Opinión | MÁS ALLÁ DEL NEGRÓN

Enfermos de política

Una herramienta creada para convivir, convertida en arma de enfrentamiento

Luis Landero

Luis Landero / José Luis Roca

"En España estamos enfermos de política". No lo digo yo. Lo ha dicho Luis Landero en una entrevista. ¿Hasta qué punto debe de estar harto el siempre ponderado autor de 'Juegos de la edad tardía' para despacharse de tal manera? No daba crédito al leer sus palabras tan poco frecuentes en las gentes no militantes de la cultura. Hablaba el escritor, probablemente uno de nuestros mejores narradores, de que "la vida es un guirigay donde todos gritan y nadie se entiende con nadie", cuando de repente explota: "Los ciudadanos somos espectadores y víctimas (...) los políticos van a lo suyo".

Landero había venido a hablar de su libro más reciente, 'La última función', y acabó diciendo en voz alta lo que muchos ciudadanos de este país opinan desde hace tiempo. "Los políticos ni piensan ni se ocupan de la cosa común –proclama–. Se preocupan de sobrevivir, de zancadillear al otro y derribarlo. ¿Quién se ocupa de la justicia y del bien común? Parece que no interesa".

Con su aspecto machadiano de apacible profesor de instituto de provincia, Landero llega a la conclusión de que "el contenido político de baja ralea" y "ese cotilleo tóxico que nos embrutece" hacen que en España estemos "enfermos de política". Y cita a Ortega, quien ya dijo en su momento que "las enfermedades de un cuerpo nacional son políticas". "La política es una herramienta para convivir –concluye el autor extremeño–. No podemos vivirla así día a día y hora a hora. Esa bronca, por fortuna, no se da entre la gente, pero puede contaminarnos, generar desencuentros, enemistades y sospechas".

No es Landero el único escritor preocupado por el devenir de nuestra política. El filósofo, ensayista y pedagogo Jose Antonio Marina acaba de publicar 'Historia universal de las soluciones. En busca del talento político' (Ariel) sobre la necesidad de devolver a la política su sentido original de búsqueda de la felicidad, en lugar del mero ejercicio del poder en que se ha convertido.

En una entrevista con la revista "El Cultural", Marina también se refiere a la política en términos médicos. Sostiene que, al igual que el organismo, "tiene un sistema inmunológico que sirve para detectar antígenos y producir anticuerpos para defenderse". "Cuando sufre un síndrome de inmunodepresión queda a merced de cualquier agente patógeno. A las sociedades les ocurre lo mismo: no reconocen los virus políticos y no tienen elementos para defenderse de ellos. Nuestra sociedad es crédula y emocional y eso la hace muy vulnerable".

"En España es difícil que aparezcan buenos políticos porque la interacción entre ellos es una guerra de desgaste, de tuits, de conceptos confusos e infiernillos emocionales –sostiene el filósofo, que se muestra muy pesimista sobre nuestro país–. A todos los partidos les gustaría ser partido único y piensan que sin oposición estaríamos en el paraíso. Por su parte la sociedad española no colabora porque padece un síndrome de inmunodeficiencia política".

Landero y Marina no están hablando del sexo de los ángeles, de elevadas disquisiciones filosóficas. Están hablando del día a día de nuestra vida política. En los últimos días hemos asistido a cómo un ministro tuitero nos engañaba –intencionadamente o por ignorancia– sobre la tomadura de pelo en que se ha convertido la llegada del AVE a Asturias. Hemos comprobado cómo ante la trama de corrupción con las mascarillas, el único recurso que se les ocurre a los responsables es el "y tú más". Hemos visto cómo retorcían la ley para hacerla coincidir con su ansia de permanencia en el poder.