimiento de que él nunca le iba a hacer nada, ni que pudiera llegar a ser capaz de llegar al extremo al que llegó, a poder hacer algo tan terrible”, indicaba ayer una amiga íntima de la joven. “Es por eso que nunca denunció lo que pasaba más allá de lo de las ruedas de los coches”, porque “nunca pensaron que pudiera hacer algo así, ni mucho menos”.

Hacía ya años que Jessica era feliz con su pareja, con la que vivía en Portas, y había encontrado un trabajo en la que se sentía realizada en una tienda de ropa en Cambados. Pensó que el “acoso” por parte de José Eirín acabaría pasando.

No fue así. Según las investigaciones de la Guardia Civil, todo hace indicar que el pasado jueves José Eirín, al volante de su coche, embistió el vehículo de la joven cuando estaba parado en un “stop” tras acudir la víctima a en la casa familiar de Constenla, en donde reside su hermana. Estrelló el coche contra la zona en la que se encontraba Jessica sin dejar marcas de frenada en la calzada. La joven murió horas después en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo.

"Aquí solo hay un único responsable de todo esto, que es quien lo hizo", indicaban ayer amistades de la joven

Así que, más que hacerse preguntas, ayer había quien daba respuestas: “Aquí solo hay un único responsable de todo esto, y es quien lo hizo, espero que pague por ello en la Este lunes está previsto que pase a disposición judicial en Caldas.

El sábado, en el velatorio, uno de los familiares del homicida que más quería a la víctima, como es el cuñado de José Eirín, acudió el tanatorio para dar el pésame. La familia de Jessica lo recibió y le llevó hasta el ataúd para que pudiera despedirse de ella. Un inmenso gesto en medio de tanta desgracia.