Opinión | EL LÁPIZ DE LA LUNA

Propósitos de año nuevo

Quizá sea conveniente tener en cuenta algunas cosas a la hora de sentarnos a programar aquello que queremos alcanzar

Propositos de año nuevo

Propositos de año nuevo

No he terminado de digerir la cena de Navidad y ya me abruman las listas interminables de propósitos de Año Nuevo que se comparten por redes sociales. No me considero una pesimista, pero sí me gusta tener cuidado con las metas que proyecto, ya que pueden ser un arma de doble filo. Los objetivos o sueños por cumplir son necesarios. De alguna forma son esa llama que nos mantiene vivos, que nos echa de la cama cada mañana con el fin de redescubrirnos. Cuando nos marcamos una meta o un propósito se activan en el cerebro dos mecanismos: el sistema dopaminérgico, responsable de la motivación, del placer y de la recompensa y el sistema reticular activador ascendente, que se encuentra en el tronco del encéfalo y nos da esa energía –y de algún modo nos guía– para ir hacia lo que nos hemos propuesto.

Todo esto está muy bien y es necesario para tener una vida plena. Imagínense lo duro y doloroso que puede llegar a ser no tener ningún aliciente por el que abrir los ojos cada día. Sin embargo, tan malo es no tener objetivos como tener unos que no sean realistas o coherentes con nosotros, con nuestro momento vital o nuestras capacidades físicas, emocionales, mentales, sociales o económicas. Quizá sea conveniente tener en cuenta algunas cosas a la hora de sentarnos a programar aquello que queremos alcanzar, o de lo que queremos desprendernos, en los próximos trescientos sesenta y cinco días. Podríamos empezar marcándonos objetivos sensatos y afines con nuestra forma de vida, metas que podamos conseguir a corto o medio plazo. Es importante que la consecución de esos propósitos nos permita disfrutar del proceso, en lugar de estar angustiados por si llegamos o no a lograrlos. No nos podemos olvidar de felicitarnos por cada pequeño logro y validar el esfuerzo desde uno mismo, y no esperando el reconocimiento ajeno.

Por último, no perdamos de vista que, en ocasiones, la vida improvisa, por lo que debemos ser flexibles para reordenar las prioridades cada vez que sea necesario. ¿Y cómo conseguimos todo esto en un mundo de apariencias donde las redes sociales parecen dictaminar lo que es una vida exitosa y lo que no? Pues, quizá nos vendría bien tener una serie de recordatorios en un lugar visible que nos conecten con nuestra realidad, como, por ejemplo, no compararnos con los demás. Cada uno de nosotros carga con su propia historia y no sería justo exigirnos ir a un ritmo que no nos toca. Otro detalle importante es identificar lo que para nosotros es el éxito; de esta forma, no caeremos en la trampa de pensar que, si no conseguimos todo lo que Instagram nos muestra, somos unos fracasados.

El éxito es diferente para cada persona y no siempre consiste en viajes a lugares paradisiacos, comidas en restaurantes de lujo o una cantidad determinada de seguidores. Además, aceptar y perdonarnos por aquello que no conseguimos alcanzar sin criticarnos, juzgarnos o invalidarnos también es tener éxito. No tienes que llegar a todo, ni a todo a la vez. Recuerda que la vida es una carrera de fondo, no un sprint. Que tu mayor propósito de año nuevo sea respetarte con tus vivencias, con tus ritmos y con la paz de saber que estás en el camino. ¡Feliz año! ¡Feliz vida!