Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

‘Perro’ Ábalos muerde gravemente al sanchismo

En una histórica comparecencia ante la prensa, de esas que no se olvidan, el exministro se ha puesto el socialismo por peineta

José Luis Ábalos, tras la comparecencia de su despedida del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados.

José Luis Ábalos, tras la comparecencia de su despedida del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. / José Luis Roca

Brutal. El pulso público y desde las entrañas del exministro de Fomento con el presidente Pedro Sánchez es, simplemente, brutal. Y no ha terminado. Irá por entregas. Porque Ábalos ha decidido rebelarse contra el código ético que le ha colocado por delante el PSOE y aferrarse al ‘manual de resistencia’ contra viento, marea, Cerdanes y otros enviados especiales en nombre del secretario general. Ábalos se dice inocente. No se cree responsable de que uno de sus más estrechos colaboradores se haya podido forrar a comisiones a costa de vender mascarillas, en un momento pandémico trágico para España, impulsado desde la plataforma que le daba estar trabajando en un ministerio. No hay remordimientos dado que, según alega Ábalos, no ha lugar. De eso ni mijita, nos ha venido a relatar en una histórica comparecencia ante la prensa, de esas que no se olvidan. Se ha puesto el socialismo por peineta y ha dicho que él va a vender su libro de ahora en adelante porque sus excompañeros –ojo, que suspenden su militancia-no quieren leérselo y ayudarle a probar su inocencia.

Pues eso. Sostiene quien fuera responsable de Organización de los socialistas que está limpio, y que no lograrán emponzoñar su nombre. Vamos, que ha tomado la estrategia de campaña electoral que, el pasado julio, adoptó un desinflado candidato Perro Santxe –el término nacido en redes ha sido adoptado con gran regocijo, y éxito, por parte del ahora presidente- para salir a morder al adversario y recuperar posibles votos contra el reloj. En este caso, credibilidad. En el caso de Ábalos. En el caso del nuevo perro Ábalos, que ya ha mordido gravemente la autoridad del sanchismo. Para siempre. Porque no hay peor herida que la que llega envuelta en emociones con un lazo de ira personalizada. Con una instrucción judicial abierta en canal y con un Gobierno progresista cogido con las pinzas de multitud de socios expectantes. No hay mordida más sangrante para al sanchismo que la de alguien que ayudó a renacer a su líder cuando apenas cuatro creían en él. Que preparen vendas en Ferraz, para lo que viene.

No hay mordida más sangrante para al sanchismo que la de alguien que ayudó a renacer a su líder cuando apenas cuatro creían en él

Ábalos considera que pedirle un paso atrás, que deje el escaño, es sinónimo de una izquierda acomplejada que no sale al cuadrilátero a defenderse de los ataques de la oposición. Y ha decidido que necesita un ring en el que parar los golpes y que el ideal es el Congreso. Por eso no deja el escaño. O eso manifiesta. Que nada tiene que ver con seguir o no aforado, garantiza, o con su “compleja” vida personal porque, para él, es tan enrevesada como la de cualquier español de a pie. Usted, lector o lectora, sabrá si se siente identificado o no con las vivencias del exministro, ahí no me meto. El asunto es que él abandona el grupo socialista porque ya no le quieren, pero no se va del Parlamento. Cambia de grupo, al Mixto, como adelantó este diario este lunes haciéndose eco de una exclusiva de los compañeros del diario Información, de Prensa Ibérica. Y promete defenderse, le cueste lo que le cueste, desde el escaño y desde el atril de prensa del Congreso.

Los actuales dirigentes del PSOE dicen que es un día triste. Ábalos replica que es un día importante para la militancia –esa a la que se abrazó el propio Sánchez para recuperar las riendas del partido cuando otros compañeros le echaron a patadas-, porque un socialista de pata negra, o sea, él, ha dicho ‘basta ya’ a eso de rendirse sin luchar por la dignidad. En la cúpula de Moncloa y de su ya ex organización lo que ven es un agujero negro de sospechas, fantasmas de corrupción y de imagen pública que puede tener un coste enorme. En el momento que menos se espere. Y si no, que se lo digan a Mariano Rajoy, aquel expresidente que surfeó la Gürtel durante años y, cuando creyó que ya no había olas, terminó ahogado por una sentencia y una moción de censura. Que cocinó Ábalos, junto a Iván Redondo, para que Sánchez llegara al Ejecutivo, por cierto.

Ahora a Sánchez le toca bailar con Ábalos, con perro Àbalos, desde otra posición. La amnistía ha quedado sepultada en el cajón de las polémicas olvidadas hasta nueva orden. Puigdemont ha dejado, por el momento, de ser noticia y amenaza para los sanchistas, que ya salieron tocados de las recientes elecciones en Galicia. Seriamente tocados. Lo demuestra el resultado en urnas y la última encuesta publicada por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, que apunta al subidón del que se ha beneficiado en medio de tanto ruido Feijóo. Además, este diario no cesa de publicar informaciones sobre el caso Koldo (les invito a quedarse un buen rato en nuestra web www.epe.es y comprobarlo, no les faltará un detalle), algunas que, incluso, señalan al propio Ábalos. Al nuevo perro Ábalos. Al que muerde a un PSOE que necesita sacudirse el caso de las mascarillas de encima, pero no lo consigue. Se le han rebelado. Le han ladrado fuerte, mientras los progresistas, perplejos, se echan las manos a la cabeza pidiendo transparencia y limpieza.