Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR

Voz y parte

Cada vez tenemos más claro que el maltrato no es sólo el que arranca vidas y salud mental a mujeres y niños

Una persona borra aplicaciones de redes sociales de su iPhone.

Una persona borra aplicaciones de redes sociales de su iPhone. / AFP

Imaginen que la pantalla que miramos se diera la vuelta y lo que viésemos en ella no fueran sus contenidos, sino las reacciones y emociones de la audiencia a los mensajes y/o programas que estamos consumiendo. El formato existe tal cual, se llama 'Googlebox' y se emite en un canal de la televisión británica desde hace años. 

En nuestro país, Atresmedia intentó hacer una versión sin éxito alguno, pero su esencia: poner el foco en el receptor y no en el emisor de los mensajes, es sociológicamente de lo más interesante. Hoy en día, en realidad, las Redes Sociales suplen la función de esas cámaras, y reflejan con inmediatez y pocos filtros, las opiniones del 'respetable' sobre temas o personajes de actualidad. 

Así hemos podido registrar, con 'luz y taquígrafo', que la revolución que lidera el Feminismo y la Igualdad en España es imparable. Y no me refiero sólo al trillado caso Rubiales y a la lección de dignidad y coherencia que nos está dando el fútbol femenino.

A las mujeres valientes de la selección hay que darle su sitio, por supuesto. Porque al fin y al cabo son ellas las que han puesto en riesgo sus carreras, su economía y su prestigio para hacer historia; y demostrar que la admiración y el respeto no sólo se ganan con los títulos, sino también con unión, cabeza y corazón, para derribar muros y sistemas caducos. 

Pero también hay que recordar que ha sido la sociedad la que les ha dado oxígeno alentándoles y aplaudiéndoles a cada paso. Toda la gente que decidió no mirar la imagen del famoso beso desde el ángulo sesgado del machismo, la que animó a Jennifer Hermoso y a sus compañeras a llevar su lucha y sus exigencias un paso más arriba. Los que celebran su valentía y su resistencia, no sólo en los estadios, sino también en los despachos y en las ruedas de prensa. 

Algo está cambiando, y se refleja en la detención de ese mamarracho que le tocó el culo en directo a la reportera Isa Balado mientras hacía un 'in situ' para el programa 'En boca de todos'. Y la diferencia empieza en el rechazo tajante y sonoro de su compañero y conductor del programa, Nacho Abad, porque hasta ese momento, lo que Balado pretendía hacer era seguir haciendo su trabajo, como si no hubiera pasado nada. 

Porque durante décadas las mujeres hemos crecido, apretando los dientes, tragando saliva y orgullo, quitándole importancia a ciertos gestos y palabras, porque creíamos que no quedaba otra. Hasta que de pronto, los espectadores, la gente de a pie, también hacen las veces de 'Pepito grillo' y señalan con el dedo lo aberrante, lo vergonzoso, lo dantesco. 

La Fiscalía de Menores investiga ahora mismo el caso de los falsos desnudos de al menos 22 niñas menores de edad, creados con inteligencia artificial, en Almendralejo (Badajoz). Los presuntos culpables, tienen edades comprendidas entre los 12 y los 14 años. 

Y es también en la actitud de las madres de las víctimas, esas que han decidido dar un paso al frente, denunciar, y que el asunto no quede en 'broma' ni en 'cosas de muchachos', dónde se puede apreciar el inmenso salto que hemos dado como sociedad, a la hora de identificar el germen de la violencia machista. 

Lo sucedido en la capital de Tierra de Barros nos augura un funesto futuro, que hay que atajar, y rápido

Cada vez tenemos más claro que el maltrato no es sólo el que arranca vidas y salud mental a mujeres y niños. También lo es el ninguneo, el menosprecio, el paternalismo, la condescendencia o ese comentario de Alfonso Guerra sobre Yolanda Díaz y la peluquería, la sonrisa al escucharle de Susana Griso, el aplauso de Montse Tomé al impresentable de su jefe, o la "montaña de odio" a Eva Amaral por enseñar los pechos en un concierto, como reivindicación.

Los ciudadanos han demostrado ser determinantes a la hora de identificar, señalar y condenar este tipo de comportamientos. Aunque llegados a este punto, quizás deberíamos poner el acento también en la prevención.

Los delitos sexuales entre menores se disparan, al igual que los de acoso, las agresiones y los abusos cometidos por niños. Y los datos señalan como detonante, entre otras cosas, el temprano acceso al porno (con 9 años de media). 

Lo sucedido en la capital de Tierra de Barros nos augura un funesto futuro, que hay que atajar, y rápido; porque cada vez parece más claro que tan importante es mirar hacia arriba, como hacia abajo, a los cimientos. Y en eso también debemos ser voz y parte.

*Periodista