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El aburrimiento no te hace más creativo pero da pie a romper con el sistema

Josefa Ros Velasco explica que muchas guerras y revoluciones surgieron a raíz de un aburrimiento colectivo

El hastío no nos hace más creativos, pero da pie a los cambios

Los entresijos del aburrimiento

Los entresijos del aburrimiento

María G. San Narciso

María G. San Narciso

Aburrirse no es un privilegio solo apto para personas que tienen tiempo libre. Tampoco es un sentimiento que dinamice la creatividad, pero sí que sirve para hacer cambios. Tanto, que "se dice que el aburrimiento es el causante de muchas guerras y revoluciones" que han tenido lugar a lo largo de nuestra historia.

Lo explica Josefa Ros Velasco, la autora de 'La enfermedad del aburrimiento' y fundadora y presidenta de la International Society of Boredom Studies, la primera asociación científica y cultural del mundo para su estudio, que añade que el aburrimiento "es el paso de una época a otra".

Cita, por ejemplo, el de la Edad Media a la Moderna. Durante esta primera "vivíamos como sociedad bajo un sistema teológico en el que existe toda una estructura en torno al cristianismo. Pero llega un momento en el que ese pensamiento se queda obsoleto. La gente se cansa y siente aburrimiento porque ya no cumple con sus expectativas. Ya no satisface como al principio. Así que al final rompemos con ese sistema y damos lugar a uno nuevo, en el que el dios va a ser el hombre, la ciencia, la verdad que nosotros podemos descubrir por nosotros mismos, no que está en las sagradas escrituras o que nos puede trasladar la religión en sí misma".

Estamos en un momento de aburrimiento... colectivo

Lo mismo ha ocurrido, dice la investigadora, con la Revolución Industrial o en Mayo del 68. "Incluso hay quien dice que la II Guerra Mundial también es una respuesta frente al aburrimiento", añade. "Ahora -asegura-, muchos fenomenólogos aseguran que estamos viviendo uno de esos momentos de hastío profundo frente al sistema capitalista, la sociedad del consumo, la velocidad, la inmediatez… Muchos pensamos que ese aburrimiento, a media que se vaya incrementando y que el dolor se enquiste, puede llegar a dar lugar a algo distinto. Incluso la emergencia de partidos políticos extremistas puede ser una respuesta frente a ello". 

Por eso considera que estamos en una fase de aburrimiento colectivo. Algo que, asegura, no es nuevo. "Somos herederos de un capitalismo tardío, pero esto viene de lejos. En realidad, la emergencia de la cultura de masas a finales del siglo XIX y principios del XX es ya una respuesta frente a un aburrimiento situacional cronificado. Intelectuales de Occidente de toda Europa están dando cuenta en trabajos filosóficos, sociológicos e, incluso ,en la Literatura. Ya se da cuenta de que la aristocracia está aburrida, el obrero que trabaja 12 horas la día en la fábrica también aburrido… Y, de alguna forma, se crea este correctivo que trata de de colmar la necesidad de entretenimiento de la gran masa".

La democratización del entretenimiento

Y seguimos en las mismas. La única diferencia es que tenemos a nuestra disposición las redes sociales o plataformas digitales como Netflix o HBO, y redes sociales como Instagram, Twitter o TikTok para pasar el rato. "Hemos sustituido los primeros entretenimientos por otros, pero lo que impera en nuestra sociedad es un entremetimiento democratizado que está al alcance de todo el mundo; que no distingue entre distintos niveles intelectuales… Está masificado. Tiene la ventaja de que es fácilmente accesible, y eso está bien cuando tienes un ratito de aburrimiento, pero no nace de nosotros mismos como individuos. No es algo que busquemos adrede. Lo que reporta al final es esa sensación de falta de significado", asegura.

El caso es que le estamos dedicando tiempo a entretenimientos que no tenemos claro si nos satisfacen. Eso hace que el aburrimiento se cronifique y nos sintamos atrapados dentro de una rueda que, "con el tiempo, acabará quebrando por alguna parte".

Ojo con aburrirse de más

Claro que algunas personas son más propensas al aburrimiento que otras, pero no es cierto que eso que dice de que "yo no tengo tiempo ni para aburrirme". Esto no tiene nada que ver con el tiempo libre. Puedes tener familia, un montón de carga en el trabajo, tareas domésticas y de actividades sociales... y, aun así, sentir hastío.

Lo que sí pasa es que algunas personas se aburren permanentemente de todo. "La experiencia del aburrimiento, además de depender de lo estimulante que sea el entorno, también depende de nuestra propensión individual. Y hay quienes poseen una muy alta propensión al aburrimiento. Tienen dificultad para encontrar significado en ese mundo que nos rodea, en esas actividades que se nos ofertan y, por tanto, se aburren en casi toda circunstancia, independientemente de que el contexto cambie", explica la autora. Algunos llegan al punto de tener aburrimiento crónico, una etiqueta que la literatura científica atribuye a esas personas que lo experimentan de manera constante y que depende exclusivamente de las condiciones individuales del individuo. "Se puede deber a un trastorno de la conciencia, a la propia personalidad, a esta altísima propensión, incluso se está investigando si hay detrás mal funcionamiento a nivel neurofisiológico". Es, indica, "muy peligroso".

"Cuando el aburrimiento se enquista -prosigue-, permanece en el tiempo y somos incapaces de reaccionar frente a él, al final lo que sucede es que la frustración se acumula en tiempo y, al final, terminamos explotando frente a él. Es por eso que muchas de estas personas incurren en comportamientos que son nocivos para ellos mismos y para la sociedad, como el desarrollo de todo tipo de adicciones, a drogas, alcohol, internet o el sexo, y a conductas violentas hacia uno mismo y hacia los demás". En su libro define de manera pionera el aburrimiento cronificado, que ocurre cuando ya no hay patología, pero sí una situación que imposibilita el hecho de que las estrategias de huida frente a lo que nos aburre se puedan llegar a materializar".

La creatividad no se dispara cuando nos aburrimos

Y no, el aburrimiento no nos dispara la creatividad. Que dejemos a un niño aburrirse no implica que se ponga a dibujar o que vaya a coger un libro para ponerse a leer, como explica Ros. Lo más probable es que haga una trastada. Sí les sirve para que, en el momento en que se aburran de jugar con muñecas, cocinitas o de hacer puzles, empiecen a explorar más allá y, por tanto, pasen a otra etapa vital.

Por naturaleza, el ser humano tiende a buscar el placer y huir del dolor. Y el hastío es una sensación desagradable que nos puede gritar "hasta aquí". "El aburrimiento es funcional. De alguna forma, hace las veces de una señal que te dice que tienes que cambiar, que ya has tenido bastante con esa situación o actividad, y que debes dar paso a lo siguiente", afirma Ros Velasco. Lo mismo que ocurre con la historia y que muchos expertos piensan que pasará con el capitalismo.