Opinión | VERDIALES

Sin Barbie no hay Ken

El poder lo siguen ejerciendo ellos. Ellos continúan siendo juez y parte en nuestras vidas profesionales

Fotograma de 'Barbie', la película dirigida por Greta Gerwig

Fotograma de 'Barbie', la película dirigida por Greta Gerwig / EPE

Como la velocidad a la que hoy se transmite la información está a un paso de superar a la de la luz, doy por hecho, aunque tenga algo de presuposición y también un poco de generalización, que a estas alturas de la semana todos estamos al tanto de las nominaciones a los premios Oscar de este año. No hace falta ser un amante del séptimo arte ni un docto en la materia. Es de esas noticias que forman parte de lo mainstream, aquella corriente o tendencia normativa que determina los gustos predominantes en la sociedad y que, por tanto, los medios nos meten por los ojos y por los oídos a todas horas, incluso en informativos de televisión que raramente dedican tiempo al cine, a la literatura, a la música o al arte.

Tiene asimismo que ver, no lo voy a negar, con el poderío de la cultura estadounidense, una industria a la que es difícil resistirse, pues quien lo hace queda fuera del capital, y que estipula los libros que en Europa leemos, las películas que vemos, los grupos a los que escuchamos y hasta lo que pensamos. Hay contadas excepciones, heroicas resistencias a la francesa, pero no es esa la rama por la que me quería ir.

Me alegra, claro, que dos compatriotas, Juan Antonio Bayona y Pablo Berger, hayan sido nominados por la Academia de Hollywood. El primero opta a dos estatuillas, película internacional y maquillaje y peluquería, por La sociedad de la nieve, filme que recrea el accidente aéreo ocurrido en los Andes en 1972 en el que sobrevivieron 16 personas y que todavía no he visto. El segundo podría ganar el Oscar al mejor largometraje de animación gracias a Robot Dreams, filme que sí he disfrutado en pantalla grande y que recomiendo tanto como merendar una palmera de chocolate.

Anacronismo

Pero, más allá de este orgulloso júbilo, inferior, he de reconocer, al que sentí cuando supe que España lleva 32 años consecutivos liderando la clasificación mundial de trasplantes de órganos, las nominaciones de los académicos estadounidenses me dejaron un regusto amargo con ciertos toques de anacronismo. Barbie, la película con la que Greta Gerwig, su directora, da una patada, supuestamente inocente, frívola y naíf, en mi opinión brillante, al heteropatriarcado, ha logrado sólo ocho nominaciones. Empleo el adverbio de modo sinónimo de solamente porque, además de ser el filme que más recaudó en taquilla en 2023, aspiraba a más, se merecía más, especialmente en la categoría de mejor dirección ("¿No hay nominación para Greta Gerwig? ¿Puede ser realmente cierto?", escribió Stephen King en Twitter), en la que la francesa Justine Triet es la única mujer nominada por Anatomía de una caída.

No me gustan las cuotas. Nunca las uso para argumentar ni justificar mis posiciones. Me remito a un estudio, publicado en 2020 por el diario británico The Guardian, según el cual desde la primera edición de los Oscar (este año se celebrará la número 96) únicamente un 14% de los más de 10.000 nominados fueron mujeres. Una brecha de género que se acentúa, precisamente, en la categoría de mejor dirección. Fue Kathryn Bigelow la primera mujer que ganó ese Oscar, en 2010 y con un filme que derrochaba testosterona, En tierra hostil. Desde entonces, y han pasado ya catorce años, sólo dos cineastas más lo han conseguido: Chloé Zhao (Nomadland, 2021) y Jane Campion (El poder del perro, 2022).

Poder

El poder lo siguen ejerciendo ellos. Ellos continúan siendo juez y parte en nuestras vidas profesionales. El crítico de cine más influyente de este país, que en su momento aseguró no haber comprendido Barbie, no le encontró “la gracia”, es eso, crítico. Y lo mismo sucede en la literatura, donde las reseñas hechas por mujeres son la excepción que confirma la regla en todos los suplementos culturales. Pero, claro, si tenemos en cuenta que, según la primera encuesta del CIS sobre la percepción de la igualdad y los estereotipos de género, un 44,1% de los hombres cree que el feminismo ha llegado tan lejos que ahora se les discrimina a ellos, apaga y vámonos.

Hay injusticias más visibles que otras y hay quien hace por visibilizarlas. Ryan Gosling, el actor que en la película de Greta Gerwig interpreta a Ken y que está, él sí, nominado al Oscar por ese papel, emitió un comunicado tras conocerse el veredicto de la Academia en el que manifestaba su disconformidad ante la ausencia en las nominaciones de la directora y de Margot Robbie, Barbie en el filme. “No hay Ken sin Barbie, y no hay película de Barbie sin Greta Gerwig y Margot Robbie, responsables de este filme, que ha hecho historia y ha sido globalmente celebrado”, dijo. Le honra, pero hay algo en mi mentalidad, moldeada por la sociedad heteropatriarcal en la que me he criado y en la que todavía vivo, que me lleva a verlo como un gesto de gallardía varonil, como el fornido caballero que, a lomos de un caballo, acudía siempre en los cuentos a rescatar a la princesa del castillo. Prefiero el final de Barbie.