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El espíritu de la Navidad

No podemos saber hacia dónde va el mundo, pero sabemos hacia dónde debería ir para lograr ese propósito compartido

Archivo - Un árbol de Navidad iluminado en la Plaza de España.

Archivo - Un árbol de Navidad iluminado en la Plaza de España. / EUROPA PRESS - Archivo

No és fácil salirse de los tópicos en estas fechas. Se corre el peligro de un exceso de edulcorantes o de frialdad. Ciertamente, las tradiciones tienen mucho de inercia lo cual dificulta cualquier cambio. Uno de los filósofos más brillantes del momento, Josep Maria Esquirol, lo resume con una palabra: desorientación. 

Celebramos la Navidad desorientados. Vivimos dos episodios bélicos graves, quizás de los más graves desde el final de la Guerra Fría. La inflación vuelve a azotarnos y alienta a la extrema derecha como hace un siglo. La polarización política nos somete a una tensión mediática que no se corresponde con nuestro día a día. Queremos quemar móviles en la hoguera mientras llamamos inteligencia artificial a lo que no lo es.

Dudamos de la educación que ofrecemos a nuestros hijos. Un club con una décima parte de presupuesto que los dos grandes es líder de la Liga. Las mujeres han tumbado a la caspa del fútbol sin la más mínima ayuda de los hombres. Sí, estamos desorientados. La magia del pasado sirve ya únicamente para amparar un consumo que tiene poco sentido. 

La desorientación también afecta al periodismo, a la producción y al consumo de información. Quizás lo que nos queda es darles las gracias a todos y cada uno de los que nos leen, sea en papel, en digital, en las redes o en los formatos multimedia.

Su confianza nos orienta. Sabemos lo que les ocupa y lo que les preocupa y nos organizamos para contribuir a entenderlo en base a nuestro propósito editorial: el progreso de las personas sin destruir el planeta. Esta es nuestra guía cada día, cada minuto.

No podemos saber hacia dónde va el mundo, pero sabemos hacia dónde debería ir para lograr ese propósito compartido. Contamos lo que pasa, pero no perdemos de vista las consecuencias de lo que pasa.

Hacemos periodismo con denominación de origen, responsable de lo que dice y de cómo lo dice. Y lo hacemos gracias al público, a un espléndido equipo de profesionales y una empresa editorial solvente. ¡Feliz Navidad!