Opinión | ANÁLISIS

¿Genocidio israelí?

El debate jurídico sobre este conflicto es muy interesante, pero su verdadera importancia es política. Es decir, la actitud excesiva, desproporcionada, de Israel recuerda sospechosamente la Shoah, el Holocausto, del que los ahora victimarios fueron entonces víctimas

Un tanque del Ejército israelí, en la Franja de Gaza.

Un tanque del Ejército israelí, en la Franja de Gaza. / EFE

El pasado día 26, el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, brazo jurídico de la ONU, emitía un primer veredicto sobre las acusaciones de genocidio a Israel formuladas por Sudáfrica: por 15 votos contra dos, el tribunal asumía la "magnitud de la tragedia humana" que se desarrolla en la región (según los datos de la propia ONU, durante los tres primeros meses y medio de guerra, han muerto más de 25.000 palestinos; otros 63.000 están heridos y 1,7 millones de personas han sido desplazadas a la fuerza). Uno de los grandes triunfos de las tesis sudafricanas con este pronunciamiento ha sido la confirmación de que la Corte no desestimará el caso sobre genocidio, como pedía Tel Aviv, ya que algunas "acusaciones contra Israel recaen dentro de las disposiciones de la Convención sobre Genocidio". Por supuesto, el Tribunal, equilibradamente, no deja de reconocer y condenar la inaceptable agresión brutal a la población civil de Israel del 7 de octubre.

El fallo no solo reconoce que hay razones para investigar un posible genocidio sino que exige al Estado hebreo que tome "todas las medidas" y “con efecto inmediato" para prevenir los delitos enmarcados en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Además, destacan en él las exigencias para aliviar la situación humanitaria de la Franja. El Tribunal se ha hecho asimismo eco horrorizado de las incendiarias llamadas de varios miembros del Gobierno israelí a eliminar "Gaza de la faz de la tierra", y de sus referencias a los palestinos como "animales humanos”. El debate jurídico sobre este conflicto es muy interesante, pero su verdadera importancia es política. Es decir, la actitud excesiva, desproporcionada, de Israel recuerda sospechosamente la Shoah, el Holocausto, del que los ahora victimarios fueron entonces víctimas.

La palabra "genocidio" fue ‘inventada’ por el judío polaco Rafhael Lemkin, obviamente a partir del sustantivo griego "genos" (raza, pueblo) y del sufijo latino "cide" (matar). Nació en 1900 y el 15 de marzo de 1921, un suceso marcaría su vida: un joven armenio asesinó en plena calle en Berlín a Talat Pashá, quien hasta tres años antes había sido el principal dirigente turco. Lo hizo por porque consideraba a Pashá responsable de la masacre que sufrió su aldea tras ordenar los turcos en 1915 el exterminio de los armenios, que duró hasta 1923 y se saldó con un millón y medio de asesinatos étnicos. Lemkin tenía entonces 20 años y estudiaba Lingüística. Pero cuando arrancó el juicio contra el joven armenio —que acabó en absolución— y comenzaron a salir a la luz detalles del exterminio, se sintió profundamente conmocionado. Tanto que decidió aparcar la Lingüística y dedicarse al Derecho.

Su vida estuvo dedicada a tratar de conseguir que, en nombre de la Justicia Universal, el Derecho Internacional tipificara una ley que condenara ese tipo de asesinatos en masa por razones étnicas, raciales, culturales, de pertenencia a una minoría. Como experto, fue invitado a la conferencia sobre Derecho Penal que tuvo lugar en 1933 en Madrid, pero no pudo asistir: las autoridades polacas no querían enemistarse con Hitler —quien ya en 1919 había escrito que la "cuestión judía" debía resolverse mediante la eliminación total de los judíos de Europa a través de una eficiente planificación— y le denegaron el visado para viajar a España.

Lemkin consiguió escapar a tiempo de Polonia y refugiarse en Estados Unidos en 1939, pero 59 familiares suyos fueron asesinados por los nazis. Sus propios padres murieron en Auschwitz. En 1944 publicó el libro El poder del Eje en la Europa ocupada, en el que desgranaba todas las atrocidades cometidas por los nazis con el objetivo de exterminar al pueblo judío y donde por primera vez aparece la palabra "genocidio".

En los juicios de Nuremberg, ya los fiscales emplearon la palabra "genocidio", aunque en ninguna de las 190 páginas de la sentencia aparecía escrita. Los 18 condenados a muerte en Nuremberg lo fueron por crímenes contra la humanidad, no por genocidio. Sin embargo, un año después, en diciembre de 1946, la Asamblea General de la recién creada ONU aprobó la resolución 96, donde por primera vez en la legislación internacional se habla de "crimen de genocidio", entendiendo por tal "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros, de la misma manera que el homicidio es la negación a un individuo humano del derecho a vivir".

Es muy difícil negar que Israel cuestiona la existencia de una comunidad, la palestina, con la que se disputa un pequeño territorio mediterráneo: la resolución de la ONU de 1948 que consagra la creación del Estado de Israel ordena también la formación de una entidad política palestina. No ha sido posible. Y no es honrado mirar hacia otra parte cuando se asiste a de nuevo a una cruda atrocidad.