Opinión | LIMÓN & VINAGRE

Pedro Rocha, a regatear en los juzgados

La conexión entre Pedro Rocha y Luis Rubiales es insoslayable e innegable

Pedro Rocha.

Pedro Rocha. / EPE

Hay gente bajita que tiene complejos. Le pasaba a Napoleón, que por eso trató de conquistar el mundo. O al menos Europa. No sé yo si los que juegan al fútbol sala se ven pequeños y tienen complejo respecto a los del fútbol grande, no tienen por qué. O a lo mejor sí. Pedro Rocha, aspirante a presidir la Federación Española de Fútbol, investigado por presuntos chanchullos y mano derecha e izquierda de Rubiales durante mucho tiempo, fue jugador de fútbol sala en la División de Honor, donde se empleó con denuedo durante varias temporadas en su juventud. Pese a la ingente labor documental de este cronista, al menos tres consultas en Google y una pregunta al redactor jefe de Deportes, no queda constancia de que fuera delantero rompedor o defensa brioso. Yendo por delante que en el fútbol sala no están tan definidas las funciones y todos corren, o deben hacerlo, detrás o delante del balón. A lo mejor fue portero. Ser portero marca mucho.

Entona para ser callado y disciplinado, segundón al mando del líder o capitán, pero con arrojos y arrestos, dispuesto a los retos y a encararse con un delantero peligroso o con un hincha faltón situado al fondo de la portería. Su retirada como balompedista no marcó el fin de su carrera en el ámbito del deporte. Decidió adentrarse en la para algunos excitante gestión administrativa, y así comenzó su ascenso desde la Federación de Fútbol de Extremadura, que llegó a presidir.

Rocha tiene aspecto de galán maduro, una especie de atractivo otoñal sin la sofisticación ni la belleza o elegancia de un Brad Pitt pero sí con la apostura pelín simplona de un Steve Martín en la película "Es complicado". Claro que Steve Martin puede ser también alguien como el protagonista de la exitosa "Solo asesinatos en el edificio", que ustedes no deberían perderse. Con "Es complicado" es fácil que se topen en la Tres o en una autonómica cualquier sobremesa del fin de semana, con el simpático y golferas personaje de Alec Baldwin tratando de encalomarse hasta el infinito a la inmensa Meryl Streep, su exmujer. Que duda entre el Martin y el Baldwin.

La conexión entre Pedro Rocha y Luis Rubiales es insoslayable e innegable. Juntos, como Quijote y Sancho o los dos mosqueteros o el gordo y el flaco tomaron decisiones de gran importancia, incluyendo la aprobación de contratos que ahora están bajo bajo sospecha e investigación. La Guardia Civil indaga en estos acuerdos. Y presume que había trenzada una red para cobrar mordidas. Indaga tanto que lo mandaron al juzgado. Allí, Rocha pronunció tantas veces la conjunción "no lo sé" (esa que un político jamás emite) que salió como investigado. Lo que antes se llamaba imputado. Habiendo entrado como testigo. Es por su bien, le dijo la jueza: para que pueda defenderse mejor y con más garantías. Rocha se hizo el loco, el despistado, el desmemoriado o el sincero durante el interrogatorio. Y que no sabía nada de nada de lo que hacía Rubiales y que Rubiales lo eligió a él por su buena presencia; que él no sabía de economía y que a él qué le cuentan de esos pingües beneficios que dio llevar competiciones a Arabia.

A la pregunta de si conocía a Gerard Piqué respondió con gran desparpajo que de verle jugar. Ahora su candidatura a presidir el fútbol español está en entredicho. Se proclamó y se anuló. La cosa es preguntarse ahora, como hacía el otro día el compañero Sergio R. Viñas en EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, si Rocha está legitimado moralmente para presidir una federación en la que se vivieron tamañas irregularidades y de la que él era responsable económico y prácticamente número dos de facto. Una cosa seria, no una pachanga de fútbol sala. No. Ahí se ventilaban partidazos. A lo grande. O se intentaban meter buenos goles: como el del propio Rocha tratando, diciembre pasado, asamblea general ordinaria de la RFEF, de heredar el sueldo de Rubiales, más de 600.000 euros al año. En contra del criterio de sus servicios jurídicos. Y presuntamente a sabiendas de que heredaba el cargo interina y transitoriamente, sus funciones, no sus emolumentos. Unos regates interesantes los de este Rocha.