Opinión | LITERATURA

El Círculo de Jena: una biografía coral

Andrea Wulf explora en "Magníficos rebeldes" el trabajo del grupo romántico que concibió la moderna noción de subjetividad

Bustos de Caroline Schelling, August Wilhelm Schlegel y Friedrich Schlegel en Jena.

Bustos de Caroline Schelling, August Wilhelm Schlegel y Friedrich Schlegel en Jena. / WIKIPEDIA

¿Se puede calificar de delicioso un libro de alta calidad, una obra de ciencia tan documentada como esta de Andrea Wulf acerca de los "magníficos rebeldes" que fueron los primeros románticos, empeñados en la "invención" del yo? Según la historiadora germano-británica, los filósofos y escritores que coincidieron en la ciudad de Jena a finales del siglo XVIII y principios del XIX cambiaron la forma de concebir la realidad al situar el yo en el centro de todo. Estos "jóvenes románticos" atraían a estudiantes universitarios de toda Europa para seguir, en auditorios atestados, las vibrantes clases de Fichte y Schelling (más tarde, en número mínimo, las del plúmbeo Hegel, que, no obstante, y en la modestia pecuniaria más extrema, consiguió alumbrar allí la "Fenomenología del Espíritu"), pero también para codearse en los conciertos, las tabernas y las calles con hombres como Goethe y Schiller, los hermanos Humboldt, Novalis, los hermanos Schlegel...

Mas, ¿por qué Jena precisamente? En ningún otro sitio, escribía Schiller, se podía disfrutar de tanta libertad, ni encontrar "tanta gente excelente en un espacio tan pequeño". La causa radicaba en que el consejo rector de la Universidad se componía de cuatro gobernantes sajones de cuatro ducados diferentes (¡ah, la micropolítica alemana de entonces!) que tenían que ponerse de acuerdo en todos los asuntos, lo que dificultaba la promulgación y cumplimiento de las normas. Como consecuencia de ello, observa Wulf, los teólogos no se sentían obligados a atenerse estrictamente al canon religioso, los profesores de Derecho enseñaban teorías políticas revolucionarias, la censura era más indulgente en comparación con otros lugares y las materias podían impartirse con mayor alcance y amplitud. No había en Europa nada igual.

El grupo de hombres, y una gran mujer, que formaban el Círculo de Jena, trabajaban conjuntamente. Así, por ejemplo, en la primavera de 1797, el Círculo se reunió casi todos los días. El lingüista Wilhelm von Humboldt se empeñaba en una traducción en verso de una de las tragedias de Esquilo, que discutía con Goethe. Mientras tanto, este se afanaba en su poema en prosa "Hermann y Dorotea", para el que consultaba con Wilhelm, al tiempo que realizaba experimentos con el hermano menor del mismo, Alexander (más adelante gran científico y explorador), tales como el análisis de la luz y el origen de la luminiscencia del fósforo. A su vez, August W. Schlegel (escritor, poeta, traductor y crítico literario) y su esposa Caroline estaban inmersos en sus famosas traducciones de Shakespeare, y Schiller escribía su obra dramática "Wallenstein". Les interesaba todo, señala Wulf, el arte, la ciencia y la literatura. Formaban también parte del grupo Friedrich Schlegel, hermano menor de August, y el exquisito poeta Novalis, seudónimo de Friedrich von Hardenberg.

¿Qué significaba para ellos ser "romántico"? No se trataba de ser sentimental, ni de sufrir por amor o de mostrarse emotivo en exceso. Para los amigos de Jena era algo mucho más ambicioso. Querían romantizar el mundo entero, y eso significaba percibirlo como un todo interconectado. Hablaban, así, del vínculo entre el arte y la vida, entre el individuo y la sociedad, entre la humanidad y la naturaleza. Como sostenía Novalis, "al dar a lo común un significado elevado, al hacer que lo ordinario muestre su misterio, al conceder a lo conocido la dignidad de lo desconocido y al transmitirle a lo finito un resplandor de infinito, estoy romantizando". Y por esa misma época proclamó que "el fenómeno más maravilloso, el hecho eterno, es nuestra propia existencia". La tarea más importante de la vida es, pues, comprender el yo, porque "sin una perfecta comprensión de uno mismo nunca aprenderemos a comprender verdaderamente a los demás".

Las ideas del Círculo de Jena, cuya deuda con el Kant de la autodeterminación humana resulta evidente, se expandieron por el resto del mundo y llegaron hasta hoy. Incluso Freud valoraba sus postulados sobre la centralidad de la autoconciencia como caminos hacia la psicología moderna y el psicoanálisis. ¿No había dicho Goethe: "Mirad dentro de vosotros mismos y lo encontraréis todo"?

En suma, otro libro admirable de la autora de una multipremiada biografía de Alexander von Humboldt: "La invención de la naturaleza" (Taurus, 2016).