Opinión | POLÍTICA Y MODA

No vamos, Rafa

Rafa Nadal en El Objetivo de LaSexta.

Rafa Nadal en El Objetivo de LaSexta. / LaSexta

Cuando me enteré que Rafa Nadal se iba a convertir en el embajador del tenis de Arabia Saudí me decepcioné tanto como cuando Morgan Freeman hizo de padrino en la inauguración del mundial de Qatar. Anteriormente a este resbalón ético, había sido bastante comprensiva con el tenista mallorquín. En su apoyo al rey emérito fugado, pensé que quizás eran amigos y que lo más fácil habría sido darle la espalda. Tampoco hice caso de las evidentes alertas estéticas que para mí suelen ser clave al darle el visto bueno a alguien: esa manía de tirarse de la goma del calzoncillo tenía que haberme hecho desconfiar (como me sucedió al ver a Carlos Alcaraz en los toros). Sin embargo, al escuchar la respuesta de Nadal sobre la brecha salarial en el deporte me ha acabado de petar la cabeza...

"Yo quiero que las mujeres ganen más que los hombres si realmente generan más que los hombres", contestaba el deportista. No es la primera vez que expresaba esta opinión públicamente, pero es increíble que no comprenda la trampa sistémica y estructural que encierra esa idea (sin los mismos recursos, ni el mismo reconocimiento ni visibilidad; ¿a qué grado de sacrificio debe estar dispuesta a someterse una mujer para "generar más que un hombre" que cuenta desde que nace con un trampolín patriarcal?). Hace unos años, Nadal ya coló la misma falacia al plantear una anecdótica excepción: "¿y por qué las mujeres cobran más que los hombres en la moda?". Entiendo que se refería al sueldo de las modelos; porque si nos referimos a la historia de la moda en general pasa como en absolutamente todas las profesiones. Se desprestigió a las costureras y a todas las labores relacionadas con el sector moda que ocupaban mayoritariamente las féminas, pero se aclamó durante décadas al sastre e inmortalizó al diseñador varón que dictaba a las mujeres cómo debían vestirse/oprimirse. De hecho, para igualarse al sexismo imperante en el resto de sectores, recientemente se ha descubierto que la autoría de uno de los diseños más importantes de la historia de la indumentaria, el vestido Delphos, no le corresponde a Mariano Fortuny sino a su esposa: Henriette Nigrin. El propio genio granadino lo dejó por escrito en 1909 cuando registró la patente de la túnica, pero el corte académico machista se ha mantenido hasta ahora...

En esta ocasión, tras hacer las reflexiones propias de un cuñao ("defíneme feminismo" y "yo tengo madre y hermana"), el tenista buscó otro ejemplo. "La igualdad no reside para mí en regalar, la igualdad reside en que si Serena Williams genera más que yo, yo quiero que Serena gane más que yo". Y es que el tenista, sí cree en las mismas oportunidades y derechos para la mujer, pero no en las salariales. En un mundo ideal, ese tipo de planteamiento (que gane el mejor en las mismas condiciones) sería perfecto. Sin embargo, Williams, por el simple hecho de ser mujer (y no hablemos por ser mujer negra) se ha encontrado con infinidad de barreras y limitaciones. Después de su maternidad y un postaparto complicado por problemas de coagulación, Serena regresó a Roland Garros con un mono entero de malla negra (inspirado en el movimiento Black Panther) que mejoraba su circulación. Aún siendo menos estricto que Wimbledon, el torneo galo avisó a la tenista que ese tipo de vestimenta no cumplía la reglamentación indumentaria.

Cuando a Nadal le preguntaron por lo sucedido, defendió al torneo porque la organización puede poner las normas estilísticas que consideren y los jugadores deben respetarlas.... Curioso, porque Rafa las había incumplido vistiendo unos piratas y en ese caso no supuso problema alguno. Ni siquiera se quejaron cuando Stan Wawrinka jugó la final en 2015 con unos gayumbos...