EX MINISTRO

El ministro que negoció la cosoberanía de Gibraltar

El acuerdo al que Josep Piqué quiso llegar con el Reino Unido en 2002 se frustró en el último momento

Josep Piqué, en una entrevista en 2003 tras pasar de la cartera de Exteriores a Ciencia. DAVID CASTRO

Josep Piqué, en una entrevista en 2003 tras pasar de la cartera de Exteriores a Ciencia. DAVID CASTRO / DAVID CASTRO

Eva Cantón

Eva Cantón

 A pesar de que no era diplomático de carrera, cuando Josep Piqué llegó al Ministerio de Asuntos Exteriores en el año 2000 se hizo pronto con las riendas de un departamento al que quiso imprimir aires de modernidad impulsando la llamada diplomacia económica. Muchos recuerdan su capacidad para devorar informes y explicar luego en el Congreso las líneas maestras de la política exterior española con inteligente clarividencia.

Como ahora, uno de los quebraderos de cabeza reiterados de la acción exterior española era la situación de Gibraltar. Por eso, en los dos años que Piqué estuvo al frente de la cartera, si tuvo a alguien con frecuencia al otro lado del teléfono fue sin duda a su homólogo británico, el laborista Jack Straw.

Apoyándose en la experiencia de Alberto Aza, ex embajador en Londres a quien Piqué situó al frente de la Oficina de Información Diplomática (OID), el ex ministro intentó llegar a un acuerdo con Londres sobre la cosoberanía del Peñón que se frustró en el último momento.

La propuesta no salió adelante por diferencias entre las partes que afectaban fundamentalmente al carácter duradero o definitivo del acuerdo, la naturaleza de un eventual referéndum vinculante en Gibraltar o al estatus legal de la base naval y otras instalaciones militares, según recordaba el propio Piqué en un informe realizado para la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que preside José María Aznar.

Aun así, el político catalán siempre elogió la actitud de Straw porque, a su juicio, había entendido con claridad la necesidad de ofrecer un futuro estable, seguro y próspero a Gibraltar que solo era posible pactándolo con España, para olvidar las “vetustas posiciones imperiales”.

El conflicto del Tireless

La tesis de la cosoberanía para superar “una obsoleta y anacrónica reminiscencia del pasado”, en palabras del propio Piqué, volvió a defenderla el exministro tras el Brexit, al considerar, como muchos analistas, que España se encontraba en una situación de fortaleza, dado que el Peñón tenía mucho que perder con la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Piqué tuvo que lidiar además con el conflicto que abrió la presencia del submarino nuclear británico HMS Tireless en la base naval de Gibraltar. Casi un año estuvo el buque en el muelle para que reparar su reactor nuclear en medio de la polémica y el temor de los habitantes del Campo de Gibraltar a un escape.  

Actualmente, los actores implicados en la negociación sobre Gibraltar han abandonado el optimismo inicial y con elecciones en España tras nueve rondas negociadoras atascadas en los mismos asuntos (impuestos, gestión de fronteras, base militar) cunde el desánimo. La búsqueda de un acuerdo para derribar la Verja que separa España del Peñón y crear una “zona de prosperidad” conjunta con Campo de Gibraltar (Cádiz) parece estancada. Gibraltar está preparando a sus ciudadanos y empresarios ante un eventual escenario de “Gibrexit” sin acuerdo.

Otro dossier ‘caliente’ de la diplomacia española le pilló a Piqué mudándose de cartera. Estaba dejando Exteriores para irse al ministerio de Ciencia y Tecnología cuando el 11 de julio de 2002, un grupo de doce militares marroquíes desembarca en el islote de Perejil, a 4 kilómetros de Ceuta, y colocan allí dos banderas y una tienda de campaña. 

Piqué, que cultivó durante su estancia en el Palacio de Santa Cruz las relaciones con el presidente de Estados Unidos, George W.Bush, con quien el Gobierno de José María Aznar se alinearía más tarde en la guerra de Irak (2003), consideró clave el papel de Estados Unidos para la resolver el conflicto de Perejil.

Al conocer la noticia del fallecimiento de Piqué, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha elogiado su visión de la política exterior como política de Estado.