Opinión | UN MILLÓN

Qué difícil ser Europa

Banderas de la UE ondean en el exterior de la sede de la Comisión Europea, en Bruselas.

Banderas de la UE ondean en el exterior de la sede de la Comisión Europea, en Bruselas. / YVES HERMAN / REUTERS

Cuando el Mercado Común era Europa y España no, la democracia era un inalcanzable transpirenaico y los países que "no nos querían" acababan por el norte en Reino Unido; por el sur, en Italia, y por el Este, en Alemania del Oeste, que era república y federal, fuera aquello lo que fuera.

Cincuenta años después, la Europa de la Unión que perdió el Reino Unido puede llegar a 36 miembros, nueve más que los actuales, 14 menos de los que asienta el continente, y conformar una finca geopolítica que remete lo que llamamos Occidente hasta la misma frontera de la Federación de Rusia, un vecino hostil.

Desde la invasión de Ucrania, la UE tiene la frente apoyada en la frente de Putin y se miran directamente a los ojos. Hay muchas posibilidades de que haya más guerra que más paz. Los frentes son lo peor de la guerra, aunque las guerras tienen consecuencias muy lejos del fuego. Las estamos sufriendo, más fuertes entre los más débiles, justo en el pan.

A muchos kilómetros del frente, estamos políticamente cerca de la guerra a pesar de que las sucesivas ampliaciones de la UE hacia el Este hayan alejado nuestra periferia hasta un remoto extrarradio donde el clima, la geografía muy costera –insular y peninsular– y un empresariado al que no le gusta contratar ni tratar con ingenieros y unos ingenieros a los que no les gusta ser empresarios han hecho de España un tostadero terciario para la tercera edad de europeos y rusos.

La unión de estados que era tan rigurosa con la democracia es más laxa con los de dentro –Polonia, Hungría y pronto Italia– y lo será también con los de fuera, por lo que más que redimir autoritarismos es fácil pensar que esclerotizará en rigideces autoritarias. A Ucrania se le va a pedir que se haga demócrata mientas combate, más difícil todavía.

La Europa rica sumará pobres que la empobrecerán y a los que Alemania siempre tiene algo que vender. Seremos 500 millones. El espacio Schengen que ha abolido las fronteras entre sus 27 países no deja de aumentar los controles. A ver si en Granada nos cuentan algo bonito.