Opinión | ANÁLISIS

Por qué perderá Trump (probablemente)

La derrota de Trump estaría cantada… a menos que naufrague la candidatura de Biden, cuya provecta edad es evidentemente una amenaza

Biden y Trump.

Biden y Trump. / Eva Marie Uzcategui / BLOOMBERG / Jim Lo Scalzo / BLOOMBERG

El temperamento arrollador del expresidente Trump, descabalgado por los norteamericanos en las urnas en 2020, le ha permitido mantener e intensificar el control de las estructuras del Partido Republicano e imponerse de nuevo como candidato en las próximas elecciones de noviembre. Procesado por numerosas irregularidades financieras y fiscales, así como por el intento de golpe de Estado que patrocinó en forma de cruenta ocupación del Congreso, no ha habido modo de detener su nominación, entre otras razones por el carácter garantista de la Constitución americana, que no contempla restricciones a la voluntad popular y permitiría que incluso un condenado en prisión fuera candidato. Pero el hecho de que sus partidarios hayan arrasado en las primarias republicanas no significa ni mucho menos que vaya a ganar las elecciones en noviembre. Más bien hay indicios claros de todo lo contrario.

Red Galen, cofundador de The Lincoln Project, ha publicado un trabajo que respalda esta tesis, en el que pone de manifiesto que Trump siempre ha andado en realidad escaso de apoyo, pese a las apariencias. En 2016, si bien ganó en el Colegio Electoral –y por tanto las elecciones-, perdió en voto popular por 2,8 millones de votos, la mayor derrota de la historia de un candidato que alcanzaba sin embargo la Casa Blanca. Y ya en las elecciones intermedias de 2018, ganó claramente el Partido Demócrata. En 2020, Trump perdió por poco en el Colegio Electoral pero de forma aplastante en el voto popular. Y en las elecciones de medio mandato de 2022, los candidatos seleccionados por Trump fueron sistemáticamente derrotados en todo el país, en tanto los demócratas mantuvieron sus escaños o ganaron escaños republicanos en estados clave y con frecuencia por grandes márgenes.

Desde su salida del poder en 2020, Trump no se ha centrado sino que se ha radicalizado, con lo que es impensable que haya crecido su apoyo entre los demócratas fronterizos más conservadores ni entre los jóvenes. Con la particularidad de que, como subraya Galen, entre las elecciones de 2016 y 2024, unos 20 millones de electores mayores habrán muerto y se habrán incorporado al censo unos 32 millones de jóvenes… con unos intereses muy sensibles a los recortes de los reaccionarios. La generación Z está sobre todo interesada en los derechos reproductivos, la calidad de la democracia y la preservación del medio ambiente. Mientras tanto, desde 2016 el Partido Republicano “se ha vuelto más viejo, más blanco, más masculino y más extremista”, en aserto de Galen, y ha dado la espalda a los referidos temas.

Trump ha expulsado, en fin, de su entorno a sectores clave de la sociedad americana al auspiciar la anulación de la sentencia Roe v. Wade que despenalizaba el aborto; al romper viejos tabúes internacionales, como la proverbial enemistad con Rusia y otros estados autoritarios (Hungría, Arabia Saudí), y al regatear el apoyo a Ucrania, lo que supone la quiebra del compromiso USA con las libertades… Muchos republicanos de buena fe añoran la imagen que transmitía Reagan al dibujar los Estados Unidos como “una ciudad brillante sobre una colina”, un faro universal de libertad y democracia.

En estas circunstancias, si todo discurre con normalidad, la derrota de Trump estaría cantada… a menos que naufrague la candidatura de Biden, cuya provecta edad es evidentemente una amenaza, y quizás una gran imprudencia de sus partidarios.