ENTREVISTA

Elena Anaya: "Me parece un privilegio hacerme mayor, vivir, despertarme cada día"

La actriz ama el cine, pero también cree en las series y en su poder de llegar a más gente: "Me parece muy democrático"

La actriz Elena Anaya, protagonista de Mentiras pasajeras.

La actriz Elena Anaya, protagonista de Mentiras pasajeras.

Cada arruga que tiene Elena Anaya (Palencia, 1975) es como una línea en la que se pueden leer su 30 años de carrera como actriz y la vida de una mujer que se acerca a la cicuentena sin miedo a la edad. Una huella que no quiere borrar conforme vaya envejeciendo, porque lo realmente importante no reside ahí. Esta es una filosofía que siempre ha seguido y sobre la que reflexiona tras el estreno de la serie 'Mentiras pasajeras', que acaba de estrenar 'Skyshowtime' (el lunes, nuevo capítulo). En ella interpreta a una doctora en medicina estética que decide mentir para proteger y protegerse y acaba descubriendo la gran mentira de la sociedad.

Pese a poseer un nutrido currículo cinematográfico en el que figuran, entre otros, 

Woody Allen y Pedro Almodóvar (con 'La piel que habito' ganó un Goya), no llegó al mundo de las series hasta 2019, cuando estrenó 'MotherFaherSon' (BBC), 'Jett' (Cinemax) y 'Días de Navidad' (Netflix), a las que seguiría 'Professionals' (Movistar Plus+) de 2020 a 2022. Ama el cine profundamente, pero cree en las series y en su poder de llegar a más gente.

Tardó en participar en una serie. ¿No le habían llegado propuestas interesantes o se debe a que el cine le ha absorbido todo el tiempo?

He hecho algunas series fuera:una para la BBC ('MotherFayherSon', en la que hacía de la mujer mexicana de Richard Gere), otra en Toronto ('Jett', y otra en Sudáfrica ('Professionals'), con Brendan Fresser. Y en España una pequeña, la miniserie 'Días de Navidad' (Netflix). Pero esta es la primera de gran formato, digamos.

Y que protagoniza.

Bueno, es una serie muy coral. Todos los personajes son preciosos y esenciales. Me llamó Esther García, productora de El Deseo, con la que había tenido la suerte de trabajar, y también con Pedro, en ‘La piel que habito’. Y siempre hay una gran garantía cuando llaman del sello de Almodóvar. Llegó hace tres años casi y yo loca. No hay ningún tipo de planteamiento para mí. No es tan importante el formato ni el medio donde se vaya a ver. Sigo siendo una amante del cine y una gran defensora de las salas de cine, por lo que hacer películas de cine me parece un regalo. Pero también me parece como más para todo el mundo poder sentarse en familia en tu casa y disfrutar de tantísimos estrenos y tantísimas series y películas sin tener que pagar cada vez me parece muy democrático. 

¿Qué le atrapó de esta historia una vez leyó el guion?

 El guion en sí. Me mandaron los primeros capítulos y vi una comedia ligera, con una trama muy interesante, muy apetecible y en lo que a mí respecta, el personaje de Lucía es un personaje femenino fuerte y capaz de tomar decisiones radicales importantes sobre sí misma, sobre su vida, sobre mentir a una familia entera por protección, y por protección a sí misma, también, de que no vean cómo me ven los demás o cómo me puedan juzgar ni en qué me puedo convertir si esto no ve la luz de una manera transparente. Me pareció una historia contada por mujeres que llevan la acción. Maite (Pilar Castro) y Lucía son dos amigas a las que quería seguir todo el rato, seguir leyendo capítulos de una manera casi adictiva e irme con ellas y ver dónde terminaba todo esto. Y, luego, los directores, Félix Sabroso y Marta Font le dieron un aporte maravilloso a la historia.

¿Miente también porque si no lo cuenta es como si no pasara hasta que pueda arreglarlo? 

Sí, hay algo de si lo oculto, no está pasando. Es algo que todos creemos de una manera consciente o inconsciente. Pero yo creo que sobre todo lo oculta por no desilusionar a los demás. Por no contagiarles el horror que le ha caído encima. El peso tan grande que lleva sobre sus hombros. Y sabe que es inocente y va a buscar la manera, cueste lo que cueste, para que se haga justicia y que se encuente a la persona que ha usado su nombre para un caso de espionaje industrial.

Lucía llega al límite. ¿Respondería usted así ante una situación injusta?

No lo sé. He defendido rotundamente a Lucía en cada uno de sus pasos, porque yo, como la actriz que le da el cuerpo, corazón, vida y forma a este personaje de ficción, tengo que hacerlo mío, llevarlo a mi terreno y justificar cada una de las cosas que hace. En este caso imagino que sí, porque no hay otra. Lucía puede acabar en la cárcel si no se encuentra a la persona que realmente ha manipulado la verdad para mal, para conseguir un beneficio económico. 

Hay otra gran mentira que subyace en toda la serie: la de los retoques estéticos. Y se plasma en esas mujeres que hacen cola para inyectarse bótox. Pensamos que pareciendo más jóvenes seremos más felices. Usted no está muy de acuerdo con eso...

 La verdad es que no es que esté de acuerdo o en desacuerdo, creo que cada persona es libre de actuar y de tomar las decisiones que considere. Lo que me parecía interesante es descubrir cómo Lucía poco a poco, después del golpe tan tremendo que recibe, reconecta con su lado más humilde y a través de la experiencia de su negocio clandestino, del contacto con tantas chicas tan jóvenes que hacen cola para someterse una intervención temporal, que te dura unos meses y luego vuelve a dejar la piel donde estaba, se da cuenta de una necesidad que no es tan sencilla ni puede solucionar tanto la vida de las personas.

¿Le sirve de revulsivo?

Creo que al verlo en los demás le sirve de espejo y le ayuda a darse cuenta de que también ella es víctima de una estructura social que a veces nos coloca en un rol imperante de la mujer que tiene que ser la más bella, le meajor madre, la mejor esposa, la major professional, la major cuidadora… Y no, todos podemos tener defectos, todos podemos caer, todos tenemos derecho a recomponernos si queremos. Lucía reconecta con algo esencial y se da cuenta de que esas necesidades no eran suyas, sino que eran las de una sociedad. Es un aprendizaje bonito que todos pueden de alguna manera hacer suyo. 

Usted lo tiene claro: dice que le flipa envejecer. ¿Es un mensaje importante que hay que transmitir a esta sociedad tan edadista?

 A mí me parece un privilegio hacerse mayor y, en mi caso, llevar 30 años dedicándome a lo mismo. Empecé con 19 y ahora tengo 48 y es una suerte enorme. Y también lo es que el publico vea cómo alguien que vieron de pequeña ahora es una persona mayor que tiene mucho más recorrido y ha hecho mucho más camino y mucha más vida y experiencia y que mi cara lo refleje. Me parece un privilegio hacerme mayor, vivir, despertarme cada día. Solo vivimos una vez y hay que ocuparse de las cosas fundamentales e importantes, no si nos hacemos mayores o si la piel no está tan perfecta. Pero ¿qué es la perfección? ¿Qué es la belleza? Yo creo que todo reside en un lugar mucho más profundo. No en un lugar tan superficial como puede ser nuestra piel.