Opinión | LA CARTILLA DE LA DIRECTORA

Aquí hay tomate y no una ley de amnistía

Por más vueltas y vueltas que se le ha dado y se le vaya a seguir dando a una ley de amnistía que de momento no es tal, España tiene otros problemas y asuntos de interés general sobre la mesa

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes tras la votación en el Congreso de la ley de amnistía.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes tras la votación en el Congreso de la ley de amnistía. / José Luis Roca

Llevamos semanas dándole vueltas y más vueltas a la cocina del proyecto de ley de amnistía al procés. Los socialistas y los independentistas, especialmente los de Junts, han protagonizado un espectáculo de difícil calificación que ha terminado el pasado miércoles con final abierto y la negativa de los de Carles Puigdemont a aprobar en el Congreso la ley. Alegan que sigue cruda. Que no está suficientemente hecha porque no garantiza el perdón de su líder si finalmente es acusado de delitos de terrorismo o de alta traición, como se plantea que pudiera suceder en alguna de las (polémicas) instrucciones judiciales que protagoniza en Madrid o Barcelona.

Tantas alforjas para un viaje tan egoísta en la senda del independentismo... o Puigdemont resulta amnistiado o no será amnistiado nadie. En el PSOE, donde se imaginaban felices con la norma rumbo al Senado y colocando el foco en las gallegas y los presupuestos, han quedado estupefactos. En ERC han tomado nota de que el pulso de Junts no es solo con Pedro Sánchez y que las amenazas postconvergentes de inestabilidad de legislatura buscan también marcar terreno en Cataluña como actores decisivos por encima de los republicanos.

Y desde Bruselas -ojo, desde Bruselas, con el simbolismo que eso tiene en estos momentos- el presidente del Gobierno ha apostado fuerte por su controvertida ley sin arrugarse, pese a la que lleva encima y la enorme presión social y de la oposición: "El independentismo catalán no es terrorismo, no lo es y por tanto con este proyecto de ley yo estoy convencido, y así lo van a concluir los tribunales, que van a estar todos los independentistas catalanes amnistiados porque no son terroristas", ha enfatizado Sánchez, sabedor del revuelo que iba a causar. Buscador de un revuelo que agite un tablero político que, en estos momentos, le es desfavorable. Y con la campaña de las gallegas recién estrenada, para darle aún más emoción a la cosa.

Pero por más vueltas y vueltas que se le ha dado y se le vaya a seguir dando a una ley de amnistía que de momento no es tal, España tiene otros problemas y asuntos de interés general sobre la mesa. Como el que atañe a la batalla que han emprendido los agricultores de toda Europa, sin que España sea una excepción, al calor de las protestas en Francia. Las manifestaciones se contagian de país a país. Los tractores toman las calles. El tema se ha colado en la agenda de los jefes de Gobierno de la UE en esta cumbre y llega para quedarse. 

Los franceses han tomado la delantera y reclaman, además del fin de la exención de aranceles para algunos mercados de la competencia, una disminución de los tiempos de barbecho que se exigen para garantizar la producción a largo plazo. Sobre esta última cuestión parece dispuesta a ceder Europa -no así en los aranceles o el acuerdo de libre comercio con Mercosur-, aunque esa decisión en torno al barbecho beneficiaría fundamentalmente a los Estados que no tienen o no barruntan problemas graves con el agua y la sequía. Esto es, que países como Francia ganarían ventajas sobre otros como España, donde la escasez de lluvias ya es motivo de máxima preocupación en territorios como Cataluña o amenaza con serlo en Andalucía y otras comunidades. Como ven, hay problemas más allá de la amnistía que incluso se cruzan entre sí para ganar envergadura.

El de la agricultura es serio. Y la falta de agua puede agravarlo en España. No ayuda que en Francia, para reivindicar sus derechos, sigan tirando al suelo los de sus vecinos. Sánchez tuvo que buscar a Macron aprovechando la cumbre de Bruselas para quejarse por el boicot a los camiones españoles en suelo galo. Tampoco ayuda que autoridades francesas, para tratar de calmar a sus enojados agricultores, hagan declaraciones públicas poniendo en cuestión con expresiones tan pintonas como desagradables la calidad del tomate en España.

La oposición, PP y Vox, ya han detectado un nuevo filón ahí para erosionar al Gobierno y exige a los socialistas que defiendan al sector agrícola español con contundencia. Los populares preparan ofensiva y llevarán el asunto a la primera sesión de control en el Congreso, donde el ministro de Agricultura, Luis Planas, tendrá tanto trabajo como el de Justicia, Félix Bolaños, al que se le seguirá dando vuelta y vuelta por la amnistía.