Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

La voluntad de Colau y el laberinto de Sumar

El veto de los ‘comunes’ a los presupuestos de ERC allana el adelanto electoral en Cataluña y empuja al Gobierno de Díaz a un laberinto

La líder de los Comuns y exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau.

La líder de los Comuns y exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau. / EFE

Éramos pocos y llegó Colau. El veto de los ‘comuns’ a las cuentas que ERC había acordado ya con los socialistas ha propiciado un inquietante giro de guion en Cataluña, que se quedará de momento sin los presupuestos más altos de su historia (casi 44.000 millones) y se da de bruces con un adelanto electoral. La santa voluntad -o la falta de ella- de la exalcaldesa de Barcelona y de su organización, que se han negado a sumarse a una alianza progresista para renovar las cuentas públicas catalanas si no se desdeñaba un proyecto turístico concreto demandado por el PSC para Tarragona -el Hard Rock-, ha llevado a Pere Aragonès a guardar su borrador presupuestario en un cajón y a convocar comicios. Inesperado frenazo del republicano, aprovechando la coyuntura que Colau le ha servido en bandeja, para intentar coger a los adversarios con el pie cambiado, en crisis ante la opinión pública o sin candidatos claros ahora que Esquerra se cree en forma

Estas elecciones, que irrumpen en el calendario también porque la presidenta del Parlament cambió este miércoles el horario de la votación presupuestaria para evitar que las cuentas salieran adelante aprovechando la ausencia de un diputado de Vox y un voto inesperado, serán el 12 de mayo, justo después de que se hayan celebrado las vascas el 21 de abril como resaca de las recientes gallegas y en vísperas de la cita con las europeas, señaladas para el 9 de junio... ¡Quién dijo miedo a un empacho electoral! Prepárense para una campaña en bucle hasta que llegue el verano con el enfangamiento -sí, sí, todavía más-que eso supone. La fase final de la tramitación de la polémica amnistía en las Cortes; los amagos de Puigdemont de regresar a España y las continuas novedades que llegan desde los tribunales, la fiscalía o la Agencia tributaria ayudan a subir decibelios, sin duda. Se equivocarán si creen que ya lo han visto u oído todo en estos días mientras los partidos se lanzan a la cabeza el ‘koldismo’ y sus graves derivadas por estar bajo sospecha el uso de fondos públicos en pandemia; le recitan a la presidenta Ayuso el catecismo del buen contribuyente a Hacienda para que se lo recuerde a su novio o, en paralelo, le mentan con tono de advertencia a Pedro Sánchez a su señora para reprocharle su cercanía laboral a empresas que fueron ayudadas por el Gobierno de coalición. Como les digo, caerán en el error si albergan esperanza de que la primavera y el verano, además de calor, traigan sosiego a nuestros políticos: si la última sesión de control en el Parlamento dejó un ‘tú a tú’ entre Sánchez y Feijóo de difícil digestión, prepárense para la sustitución (una y otra vez) de los trajes de parlamentarios por los de ‘mitineros’.

Qué cosas. La santa voluntad de Colau, o como dijéramos previamente la falta de ella, ha impulsado una carambola política que nos sitúa ante un panorama electoral muy complejo. Y coloca a los propios 'comuns', a Sumar -su plataforma madre a nivel nacional-y a su responsable, Yolanda Díaz, en un laberinto. Porque el veto de los comunes en Cataluña ha provocado que el equipo de Sánchez, al parecer sin consultar a Díaz (que no quiso mediar con Colau para intentar que apoyara los presupuestos de ERC), renuncie a tener Presupuestos Generales del Estado este año. Eso, a pesar de haber allanado con una amnistía el camino para el siempre incierto, e imprescindible en el Congreso, apoyo de Junts. Las cuentas públicas están prorrogadas y así pueden seguir, pero se cierra la puerta a inversiones y proyectos. Y se debilita aún más al Ejecutivo de coalición. Y a Díaz, que viene tocada de las gallegas.