Opinión | EL OBSERVATORIO

Nueva York, epicentro del pacto mundial necesario

La Asamblea General de la ONU ha arrancado estos días con la intención de redoblar el compromiso para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible respetuoso con el medio ambiente, compatible con el consumo racional y construido sobre una economía descarbonizada y un modelo social justo para 2030

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la semana de Alto Nivel de Naciones Unidas en Nueva York.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, en la semana de Alto Nivel de Naciones Unidas en Nueva York. / MONCLOA

Apenas quedan siete años para llegar a la que parecía una ambiciosa, pero "asumible" meta temporal en la construcción de un modelo de desarrollo sostenible respetuoso con el medio ambiente, compatible con el consumo racional de los limitados recursos, y construido sobre la base de una economía descarbonizada y un modelo social justo. Nos encontramos así en la recta final de una carrera de fondo plagada de obstáculos que necesita más que nunca un sprint para llegar a la meta a tiempo. Para poder hacerlo, es absolutamente necesario una mayor implicación de todos los públicos e interesados; de los que corren, los que entrenan y los que alientan, de los que financian y de los que alimentan.

Llegados a este punto, conviene recordar en tiempos de desinformación y negacionismo, de cruzadas contra el carril bici y las agendas sostenibles, que la Agenda 2030 es una hoja de ruta común, capaz de recabar en su día un consenso político unánime, basado en diagnósticos empíricos, y apelando a la responsabilidad compartida de actores tan diversos como el sector privado, los gobiernos nacionales y locales, la ciencia, la academia o la sociedad civil. Una hoja de ruta que se ha visto ralentizada por las múltiples crisis vividas en los últimos años, por el negacionismo creciente y la polarización, por los populismos que la combaten y la falta de financiación para el cumplimiento de sus ambiciosos objetivos. 

La insuficiente sinergia global, necesaria para trabajar concertadamente, como en su día sí fuimos capaces de hacer para mandar al hombre a la Luna, no está permitiendo avanzar lo suficiente. Tenemos ejemplos de los que aprender, la obtención en tiempo récord de una vacuna contra el coronavirus nos demuestra que cuando se conecta la ciencia y la política pública, se comparten las innovaciones, se tejen alianzas público-privadas, y se asumen riesgos compartidos, los resultados se multiplican. Sin embargo, la experiencia también nos enseña que si no ponemos el foco en la desigualdad cada vez más aguda, los logros no llegan a las sociedades más vulnerables, se aumentan las brechas económicas sociales y de género, los desequilibrios territoriales y la exclusión.

En este contexto global, ha arrancado esta semana en Nueva York la Asamblea General de la ONU y la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible con la intención de redoblar el compromiso, mejorar la medición de impacto y la rendición de cuentas, y, lo que es más importante, movilizar los recursos necesarios (quinientos mil millones al año, según la ONU).

Debemos, de forma inaplazable, fortalecer la gobernanza multilateral de acción compartida, favorecer las alianzas entre actores y localizar los objetivos con una dimensión territorial clara. Solo si somos capaces de aterrizar los objetivos contando con las necesidades y perspectivas del mundo local (rural y urbano), tejiendo consensos entre actores dispuestos a trabajar juntos, poniendo el foco en la desigualdad e inspirándonos en resultados óptimos obtenidos en otros lugares, seremos capaces de garantizar que las próximas generaciones gocen de oportunidades de bienestar.

Estamos en tiempo de descuento y conocemos bien las amenazas, ahora necesitamos más que nunca tejer un nuevo contrato social con base amplia, capaz de acelerar las transiciones necesarias y justas sin perder de vista la implicación y complicidad de una ciudadanía cada vez más sometida a la desinformación y las fake news, que necesita entender con claridad, que este es el único camino capaz de responder a los descomunales desafíos que tenemos por delante. Mucho que acordar, comprometer y demostrar en una semana clave para el futuro de nuestros hijos e hijas. 

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