Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Próxima estación: Francina Armengol

Ábalos ha lanzado un dardo a la presidenta del Congreso, siguiente en sufrir un calvario político a raíz de la trama

Armengol, "indignadísima" con las acusaciones de corrupción, defiende la legalidad de su gestión en pandemia.

Armengol, "indignadísima" con las acusaciones de corrupción, defiende la legalidad de su gestión en pandemia. / EFE

Es complicado a estas alturas que si usted es un lector o lectora habitual de EL PERIÓDICO DE ESPAÑA no tenga ya en su cabeza un mapa completísimo del sumario judicial del caso Koldo, ese que ha situado al antaño todopoderoso José Luis Ábalos en la periferia del PSOE y que ha movido los cimientos del sanchismo: aquellos sobre los que se construyó un gobierno, tras una moción de censura al PP, en nombre de la lucha contra la corrupción política. Ábalos ha sido el primer sanchista que se ha rebelado públicamente contra Pedro Sánchez. Lo ha hecho al negarse a dejar su escaño por la investigación que salpica a un cuestionado asesor, además de señalarle a él mismo como "intermediario" de la trama de las mascarillas con el Gobierno balear, concretamente -y aquí viene la sorpresa-, con la actual administración del PP. Él lo niega. Los populares lo niegan. El instructor tiene sus sospechas y lo ha dejado por escrito en un auto. Hay una batalla política cruenta entre los dos grandes partidos por esta singular cuestión, arrojándose declaraciones y amenazas de comisiones de investigación a la cabeza.

En cuanto a los nexos con el Govern de la socialista Armengol, son evidentes. Lo que está por probar es la posible influencia que ejerció el exministro de Transportes en el equipo de la ahora presidenta del Congreso para que adquirieran, de forma poco reglamentaria, los tapabocas que promocionaba Koldo, llevándose supuestamente comisiones suculentas por hacerlo. Tapabocas que encima eran defectuosos. Ella lo niega a través de su entorno. El exministro lo niega, pero... y atentos aquí, Ábalos ha tocado este miércoles con este asunto los tambores de guerra lanzándole un mensaje a la dirigente balear y, de paso, al PSOE, opinando sobre la adquisición de mascarillas de la trama por parte de Baleares: "Ahí sí hay quebranto para las arcas públicas".

Toma ya. Ábalos va fuerte. Sostiene que solo busca defenderse y que no quiere venganza ni hacer daño a la dirección socialista por haberle echado del partido, a él, que fue su secretario de organización y el hombre para todo de Sánchez, pero no da puntada sin hilo y sin aguja con la que pinchar y hacer algo de sangre. Si hace un par de días sostenía que Santos Cerdán se encuentra "en igual" situación que él mismo por su relación de amistad con Koldo -pinchacito con la aguja- con sus palabras sobre la actual presidenta del Parlamento, tercera autoridad del Estado, ha dejado claro que la próxima estación del calvario socialista es para Francina Armengol.

A la dirigente socialista le está cayendo munición política pseudoamiga y de la oposición. Y una lluvia de extractos de informes incluidos en el sumario judicial que, como poco, dejan su gestión y la de los suyos en entredicho ante las mascarillas entregadas (y cobradas) por la trama en Baleares. Lean al respecto en este diario. En el PSOE cierran filas con Armengol, al menos por el momento, pero saben que van a sufrir. Más.

También le va a tocar dar explicaciones a Prohens, la actual presidenta de Baleares, por la gestión del expediente interno sobre las mascarillas fraudulentas que se impulsó 'in extremis' por su predecesora y que a la popular tocaba empujar en condiciones. Pero parece que no se ha hecho en tiempo y forma y que, encima, se ha involucrado a la UE pidiéndole fondos... en fin. Ábalos no está imputado. Está 'on fire'. Armengol se encuentra atrapada en una molesta telaraña política. Y Prohens tiene interrogantes administrativos que despejar ante Bruselas cuanto antes.