Opinión | VIOLENCIA VICARIA

Ni celos ni enfermos: machistas

A ver si alguna vez dicen las cosas por su nombre: que en vez de “ella no denunció” se hable de por qué no denuncian

Un agente frente a la puerta donde un padre mató a sus dos hijos en Barcelona.

Un agente frente a la puerta donde un padre mató a sus dos hijos en Barcelona.

Se ha confirmado oficialmente que el asesinato de un padre a su hija e hijo, en Horta, Barcelona ha sido un crimen vicario. Es decir, para dañar a la madre. Los Mossos lo sospechaban desde el primer momento y así se comunicó a la prensa. Y, ¿qué pasó? Que todas las burradas que no se deben de decir en estos casos salieron a flote. Desde 2013 van 52 niños asesinados por sus padres. O sea, llevamos 10 años explicando cómo informar de ello. 

En cambio, estos días hemos escuchado en varias tertulias cómo no se centran en explicar la violencia vicaria, sino en hacer suposiciones y cuestionamientos como: “los mató para que los menores no sufrieran por el suicidio de su padre”, “es un caso de celopatía”, “el padre puede tener depresión”, “no había denuncias”, “la familia indica que él estaba muy a favor de la igualdad” o “las madres matan más que los padres”.

Que a una familia les cueste asumir un crimen machista es comprensible. Que una prensa, a estas alturas, se preste a caer en malas prácticas y bulos es de escándalo. Ya deberían saber que a los niños no los matan para evitar que sufran, sino para dañar a la madre. Que la celotipia no es la causa, sino una de las consecuencias del machismo. Que puede ocurrir un escape de gas, pero que si las rendijas de las ventanas estaban precintadas no es por arte de magia ni cosa de los niños, sino con intención y planificación. Que las enfermedades mentales y depresiones no suelen estar tras estos casos y que esa referencia estigmatiza a quienes sí lo padecen y no van asesinando a sus hijos. Que el 80% de la violencia de género no se denuncia y que muchas optan por la separación para no judicializar el proceso. Que hay lobos con piel de cordero, que algunos dicen ser muy feministas de cada a la galería y, luego, agresores de puertas para dentro (recordar caso de Lavapiés). Que no son monstruos, ni locos, ni psicópatas a secas. Y que no hay ni una estadística oficial que demuestre que las madres matan más, pues aquella respuesta de Justicia a una senadora del PP con los datos de los condenados por asesinatos a menores por sexo, no indica eso. Porque ahí se hablaba solo de condenados. Y en ese registro ni constaban los condenados que habían asesinado a más de un hijo; ni constaba los padres que se suicidaron tras matar a sus hijos. Y claro, no puede ser condenado quien está muerto porque no es juzgado.

A ver si alguna vez dicen las cosas por su nombre: que en vez de “ella no denunció” se hable de por qué no denuncian. Que en vez de “él está deprimido” se hable más de la ansiedad o depresiones que muchas mujeres viven por culpa de la violencia de género, violencia vicaria y violencia institucional. Que en vez de “matar para no hacer sufrir” o por celos digan el motivo real: machismo y violencia de género. Pero qué les cuesta pronunciar lo más sencillo, en lugar de teorías absurdas que ya hemos dicho que en estos casos no proceden. Menos limpiar a los agresores y más decir la verdad, por respeto a las madres y a esos hijos que ya están bajo tierra.